Con 22 años de experiencia en el ramo, Erick Ortíz mejor conocido como “El Peli”, aseguró que pese a que en la actualidad ya son varias las plataformas de streaming que ofrecen contenido y que su venta se redujo en más del 50 por ciento, la venta de películas y música pirata sigue siendo un buen negocio. De acuerdo con él, sus clientes no se pierden pues maneja productos de recién lanzamiento y de alta calidad.
Ubicado en la esquina de 21 marzo y 1o. de Mayo, este local se volvió punto de referencia para la venta de piratería, dado que es el distribuidor más grande de la región. Respecto a la invasión de plataformas digitales, él aseguró que a pesar de ello la gente lo sigue buscando para adquirir estrenos de éxito, pues las consigue máximo dos meses después de que llegaron a cartelera en la llamada calidad “clon”, es decir, en alta definición. Contrario a la vieja costumbre, “El Peli” no vende material grabado de salas de cine.
“Hay gente que quiere ver una película que no está en plataformas, entonces viene y me la compra a mi. Las que son muy demandadas y recién se estrenaron la puedo traer en dos o tres meses, antes de que lleguen a internet. Pero hay estrenos muy demandados que puedo tenerlos incluso al otro día.”, contó en entrevista.
Mencionó que anteriormente acudían las familias y se llevaban hasta cinco títulos diferentes, pero que ahora se llevan máximo dos. Por lo general, compran las cintas que no encuentran en internet. Aunque también tiene clientes que lo buscan porque prefieren pagar quince pesos para una serie en un solo disco, que pagar 80 o 100 pesos mensuales que cuesta la renta de algún servicio digital.
Igualmente se dedica a la venta de música pero ya no tanto en disco, más bien en memorias USB con más de 4 mil canciones. Este negocio familiar es posible gracias al trabajo de varias personas oriundas del Barrio Bravo, Tepito, desde donde traen todo el material que venden. Erick también señaló que aunque hace dos décadas sí fueron perseguidos por la policía, ahora pasaron a un “segundo término”, en el sentido de que la piratería se normalizó en la sociedad.
