/ jueves 10 de agosto de 2023

Pan del Viejito: Tradición casi de un siglo 

Aclamado por gente no solo de Hidalgo, también de estados vecinos así como de otras naciones, este pan de feria es conocido por su gran sabor que remonta a otras eras

Entre los apretados y aromáticos pasillos ferieros de la fiesta de Los Angelitos, ubicado sobre la calle Echávarri a unos cuantos metros del templo a Nuestra Señora, encontrarás un negocio color azul, iluminado por unas tenues luces blancas y que además te recibe en sus mostradores con un ejército de exquisitas piezas de pan en diferentes colores y presentaciones que parecen dispuestos a atacar tu paladar a través de tus ojos.

Alza un poco la mirada y entonces sabrás dónde estás parado, pues una lona que rodea todo el establecimiento de feria dice en letras grandes: "Rico y Tradicional Pan de Fiesta del Viejito". Es este lugar uno de los más antiguos que se ponen en la feria de los angelitos, pues el señor Diego Ramírez comenzó a vender su tan famoso pan en el año de 1933, cuando por invitación de algunos compañeros panaderos de Tlaxcala, su lugar de origen, lo trajeron a Tulancingo para que vendiera en la feria.

"Desde que llegó a Tulancingo en 1933 y la gente probó su pan, les gustó y lo empezaron a recomendar. Se dio a conocer por "el viejito" porque la gente preguntaba dónde habían comprado su pan y así decían, 'que con el viejito'", cuenta el señor Juan, quien heredó la tradición y el negocio familiar de su abuelo y de su madre. Él comenzó a entrarle a este negocio desde que tenía aproximadamente 8 años y al día de hoy ya son más de tres décadas vendiendo el pan de fiesta que su abuelo trajo a estas tierras.

Aunque el señor Diego falleció hace aproximadamente 20 años, Juan cuenta que su abuelo antes de ser panadero se dedicó al campo, aunque quiso probar suerte haciendo panes de fiesta. Con horno de leña y con una técnica que se mantiene hasta el día de hoy en la preparación de sus productos, don Diego se aclientó rápidamente gracias a su característico sabor. De vender pan en unos huacales que cargaba en la espalda, luego se compró un burrito y entonces podía abarcar más pueblos aledaños a San Juan Huactzinco, tierra que le vio nacer y donde todavía se prepara todo el pan que se distribuye en Tulancingo.

"No se ha cambiado ninguna forma de hacerlo a como lo hacía mi abuelo, hemos conservado la tradición. Hay mucha gente que hace pan de fiesta, todos lo hacen muy rico, todos nuestros amigos y familiares hacen muy sabroso su pan, pero nosotros somos los únicos que lo seguimos haciendo de forma tradicional, en la forma de hornearlo cambia el sabor", precisó Juan sobre uno de los sellos que le dan identidad.

Mientras platicábamos al interior de su negocio (momento en el que por cierto nos invitó a probar una de sus piezas de pan rellenas de un cremoso queso y mermelada de zarzamora), decenas de personas se acercaban a llevarse alguno de sus productos. Ya fuera pan de fiesta original, conchas rellenas, pan relleno, rebanadas o incluso gorditas de nata, parecía que nadie quería irse de la feria sin su pieza de pan.

Y es que además del sensacional aroma que inmediatamente coquetea con la nariz y hace agua la boca, comprar con El Viejito es sentir como que llegas a visitar a un amigo, un sentimiento nostálgico que a muchos tulancinguenses les recuerda la calidez de la tradicional feria. Ya sea con un chascarrillo, una sonrisa o hasta una prueba de sus productos, la familia Robles le impregna un amigable sentido a la sazón de sus panes.

Algo muy similar es lo que representa para Juan continuar con el legado de su abuelo en esta ciudad: "la gente de Tulancingo es muy bonita, además de que no hay como la Feria de los Angelitos. Nosotros hemos estado en muchas ferias, pero nunca se siente igual que aquí, no hay ferias como la de Tulancingo. La gente nos recibe muy bien aunque saben que no somos de Hidalgo y ven a nuestro pan como algo tradicional, muchos dicen que si no comes pan del Viejito es como no venir a la feria de los Ángeles (...) estamos muy agradecidos con Nuestra Santísima Señora, sin ella no estaríamos aquí"

Acompañado todo el tiempo por su familia, el señor Juan mencionó que está sumamente agradecido con la gente de Tulancingo, razón por la que está dispuesto a continuar vendiendo el pan de su abuelo hasta llegar a la vejez, pues está seguro que el legado continuará con sus hijos y luego con sus nietos, a quienes por cierto muy pronto comenzará a enseñarles el oficio.

"Desde aquí un saludo a la gente de Tlaxcala, a todos nuestros compañeros panaderos, también a los que venden pan de fiesta aquí en Tulancingo. Muchas gracias a todos los que nos visitan aquí en nuestra feria de los Angelitos", concluyó.


