/ lunes 13 de noviembre de 2023

Chimalapa, donde vive la sirena nahua de Acaxochitlán

A unos 15 minutos de la cabecera municipal del Pueblo Mágico, este sitio es ideal para un modesto día de campo o hasta para sentarse y leer mientras escuchas la relajante caída del agua 

Guardada de forma discreta entre los bosques montañosos de Acaxochitlán, las cascadas de Chimalapa es de esos sitios que parecen salidos de alguna historia medieval o de alguna leyenda prehistórica: para llegar hace falta caminar un poco entre los senderos boscosos, previo a vislumbrar un valle verde, modesto y solitario, bellamente engalanado por una cascada de aproximadamente diez metros de altura.

El agua cae sobre un pequeño pozo natural de aguas cristalinas, que luego desemboca en un riachuelo donde podrás ver algunos charales mientras descansas en las laderas de este cuerpo de agua. El espacio es suficiente para sentarse sobre el pasto o sobre alguno de los troncos que reposan aquí, mientras te dejas llevar por el relajante sonido del agua caer o mientras disfrutas de una botana, fruta o hasta de una cerveza. Solo no olvides recoger tu basura.

Cuidado y atendido por comuneros de la localidad de Chimalapa, este lugar también guarda su atractivo místico: de acuerdo con la creencia popular, habita una entidad de la mitología prehistórica mexicana, la “Atlanchane”, criatura mitad mujer y mitad serpiente acuática, entidad muy parecida a lo que hoy conocemos como sirena y que según la leyenda, tiene la facultad no solo para endulzar a pescadores con su canto, también para salir del agua convirtiendo su cola en un par de piernas, en virtud de atraer a los hombres con su descomunal belleza.

En la mitología mexicana nahua, se sabe que la también llamada Tlanchana era una maga con poderes de adivinación, por lo que era prudente acudir ante ella buscando consejo previo a una batalla, jornada de pesca, temporada de siembra o matrimonio. Se le concibe, según los otomíes, como la hija de la luna, diosa acuática y madre y creadora de los seres vivos, especialmente de los peces.

Para conocer este mítico espacio y poder tocar las aguas donde supuestamente se aloja esta criatura, primero hay que arribar a Acaxochitlán. Llegar es muy sencillo: en auto y desde la Ciudad de México, se toma la autopista México-Pirámides-Tulancingo y se continúa por la carretera federal México-Tuxpan; al llegar al libramiento, toma la vía de cuota Libramiento Tulancingo y a la altura de San Alejo, hay que incorporarse nuevamente a la carretera federal que lleva a Tuxpan.

Luego llegarás a la entrada de Acaxochitlán, que reconocerás por un par de arcos que adornan el acceso. Será cuestión de máximo diez minutos para que arribes al centro del municipio, de ahí dirígete a la carretera que va para Chimalapa. Antes de llegar a dicha comunidad, podrás encontrar el puente de Río Acoculco. Aquí debes descender de tu vehículo para caminar aproximadamente 15 minutos a través de un sendero, mientras disfrutas de maravillosas vistas y paisajes rodeados de vegetación.

Si te diriges desde Pachuca, habrá que llegar a Tulancingo por la carretera federal México-Tuxpan y en caso de no querer tomar la vía de cuota que conecta con la caseta de San Alejo, la opción es atravesar la ciudad sobre la misma carretera, lo cual tomará cerca de 15 minutos si no hay tráfico. Aunque en Acaxochitlán hay diversidad de hoteles, no lejos de las cascadas existe un complejo de cabañas en el que puedes hospedarte.


Guardada de forma discreta entre los bosques montañosos de Acaxochitlán, las cascadas de Chimalapa es de esos sitios que parecen salidos de alguna historia medieval o de alguna leyenda prehistórica: para llegar hace falta caminar un poco entre los senderos boscosos, previo a vislumbrar un valle verde, modesto y solitario, bellamente engalanado por una cascada de aproximadamente diez metros de altura.

El agua cae sobre un pequeño pozo natural de aguas cristalinas, que luego desemboca en un riachuelo donde podrás ver algunos charales mientras descansas en las laderas de este cuerpo de agua. El espacio es suficiente para sentarse sobre el pasto o sobre alguno de los troncos que reposan aquí, mientras te dejas llevar por el relajante sonido del agua caer o mientras disfrutas de una botana, fruta o hasta de una cerveza. Solo no olvides recoger tu basura.

Cuidado y atendido por comuneros de la localidad de Chimalapa, este lugar también guarda su atractivo místico: de acuerdo con la creencia popular, habita una entidad de la mitología prehistórica mexicana, la “Atlanchane”, criatura mitad mujer y mitad serpiente acuática, entidad muy parecida a lo que hoy conocemos como sirena y que según la leyenda, tiene la facultad no solo para endulzar a pescadores con su canto, también para salir del agua convirtiendo su cola en un par de piernas, en virtud de atraer a los hombres con su descomunal belleza.

En la mitología mexicana nahua, se sabe que la también llamada Tlanchana era una maga con poderes de adivinación, por lo que era prudente acudir ante ella buscando consejo previo a una batalla, jornada de pesca, temporada de siembra o matrimonio. Se le concibe, según los otomíes, como la hija de la luna, diosa acuática y madre y creadora de los seres vivos, especialmente de los peces.

Para conocer este mítico espacio y poder tocar las aguas donde supuestamente se aloja esta criatura, primero hay que arribar a Acaxochitlán. Llegar es muy sencillo: en auto y desde la Ciudad de México, se toma la autopista México-Pirámides-Tulancingo y se continúa por la carretera federal México-Tuxpan; al llegar al libramiento, toma la vía de cuota Libramiento Tulancingo y a la altura de San Alejo, hay que incorporarse nuevamente a la carretera federal que lleva a Tuxpan.

Luego llegarás a la entrada de Acaxochitlán, que reconocerás por un par de arcos que adornan el acceso. Será cuestión de máximo diez minutos para que arribes al centro del municipio, de ahí dirígete a la carretera que va para Chimalapa. Antes de llegar a dicha comunidad, podrás encontrar el puente de Río Acoculco. Aquí debes descender de tu vehículo para caminar aproximadamente 15 minutos a través de un sendero, mientras disfrutas de maravillosas vistas y paisajes rodeados de vegetación.

Si te diriges desde Pachuca, habrá que llegar a Tulancingo por la carretera federal México-Tuxpan y en caso de no querer tomar la vía de cuota que conecta con la caseta de San Alejo, la opción es atravesar la ciudad sobre la misma carretera, lo cual tomará cerca de 15 minutos si no hay tráfico. Aunque en Acaxochitlán hay diversidad de hoteles, no lejos de las cascadas existe un complejo de cabañas en el que puedes hospedarte.


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