/ miércoles 29 de noviembre de 2023

Hiram Ruvalcaba busca el origen de la violencia en su nueva novela Todo pueblo es cicatriz

Hiram Ruvalcaba lleva a la FIL su novela Todo pueblo es cicatriz, a partir de hechos ocurridos en su entorno desde la infancia

El escritor jalisciense Hiram Ruvalcaba incursiona por primera vez en la novela y, tal como sus publicaciones de cuentos, recurre a la autoficción para narrar en Todo pueblo es cicatriz, hechos que han marcado su vida. La novela parte del asesinato de su vecina, Sagrario, cuando el autor tenía ocho años en 1996. Dos muertes más cruzan la trama, el feminicidio de Rocío en 2000, y el fallecimiento de su tío, Antonio Ruvalcaba, tras ser atacado en un asalto durante la falsa compra-venta de un auto en 2005.

Puede interesarte: La escritura es un acto egoísta, asegura Alice Kellen al presentar su novela en la FIL 2023

“La autoficción era la manera natural para contar lo que yo quería contar, estas muertes que fueron tan impactantes para mí en su momento, una transformación en mi manera de entender la realidad, mi propio pueblo, que fueron importantes en mi formación ética, profesional; abordarlos desde el descarnamiento, de cómo lo viví”, dice en entrevista el autor de Los niños del agua, Premio Nacional de Crónica Joven Ricardo Garibay 2020, donde describe la experiencia de haber perdido a un hijo.

Ruvalcaba, quien abandonó el periodismo para dedicarse a la literatura, advierte que no quiso hacer un reportaje o una crónica, sino utilizar las herramientas de la novela, “que me permitían no sólo presentar algunas cifras reales, sino introducir personajes que son importantes en estas historias, por ejemplo, los vecinos, los feminicidas, los culpables, que en un país lleno de impunidad, muchas veces no los agarran y pues cómo los entrevistas, cómo te asomas a sus motivos, sus pensamientos, sobre todo porque se plantea una gran pregunta: ¿dónde nace la violencia?”.

Este es un registro del cambio social alrededor de la violencia. El autor menciona cómo en 2000, cuando Rocío fue asesinada por su esposo, el término legal de feminicidio no existía; “el asesinato de mujeres tenía una fuerte carga emocional en el asesino ‘mató a su hija porque faltó al respeto’, la hija está embarazada y entonces el padre tiene derecho a matarla, eso pasó, y seguirá pasando seguramente, pero cuando se hace la modificación y se habla de feminicidio, considero que se quita precisamente esa justificación ‘no es su culpa, se volvió loco’”.

Durante la escritura de la novela, Hiram Ruvalcaba descubrió que un asesinato no es un hecho repentino, sino la suma de violencias que se acumulan hasta llegar a un desenlace fatal. Pero la violencia está en todas partes. “Hay violencias cotidianas, constantes, aceptadas por la sociedad, una humillación en público, la ley del hielo, una nalgada que se va de las manos, una cachetada, y no digo que todos los que se dicen groserías en pareja son potenciales asesinos o feminicidas, pero sí creo que todos los feminicidas empezaron de esta forma, por eso hay que preguntarnos dónde empieza la violencia”.

Ruvalcaba es un narrador implacable y tener la conciencia de que está relatando hechos reales, provoca en el lector un desasosiego que sin embargo impide soltar el libro hasta el final y ser testigo de este conjunto de historias; cómo una profesora que decidió enviarse flores en su cumpleaños fue asesinada por un marido celoso, o cómo el mismo narrador está a punto de cruzar una línea sin retorno cuando su novia le comunica que está iniciando otra relación.

A propósito el título, puntualiza que Jalisco no es una geografía única; “esto se puede trasladar a otros lugares de la república, incluso donde yo nunca he estado. La violencia es ecuménica, está presente en todo lugar, en todo momento, quizá más en los últimos años, yo marco una frontera muy clara con el año 2006, fue la guerra contra el crimen organizado la que desató todo este desmadre; una importante parte de la sociedad de verdad creía que era real y ahora que atraparon a Genaro García Luna, vimos que lo que algunos sospechábamos era verdad, una farsa, una pantalla para checar algunos negocios que traía con sus secuaces, nos hicieron carne de cañón para negocios que ni entendemos y que los muertos nunca llegaron a conocer.

