A la edad de 82 años, este martes, la oficina de la Curia de la Arquidiócesis de Tulancingo confirmó el fallecimiento del padre Josué Alvarado Hernández, quien se desempeñó por cuatro décadas como párroco de la Catedral Metropolitana de Tulancingo.
El padre Josué, como lo llaman todos, era muy querido por sus feligreses, brindó enorme apoyo a la cultura en el municipio, a promotores y artistas en diferentes actividades como presentaciones de libros, conciertos y exposiciones en el recinto del Claustro.
El tres de septiembre de 1976 fue nombrado párroco de la catedral de Tulancingo y puso especial cuidado en la restauración, conservación y preservación del templo sin dejar de lado su labor pastoral, logrando la reconstrucción del órgano tubular, la construcción de la escalera que lleva al campanario y al coro, así como el laminado del interior.
Nació el 22 de abril de 1940 en la ciudad de Pachuca, a los 11 años ingresó a la Escuela Apostólica, donde cursaban quinto y sexto grado de primaria aquellos que se preparaban para entrar al seminario.
Un año después entró al Seminario Menor, que se ubicaba en Metepec, Hidalgo, donde permaneció cuatro años y posteriormente se fue al Seminario Mayor que estaba en Moctezuma Nuevo México, Estados Unidos de Norteamérica.
Por indicaciones del obispo Adalberto Almeida y Merino regresó a Tulancingo, y se ordenó en la Ciudad de México el 15 de agosto de 1963.
En 1965 fue nombrado perfecto del Seminario Menor de Metepec, después fue vicario en la parroquia de Huachinango, Puebla; en la década de los 70 fue designado vicario de la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles.
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La tarde de este martes, el padre Josué falleció en la casa sacerdotal de ésta ciudad y su velación será en la Catedral Metropolitana de Tulancingo.