Entre los apretados y aromáticos pasillos ferieros de la fiesta de Los Angelitos, ubicado sobre la calle Echávarri a unos cuantos metros del templo a Nuestra Señora, encontrarás un negocio color azul, iluminado por unas tenues luces blancas y que además te recibe en sus mostradores con un ejército de exquisitas piezas de pan en diferentes colores y presentaciones que parecen dispuestos a atacar tu paladar a través de tus ojos.

Alza un poco la mirada y entonces sabrás dónde estás parado, pues una lona que rodea todo el establecimiento de feria dice en letras grandes: "Rico y Tradicional Pan de Fiesta del Viejito". Es este lugar uno de los más antiguos que se ponen en la feria de los angelitos, pues el señor Diego Ramírez comenzó a vender su tan famoso pan en el año de 1933, cuando por invitación de algunos compañeros panaderos de Tlaxcala, su lugar de origen, lo trajeron a Tulancingo para que vendiera en la feria.

"Desde que llegó a Tulancingo en 1933 y la gente probó su pan, les gustó y lo empezaron a recomendar. Se dio a conocer por "el viejito" porque la gente preguntaba dónde habían comprado su pan y así decían, 'que con el viejito'", cuenta el señor Juan, quien heredó la tradición y el negocio familiar de su abuelo y de su madre. Él comenzó a entrarle a este negocio desde que tenía aproximadamente 8 años y al día de hoy ya son más de tres décadas vendiendo el pan de fiesta que su abuelo trajo a estas tierras.

Aunque el señor Diego falleció hace aproximadamente 20 años, Juan cuenta que su abuelo antes de ser panadero se dedicó al campo, aunque quiso probar suerte haciendo panes de fiesta. Con horno de leña y con una técnica que se mantiene hasta el día de hoy en la preparación de sus productos, don Diego se aclientó rápidamente gracias a su característico sabor. De vender pan en unos huacales que cargaba en la espalda, luego se compró un burrito y entonces podía abarcar más pueblos aledaños a San Juan Huactzinco, tierra que le vio nacer y donde todavía se prepara todo el pan que se distribuye en Tulancingo.

"No se ha cambiado ninguna forma de hacerlo a como lo hacía mi abuelo, hemos conservado la tradición. Hay mucha gente que hace pan de fiesta, todos lo hacen muy rico, todos nuestros amigos y familiares hacen muy sabroso su pan, pero nosotros somos los únicos que lo seguimos haciendo de forma tradicional, en la forma de hornearlo cambia el sabor", precisó Juan sobre uno de los sellos que le dan identidad.

Mientras platicábamos al interior de su negocio (momento en el que por cierto nos invitó a probar una de sus piezas de pan rellenas de un cremoso queso y mermelada de zarzamora), decenas de personas se acercaban a llevarse alguno de sus productos. Ya fuera pan de fiesta original, conchas rellenas, pan relleno, rebanadas o incluso gorditas de nata, parecía que nadie quería irse de la feria sin su pieza de pan.

Y es que además del sensacional aroma que inmediatamente coquetea con la nariz y hace agua la boca, comprar con El Viejito es sentir como que llegas a visitar a un amigo, un sentimiento nostálgico que a muchos tulancinguenses les recuerda la calidez de la tradicional feria. Ya sea con un chascarrillo, una sonrisa o hasta una prueba de sus productos, la familia Robles le impregna un amigable sentido a la sazón de sus panes.

Algo muy similar es lo que representa para Juan continuar con el legado de su abuelo en esta ciudad: "la gente de Tulancingo es muy bonita, además de que no hay como la Feria de los Angelitos. Nosotros hemos estado en muchas ferias, pero nunca se siente igual que aquí, no hay ferias como la de Tulancingo. La gente nos recibe muy bien aunque saben que no somos de Hidalgo y ven a nuestro pan como algo tradicional, muchos dicen que si no comes pan del Viejito es como no venir a la feria de los Ángeles (...) estamos muy agradecidos con Nuestra Santísima Señora, sin ella no estaríamos aquí"

Acompañado todo el tiempo por su familia, el señor Juan mencionó que está sumamente agradecido con la gente de Tulancingo, razón por la que está dispuesto a continuar vendiendo el pan de su abuelo hasta llegar a la vejez, pues está seguro que el legado continuará con sus hijos y luego con sus nietos, a quienes por cierto muy pronto comenzará a enseñarles el oficio.

"Desde aquí un saludo a la gente de Tlaxcala, a todos nuestros compañeros panaderos, también a los que venden pan de fiesta aquí en Tulancingo. Muchas gracias a todos los que nos visitan aquí en nuestra feria de los Angelitos", concluyó.


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