/ jueves 26 de marzo de 2020

COVID-19 y la retrospectiva H1N1 de 2009

El pasado 23 de enero en este espacio de opinión compartí diversos apuntes en torno a los protocolos de alertas en salud a nivel global. Al paso de un mes y días, nos encontramos ya con la declaratoria oficial por parte de la Organización Mundial de la Salud, en torno a la consideración del Coronavirus como pandemia. Tedros Adhamon, director de este organismo internacional fue enfático en precisar que los números de casos, de decesos y de países afectados invariablemente irán en aumento.

De conformidad con datos de la OMS, el COVID-19 se ha propagado en un intervalo de 14 semanas de forma alarmante fuera de China. En el caso particular de América Latina, se han reportado casos confirmados en 20 países, incluidos México que enfrenta ya la fase 2 de esta pandemia con 475 casos y 6 decesos hasta la tarde de ayer miércoles momento en que escribía esta columna.

Nos encontramos pues, frente a un momento decisivo en contingencias sanitarias en todo el planeta y que el sistema federal de salud mexicano, deberá atender con prestancia y plena apertura a la sociedad todos los casos susceptibles de contagio por este virus.

Históricamente nuestro país, ha contado con mujeres y hombres, profesionales de la sanidad pública, que han combatido coyunturas complejas a nivel sanitario. La fortaleza de los institutos nacionales de salud pública ha sido reconocida internacionalmente y se han constituido como auténticas referencias dentro del sector por su amplia capacidad de análisis, integración de protocolos y reacción frente a emergencias.

Desafortunadamente, no puede dejar de advertirse que, a nivel presupuestario, el Congreso de la Unión, votó un recorte amplio hacia el sector salud federalizada y hoy se cuentan con marcadas limitaciones en el diario desarrollo de las tareas de servicios a sus pacientes.

Asimismo, las partidas orientadas a actividades de investigación y de prevención de cepas de enfermedades y virus, se han visto reducidas en algunos casos hasta en el 70 % de lo que en ejercicios fiscales anteriores se contaban.

La federación a través de su actual régimen de gobierno tiene ya una exigencia natural en la forma de atender esta contingencia. Se cuenta en la Secretaría de Salud federal, con un amplio catálogo de normativas y de disposiciones, casi la mayoría integradas desde hace muchos años por diversos especialistas y expertos sanitaristas.

En lo local, el gobernador Omar Fayad ha mostrado con liderazgo la fortaleza de nuestro sistema local y la permanente coordinación interinstitucional con el gobierno de México. Como sociedad nos toca ser cuidadosos, obedientes a las instrucciones de los salubristas y de las autoridades para que en conjunto hagamos ejercicios de retrospectivas individuales para compartirlas con nuestros hijos y decirles como superó nuestro pueblo crisis sanitarias como la del H1N1 en 2009 en base a la disciplina, al respeto mutuo y a los buenos hábitos en la higiene. Estemos atentas y atentos y receptivos de cada recomendación oficial.

El pasado 23 de enero en este espacio de opinión compartí diversos apuntes en torno a los protocolos de alertas en salud a nivel global. Al paso de un mes y días, nos encontramos ya con la declaratoria oficial por parte de la Organización Mundial de la Salud, en torno a la consideración del Coronavirus como pandemia. Tedros Adhamon, director de este organismo internacional fue enfático en precisar que los números de casos, de decesos y de países afectados invariablemente irán en aumento.

De conformidad con datos de la OMS, el COVID-19 se ha propagado en un intervalo de 14 semanas de forma alarmante fuera de China. En el caso particular de América Latina, se han reportado casos confirmados en 20 países, incluidos México que enfrenta ya la fase 2 de esta pandemia con 475 casos y 6 decesos hasta la tarde de ayer miércoles momento en que escribía esta columna.

Nos encontramos pues, frente a un momento decisivo en contingencias sanitarias en todo el planeta y que el sistema federal de salud mexicano, deberá atender con prestancia y plena apertura a la sociedad todos los casos susceptibles de contagio por este virus.

Históricamente nuestro país, ha contado con mujeres y hombres, profesionales de la sanidad pública, que han combatido coyunturas complejas a nivel sanitario. La fortaleza de los institutos nacionales de salud pública ha sido reconocida internacionalmente y se han constituido como auténticas referencias dentro del sector por su amplia capacidad de análisis, integración de protocolos y reacción frente a emergencias.

Desafortunadamente, no puede dejar de advertirse que, a nivel presupuestario, el Congreso de la Unión, votó un recorte amplio hacia el sector salud federalizada y hoy se cuentan con marcadas limitaciones en el diario desarrollo de las tareas de servicios a sus pacientes.

Asimismo, las partidas orientadas a actividades de investigación y de prevención de cepas de enfermedades y virus, se han visto reducidas en algunos casos hasta en el 70 % de lo que en ejercicios fiscales anteriores se contaban.

La federación a través de su actual régimen de gobierno tiene ya una exigencia natural en la forma de atender esta contingencia. Se cuenta en la Secretaría de Salud federal, con un amplio catálogo de normativas y de disposiciones, casi la mayoría integradas desde hace muchos años por diversos especialistas y expertos sanitaristas.

En lo local, el gobernador Omar Fayad ha mostrado con liderazgo la fortaleza de nuestro sistema local y la permanente coordinación interinstitucional con el gobierno de México. Como sociedad nos toca ser cuidadosos, obedientes a las instrucciones de los salubristas y de las autoridades para que en conjunto hagamos ejercicios de retrospectivas individuales para compartirlas con nuestros hijos y decirles como superó nuestro pueblo crisis sanitarias como la del H1N1 en 2009 en base a la disciplina, al respeto mutuo y a los buenos hábitos en la higiene. Estemos atentas y atentos y receptivos de cada recomendación oficial.