/ miércoles 11 de diciembre de 2019

Por fin, el acuerdo

A pesar de estar inmersos en un sistema globalizado donde las transacciones comerciales influyen en todo el mundo y los resultados bursátiles impactan hasta el más recóndito lugar del planeta, las negociaciones mercantiles entre Estados suelen ser más complejas de lo que pareciera, ya que en los procesos de negociación se pretende proteger a industrias nacionales durante muchos años, temporalidad que es objetivo de dichos acuerdos comerciales.

En el caso de México, son varios los tratados de libre comercio que se tienen con diversos países, sin embargo, por razones geopolíticas y económicas, el Tratado que sostiene con sus dos vecinos de región, es decir, Estados Unidos de América y Canadá, es el más complejo y que mayores beneficios o perjuicios puede traer consigo.

En un esfuerzo impresionante que inició hace ya bastantes meses, la renegociación del entonces llamado Tratado de Libre Comercio de América del Norte, hoy TMEC, inició con una serie de descalificaciones y amenazas por parte del presidente Trump, las cuales, sabemos, tenían una perspectiva electoral clara; poco se pensaba en las tres economías y mucho se pensaba en una eventual reelección del mandatario.

A pesar de ello, los equipos negociadores habían realizado un trabajo de excelencia, hasta que por la propia naturaleza del proceso se detuvieron las negociaciones, dando lugar a nuevas observaciones provenientes de EUA. Dichas discrepancias, en concreto, se reducían a tres rubros: la petición de la industria automotriz estadounidense para que el aluminio y acero utilizado surgiera de la región; prorrogar las patentes de biomedicamentos durante 10 años, y permitir la inspección por personal de ese país a las industrias nuestras en materia laboral.

La primera de ellas fue aceptada con la posibilidad de revisión en 10 años, de tal manera que se permita la competitividad en el rubro del acero y aluminio, reservando esa exclusividad de ser de la región en un 70 por ciento. La segunda fue abandonada por los peticionarios y quedó como estaba. Finalmente, el aspecto laboral se resolvió con la creación de un panel de expertos con representación de ambos países.

Todo este proceso y la reciente firma prácticamente culminan el proceso, considerando que los propios demócratas quedaron satisfechos y estarían por otorgarle la victoria a Donald Trump con todo lo que implica: ratificación y puesta en marcha.

Lo cierto es que en el último tramo de negociaciones, para nuestro países, el escenario es incierto, ya que los beneficios, si es que los hay, se manifestarán hasta la implementación correspondiente, sobre todo cuando en el papel parecieron haber sido apartados de la escena para dar lugar a una lucha interna entre las fuerza políticas estadounidenses.

El mensaje en materia comercial no convence a todos, sin embargo, es real que este tipo de tratados no dejan satisfechos a todos los involucrados desde una óptica de la perfectibilidad y la posibilidad de renegociar un tratado que incluso estuvo a punto de desaparecer si es que las amenazas eran ciertas.

Hoy, más que en cualquier otro momento de la historia reciente de nuestro país se debe impulsar la competitividad y el mercado interno, ya que a final de cuentas un tratado comercial bien trazado debe fomentar ello y sanear las finanzas.

A pesar de estar inmersos en un sistema globalizado donde las transacciones comerciales influyen en todo el mundo y los resultados bursátiles impactan hasta el más recóndito lugar del planeta, las negociaciones mercantiles entre Estados suelen ser más complejas de lo que pareciera, ya que en los procesos de negociación se pretende proteger a industrias nacionales durante muchos años, temporalidad que es objetivo de dichos acuerdos comerciales.

En el caso de México, son varios los tratados de libre comercio que se tienen con diversos países, sin embargo, por razones geopolíticas y económicas, el Tratado que sostiene con sus dos vecinos de región, es decir, Estados Unidos de América y Canadá, es el más complejo y que mayores beneficios o perjuicios puede traer consigo.

En un esfuerzo impresionante que inició hace ya bastantes meses, la renegociación del entonces llamado Tratado de Libre Comercio de América del Norte, hoy TMEC, inició con una serie de descalificaciones y amenazas por parte del presidente Trump, las cuales, sabemos, tenían una perspectiva electoral clara; poco se pensaba en las tres economías y mucho se pensaba en una eventual reelección del mandatario.

A pesar de ello, los equipos negociadores habían realizado un trabajo de excelencia, hasta que por la propia naturaleza del proceso se detuvieron las negociaciones, dando lugar a nuevas observaciones provenientes de EUA. Dichas discrepancias, en concreto, se reducían a tres rubros: la petición de la industria automotriz estadounidense para que el aluminio y acero utilizado surgiera de la región; prorrogar las patentes de biomedicamentos durante 10 años, y permitir la inspección por personal de ese país a las industrias nuestras en materia laboral.

La primera de ellas fue aceptada con la posibilidad de revisión en 10 años, de tal manera que se permita la competitividad en el rubro del acero y aluminio, reservando esa exclusividad de ser de la región en un 70 por ciento. La segunda fue abandonada por los peticionarios y quedó como estaba. Finalmente, el aspecto laboral se resolvió con la creación de un panel de expertos con representación de ambos países.

Todo este proceso y la reciente firma prácticamente culminan el proceso, considerando que los propios demócratas quedaron satisfechos y estarían por otorgarle la victoria a Donald Trump con todo lo que implica: ratificación y puesta en marcha.

Lo cierto es que en el último tramo de negociaciones, para nuestro países, el escenario es incierto, ya que los beneficios, si es que los hay, se manifestarán hasta la implementación correspondiente, sobre todo cuando en el papel parecieron haber sido apartados de la escena para dar lugar a una lucha interna entre las fuerza políticas estadounidenses.

El mensaje en materia comercial no convence a todos, sin embargo, es real que este tipo de tratados no dejan satisfechos a todos los involucrados desde una óptica de la perfectibilidad y la posibilidad de renegociar un tratado que incluso estuvo a punto de desaparecer si es que las amenazas eran ciertas.

Hoy, más que en cualquier otro momento de la historia reciente de nuestro país se debe impulsar la competitividad y el mercado interno, ya que a final de cuentas un tratado comercial bien trazado debe fomentar ello y sanear las finanzas.