/ viernes 3 de diciembre de 2021

Desafía a la vida a pesar de su discapacidad

El hombre de 61 años, señala que no se acaba el mundo al perder una parte del cuerpo

Alberto Solís Gayosso perdió sus dos piernas a consecuencia de la diabetes, es una persona con discapacidad que enfrenta serios desafíos para vivir una vida plena.

Desde hace 20 años, al hombre de 61 años, le detectaron la enfermedad, pero hace cinco años fue cuando le afectó en gran medida, comenzó a no tener circulación de la rodilla hacia abajo.

“Se me adormecieron los pies, no tenía sensibilidad, después se calcificaron mis arterias y no hubo manera de poder destaparlas. Se murió mi pie en vida, me podían picar o cortar y no sentía ningún dolor”, relató.

Empezó con una pierna, pero no logró salvarla, a pesar de visitar a los mejores médicos, al año le amputaron su otra pierna.

“No quiere decir que si nos falta alguna parte de nuestro cuerpo, ya se acabó el mundo, es cuestión de seguirle y echarle muchas ganas por quien tenemos que estar, lafamilia”, reflexionó.

Tener una discapacidad, admitió que le cambió la vida, pero no fue un motivo para decaer, incluso dijo que psicológicamente no le afectó, porque siempre ha tenido impulso para seguir adelante.

“Si me cambió la vida, porque queremos hacer nuestras actividades como antes pero lógicamente ya no es posible, tenemos que hacer lo que se puede, lo que esté a nuestro alcance”, compartió.

Lamentó que en el municipio no haya rampas para las personas que tienen una discapacidad, además denunció que no hay espacios para que las personas como él reciban atención de calidad, situación que lo ha limitado para poder realizar sus terapias para utilizar sus prótesis para volver a caminar.

“No tenemos accesos en las calles, si quiero salir solo no puedo, porque hay diversos obstáculos, como topes que ponen en riesgo mi integridad”, dijo.

A pesar de que no existe una cultura hacia las personas que viven con discapacidad, admitió que no ha vivido situaciones de discriminación, sino al contrario, muchas personas han sido solidarias y atentas para apoyar a su esposa cuando se le dificulta.

El hecho de no tener sus dos piernas no lo limita para seguir con el negocio de carnicería que ha ido de generación en generación desde abuelo, desde hace 50 años y que representa el sostén de su familia.

Alberto Solís Gayosso perdió sus dos piernas a consecuencia de la diabetes, es una persona con discapacidad que enfrenta serios desafíos para vivir una vida plena.

Desde hace 20 años, al hombre de 61 años, le detectaron la enfermedad, pero hace cinco años fue cuando le afectó en gran medida, comenzó a no tener circulación de la rodilla hacia abajo.

“Se me adormecieron los pies, no tenía sensibilidad, después se calcificaron mis arterias y no hubo manera de poder destaparlas. Se murió mi pie en vida, me podían picar o cortar y no sentía ningún dolor”, relató.

Empezó con una pierna, pero no logró salvarla, a pesar de visitar a los mejores médicos, al año le amputaron su otra pierna.

“No quiere decir que si nos falta alguna parte de nuestro cuerpo, ya se acabó el mundo, es cuestión de seguirle y echarle muchas ganas por quien tenemos que estar, lafamilia”, reflexionó.

Tener una discapacidad, admitió que le cambió la vida, pero no fue un motivo para decaer, incluso dijo que psicológicamente no le afectó, porque siempre ha tenido impulso para seguir adelante.

“Si me cambió la vida, porque queremos hacer nuestras actividades como antes pero lógicamente ya no es posible, tenemos que hacer lo que se puede, lo que esté a nuestro alcance”, compartió.

Lamentó que en el municipio no haya rampas para las personas que tienen una discapacidad, además denunció que no hay espacios para que las personas como él reciban atención de calidad, situación que lo ha limitado para poder realizar sus terapias para utilizar sus prótesis para volver a caminar.

“No tenemos accesos en las calles, si quiero salir solo no puedo, porque hay diversos obstáculos, como topes que ponen en riesgo mi integridad”, dijo.

A pesar de que no existe una cultura hacia las personas que viven con discapacidad, admitió que no ha vivido situaciones de discriminación, sino al contrario, muchas personas han sido solidarias y atentas para apoyar a su esposa cuando se le dificulta.

El hecho de no tener sus dos piernas no lo limita para seguir con el negocio de carnicería que ha ido de generación en generación desde abuelo, desde hace 50 años y que representa el sostén de su familia.

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