/ lunes 3 de junio de 2019

Voladores de Papantla son legado ancestral

Las nuevas generaciones, aprenden desde pequeños los secretos para los lances

Los lances de los Voladores de Papantla están vinculados a la invocación de la lluvia y el maíz que tienen que ver con la fertilidad de la tierra que representan uno de los mayores atractivos en las ferias de las regiones Tulancingo y Otomí-Tepehua.

El significado de estos vuelos que emulan a los pájaros se manifiesta en la generación de 52 vueltas, por parte de cuatro de los ejecutantes, quienes en la parte más alta del mástil de aproximadamente 16 metros de altura, realizan como parte de su ritual una danza en una angosta tabla llamada “tecomate”, para enseguida lanzarse al vacío, empleando su destreza y valentía.

En total, son 52 vueltas por parte de los voladores: cada uno hace 13 vueltas, y en total suman lo equivalente a los 52 años del ciclo solar, de acuerdo al antropólogo Robert Williams, investigador de estas tradiciones.

LOS NIÑOS, PARTICIPAN

Cabe señalar que los niños también forman parte de esta actividad tan colorida como arriesgada, tal es el caso de Maraí Maldonado, quien tiene 13 años y más de siete dedicándose a esta actividad.

A su corta edad, ya sabe lo es desafiar a las alturas, pero a la vez dijo sentirse orgullosa por se parte del fortalecimiento de las raíces históricas.

“Te vas acostumbrando, al principio dan un poco de nervios. Todo es parte de un ritual, yo aprendí como en seis meses”.

Agregó que los riesgos son latentes, sobre todo cuando el viento está muy fuerte, pero es muy gratificante recibir el aplauso y las felicitaciones por parte del público.

La menor, estudiante de secundaria y originaria de Huauchinango, Puebla comentó que sus compañeros de escuela, acuden a verla en ferias que se desarrollan cerca de su comunidad, como en Acaxochitlán y Tulancingo.

La entrevistada dijo que a sus papás y hermanos mayores los han invitado a otros países a sus presentaciones. “Yo espero ir pronto con ellos, solo falta que saque mi pasaporte y visa,” agregó.

EL SIMBOLISMO

La indumentaria que utilizan estos artistas, llama mucho la atención de quienes disfrutan este espectáculo.

Inicialmente sus trajes eran de plumas (por ser hombres-pájaro). Hoy se visten de manta blanca más por la influencia mestiza aunque sus ornamentos representan animales de diversos tipos, todos compañeros del hombre y dependientes de la fertilidad de la lluvia y los ciclos de la vida.

Su penacho significa un quetzal, los listones que cuelgan de la espalda, simbolizan el arcoíris; las flores tejidas en las bandas del pectoral o cinturones representan la fertilidad y la tierra.

Los dos medios-círculos de terciopelo que penden de la espalda y del pecho vienen siendo las alas de las aves. En tanto, el rojo de los pantalones simboliza al sol, y también la sangre de los danzantes que han muerto.

Los lances de los Voladores de Papantla están vinculados a la invocación de la lluvia y el maíz que tienen que ver con la fertilidad de la tierra que representan uno de los mayores atractivos en las ferias de las regiones Tulancingo y Otomí-Tepehua.

El significado de estos vuelos que emulan a los pájaros se manifiesta en la generación de 52 vueltas, por parte de cuatro de los ejecutantes, quienes en la parte más alta del mástil de aproximadamente 16 metros de altura, realizan como parte de su ritual una danza en una angosta tabla llamada “tecomate”, para enseguida lanzarse al vacío, empleando su destreza y valentía.

En total, son 52 vueltas por parte de los voladores: cada uno hace 13 vueltas, y en total suman lo equivalente a los 52 años del ciclo solar, de acuerdo al antropólogo Robert Williams, investigador de estas tradiciones.

LOS NIÑOS, PARTICIPAN

Cabe señalar que los niños también forman parte de esta actividad tan colorida como arriesgada, tal es el caso de Maraí Maldonado, quien tiene 13 años y más de siete dedicándose a esta actividad.

A su corta edad, ya sabe lo es desafiar a las alturas, pero a la vez dijo sentirse orgullosa por se parte del fortalecimiento de las raíces históricas.

“Te vas acostumbrando, al principio dan un poco de nervios. Todo es parte de un ritual, yo aprendí como en seis meses”.

Agregó que los riesgos son latentes, sobre todo cuando el viento está muy fuerte, pero es muy gratificante recibir el aplauso y las felicitaciones por parte del público.

La menor, estudiante de secundaria y originaria de Huauchinango, Puebla comentó que sus compañeros de escuela, acuden a verla en ferias que se desarrollan cerca de su comunidad, como en Acaxochitlán y Tulancingo.

La entrevistada dijo que a sus papás y hermanos mayores los han invitado a otros países a sus presentaciones. “Yo espero ir pronto con ellos, solo falta que saque mi pasaporte y visa,” agregó.

EL SIMBOLISMO

La indumentaria que utilizan estos artistas, llama mucho la atención de quienes disfrutan este espectáculo.

Inicialmente sus trajes eran de plumas (por ser hombres-pájaro). Hoy se visten de manta blanca más por la influencia mestiza aunque sus ornamentos representan animales de diversos tipos, todos compañeros del hombre y dependientes de la fertilidad de la lluvia y los ciclos de la vida.

Su penacho significa un quetzal, los listones que cuelgan de la espalda, simbolizan el arcoíris; las flores tejidas en las bandas del pectoral o cinturones representan la fertilidad y la tierra.

Los dos medios-círculos de terciopelo que penden de la espalda y del pecho vienen siendo las alas de las aves. En tanto, el rojo de los pantalones simboliza al sol, y también la sangre de los danzantes que han muerto.

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