/ domingo 14 de agosto de 2022

Tizayuca adoptó los cocoles como tradición

Hoy han establecido la ruta del cocol, el queso y la nata, lo que les mereció un distintivo

En 70 años el cocol se ha ganado un lugar como parte de la identidad de Tizayuca, en un municipio que debido a su cercanía con el Estado y Ciudad de México, no tiene referentes en su gastronomía que los distinga como a Actopan o Santiago de Anaya.

Eso lo reconoció Erenderia Mendoza, que pertenece a la tercera generación de la marca “Cocoles el Coruco”, “somos una panadería que nos dedicamos a la elaboración de esa pieza, y recientemente introducimos el queso y la nata”, además dos sucursales en Tizayuca y en Pachuca, y la matriz que está en el primer municipio donde surgió el negocio familiar.

La característica distintiva, dijo, es que en todos se cocen en un horno de piedra y los ingredientes tradicionales: piloncillo y anís.

Cocol significa en náhuatl “apapacho” y “para nosotros significa un apapacho de sabor para las personas que les gustan los que nosotros elaboramos y que los compartan con sus familias.

“Son originarios del centro del país y en Tizayuca los adoptamos como nuestra desde hace bastante tiempo, pero también se comercializan en el Estado de México, Tlaxcala y otros municipios hidalguenses”, apuntó.

Como parte de la promoción gastronómica, informó que existe en el municipio la ruta del cocol, el queso y la nata, ya que en Tizayuca hay una cuenca lechera cuyo producto se ha destacado a nivel nacional y sus derivados forman un complemento para el pan.

Lo anterior fue sometido a la selección del jurado de Pueblos con sabor y obtuvieron ese distintivo el mes pasado.

Luego de enlistar otros nombres de panificadoras, precisó que ellos son los de mayor antigüedad, ya que fue su abuelo paterno Fernando Mendoza Chávez, conocido como “Coruco” (nombre de un payaso de un circo que llegó a Tizayuca, quien con otros tenían un espectáculo), un día renunció a su trabajo en una panadería y junto con su hermano fundaron la “Flor de Tizayuca” y empezó con la especialidad de los cocoles, contó la nieta.

Hoy, ella deja abierta la posibilidad con qué acompañarlo, al gusto de quien lo come, “pero lo tradicional es con nata”.

Quienes viajan de Pachuca a la Ciudad y Estado de México o viceversa, y circulan por la autopista que comunica a estas entidades, a su paso por las casetas de peaje ha visto que predominan los vendedores de cocoles, ahí no se venden los de “Coruco”, apuntó, debido a su tamaño y precio.


En 70 años el cocol se ha ganado un lugar como parte de la identidad de Tizayuca, en un municipio que debido a su cercanía con el Estado y Ciudad de México, no tiene referentes en su gastronomía que los distinga como a Actopan o Santiago de Anaya.

Eso lo reconoció Erenderia Mendoza, que pertenece a la tercera generación de la marca “Cocoles el Coruco”, “somos una panadería que nos dedicamos a la elaboración de esa pieza, y recientemente introducimos el queso y la nata”, además dos sucursales en Tizayuca y en Pachuca, y la matriz que está en el primer municipio donde surgió el negocio familiar.

La característica distintiva, dijo, es que en todos se cocen en un horno de piedra y los ingredientes tradicionales: piloncillo y anís.

Cocol significa en náhuatl “apapacho” y “para nosotros significa un apapacho de sabor para las personas que les gustan los que nosotros elaboramos y que los compartan con sus familias.

“Son originarios del centro del país y en Tizayuca los adoptamos como nuestra desde hace bastante tiempo, pero también se comercializan en el Estado de México, Tlaxcala y otros municipios hidalguenses”, apuntó.

Como parte de la promoción gastronómica, informó que existe en el municipio la ruta del cocol, el queso y la nata, ya que en Tizayuca hay una cuenca lechera cuyo producto se ha destacado a nivel nacional y sus derivados forman un complemento para el pan.

Lo anterior fue sometido a la selección del jurado de Pueblos con sabor y obtuvieron ese distintivo el mes pasado.

Luego de enlistar otros nombres de panificadoras, precisó que ellos son los de mayor antigüedad, ya que fue su abuelo paterno Fernando Mendoza Chávez, conocido como “Coruco” (nombre de un payaso de un circo que llegó a Tizayuca, quien con otros tenían un espectáculo), un día renunció a su trabajo en una panadería y junto con su hermano fundaron la “Flor de Tizayuca” y empezó con la especialidad de los cocoles, contó la nieta.

Hoy, ella deja abierta la posibilidad con qué acompañarlo, al gusto de quien lo come, “pero lo tradicional es con nata”.

Quienes viajan de Pachuca a la Ciudad y Estado de México o viceversa, y circulan por la autopista que comunica a estas entidades, a su paso por las casetas de peaje ha visto que predominan los vendedores de cocoles, ahí no se venden los de “Coruco”, apuntó, debido a su tamaño y precio.


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