El cerro del Tezontle, un ícono del municipio por la espectacular vista que ofrece del mismo, en donde se puede ver con la cúpula Nuestra Señora de los Ángeles y la Catedral Metropolitana, así como miles de casas e inclusive, ejidos y la carretera México-Tuxpan.
El cerro tiene un característico color rojizo, propio del tezontle, la piedra volcánica que dio paso a un asentamiento poblacional, su altura es de aproximadamente 58 metros y se ubica a corta distancia del corazón de la Ciudad de los Satélites.
Este lugar tiene su historia, pues en 1868 el ayuntamiento de Tulancingo emitió un decreto en el que se permitía la extracción del tezontle, material utilizado en la construcción para crear mezcla de concreto. Este permiso era personal, cualquiera que deseara sacar material del cerro debía acudir al ayuntamiento donde se le asignaba el monto a pagar. Inclusive, la Catedral Metropolitana de Tulancingo y la carretera México-Tuxpan contaron con este material para su construcción.
Debido a esa extracción del tezontle, en el cerro quedaron formaciones similares a cuevas en las que, en su momento, al menos siete de ellas fueron habitadas por personas de bajos recursos o indigentes aunque fueron desalojadas durante 2023. A esto se le suma que durante los años 90´s, este místico lugar fue escenario de diversos suicidios.
Aunque no todo es malo, pues este lugar alberga dos destacados sitios: el mirador y las escaleritas.
En cuanto al mirador se encuentra ubicado en la parte más alta e incluso vieja del municipio, pues aquí comenzó el asentamiento humano y construcción de lo que hoy conocemos. Este mirador en el que como su nombre lo dice permite mirar gran parte del Valle de Tulancingo, además de pasar algún rato ameno e incluso romántico, pues es un sitio ocupado por parejas que disfrutan ver el atardecer.
Mientras que las escaleritas del cerro del Tezontle, o también llamadas como el Callejón de Méndez Morato, conectan a esta parte del municipio con la zona centro del mismo.
Fue precisamente por la extracción de este material que se creó un socavón que dividió las colonias altas de Tulancingo y por ello, a principios del siglo XX, el tulancinguense Manuel Méndez Morato donó una parte de sus tierras para que se pudieran crear las escaleras que conectan al centro del municipio con las colonias altas.
Don Manuel Méndez fue un hombre dedicado al comercio, pues tenía una zapatería y una carnicería en el mercado municipal y aunque no poseía una fortuna exorbitante, el amor a Tulancingo y el altruismo lo llevaron a donar toda la zona de las escaleritas.
En 1993, las escaleritas del Cerro del Tezontle adquirieron un aspecto más allegado al que tiene hoy en día pero fue en 2022 cuando el grupo MUTU dio a este espacio la representación cultural que lo caracteriza, entre ellos murales de tenangos, colibríes e inclusive a Quetzalcóatl.
Sin embargo, además de la belleza del sitio también existe una leyenda que asusta a más de uno y es que se dice que ahí aparecen brujas.
De acuerdo con la historia, el cerro se encontraba apenas poblado por indígenas y mestizos de Santa Ana Hueytlalpan y Acaxochitlán por sus nexos culturales, además que existía un camino que conectaba a las demarcaciones y pasaba por Metilatla.
Quienes poblaban el cerro fueron desplazados del centro de la ciudad que se formaba en ese entonces y entre estos pobladores destacaban siete mujeres con nombres de aves: Alondra, Urraca, Golondrina, Paloma, Mirla, Mirta y Clorinda.
La mujer más joven, Alondra, se casó con un hombre, que era campesino, originario de Acaxochitlán por recomendación de sus compañeras, y después de celebrar la unión el joven matrimonio partió del municipio a su nuevo hogar.
Sin embargo, el hombre notaba que el comportamiento de su esposa era raro aunque no comentaba nada, además notó que se deprimía cada vez más en su nuevo hogar.
Razón por la que el esposo de Alondra le permitió regresar a Tulancingo a visitar a su familia por una breve temporada sin embargo, sus intenciones no eran del todo buenas, ya que quería vigilar a su esposa y confirmar sus sospechas.
Una vez en Tulancingo, el esposo de Alondra notó que ella no se fue a la casa de su familia sino directamente a las cuevas del cerro del Tezontle y fue entonces cuando vio a su esposa participando en un aquelarre.
El hombre vio como de las cuevas salieron luces rojas que se dirigían a la ciudad y a pesar del miedo, el esposo de Alondra quemó todo lo que las brujas dejaron en la cueva, creyendo que así terminaría con ellas.