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“Hablar de la violencia se ha vuelto una constante. Yo he estado en conferencias y presentaciones en las que escucho que ‘ya chole con la literatura del narco, los muertos y la violencia’, y yo no estoy de acuerdo, creo que lo que tenemos que decir es ya chole con los 11 feminicidios al día, con que los morros de 12, 13 años se van a hacer sicarios porque no tienen otras oportunidades, o los han convencido de que no tienen de otra, de eso sí, ya chole”.

Hiram Ruvalcaba presentará Todo pueblo es cicatriz este miércoles a las 17:20 en el Salón D del Área Internacional de la FIL Guadalajara, junto con Alaíde Ventura, quien presentará su novela Autofagia.



TE RECOMENDAMOS EL PODCAST ⬇️

Disponible en: Acast, Spotify, Apple Podcasts, Google Podcasts, Deezer y Amazon Music

El escritor jalisciense Hiram Ruvalcaba incursiona por primera vez en la novela y, tal como sus publicaciones de cuentos, recurre a la autoficción para narrar en Todo pueblo es cicatriz, hechos que han marcado su vida. La novela parte del asesinato de su vecina, Sagrario, cuando el autor tenía ocho años en 1996. Dos muertes más cruzan la trama, el feminicidio de Rocío en 2000, y el fallecimiento de su tío, Antonio Ruvalcaba, tras ser atacado en un asalto durante la falsa compra-venta de un auto en 2005.

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“La autoficción era la manera natural para contar lo que yo quería contar, estas muertes que fueron tan impactantes para mí en su momento, una transformación en mi manera de entender la realidad, mi propio pueblo, que fueron importantes en mi formación ética, profesional; abordarlos desde el descarnamiento, de cómo lo viví”, dice en entrevista el autor de Los niños del agua, Premio Nacional de Crónica Joven Ricardo Garibay 2020, donde describe la experiencia de haber perdido a un hijo.

Ruvalcaba, quien abandonó el periodismo para dedicarse a la literatura, advierte que no quiso hacer un reportaje o una crónica, sino utilizar las herramientas de la novela, “que me permitían no sólo presentar algunas cifras reales, sino introducir personajes que son importantes en estas historias, por ejemplo, los vecinos, los feminicidas, los culpables, que en un país lleno de impunidad, muchas veces no los agarran y pues cómo los entrevistas, cómo te asomas a sus motivos, sus pensamientos, sobre todo porque se plantea una gran pregunta: ¿dónde nace la violencia?”.

Este es un registro del cambio social alrededor de la violencia. El autor menciona cómo en 2000, cuando Rocío fue asesinada por su esposo, el término legal de feminicidio no existía; “el asesinato de mujeres tenía una fuerte carga emocional en el asesino ‘mató a su hija porque faltó al respeto’, la hija está embarazada y entonces el padre tiene derecho a matarla, eso pasó, y seguirá pasando seguramente, pero cuando se hace la modificación y se habla de feminicidio, considero que se quita precisamente esa justificación ‘no es su culpa, se volvió loco’”.

Durante la escritura de la novela, Hiram Ruvalcaba descubrió que un asesinato no es un hecho repentino, sino la suma de violencias que se acumulan hasta llegar a un desenlace fatal. Pero la violencia está en todas partes. “Hay violencias cotidianas, constantes, aceptadas por la sociedad, una humillación en público, la ley del hielo, una nalgada que se va de las manos, una cachetada, y no digo que todos los que se dicen groserías en pareja son potenciales asesinos o feminicidas, pero sí creo que todos los feminicidas empezaron de esta forma, por eso hay que preguntarnos dónde empieza la violencia”.

Ruvalcaba es un narrador implacable y tener la conciencia de que está relatando hechos reales, provoca en el lector un desasosiego que sin embargo impide soltar el libro hasta el final y ser testigo de este conjunto de historias; cómo una profesora que decidió enviarse flores en su cumpleaños fue asesinada por un marido celoso, o cómo el mismo narrador está a punto de cruzar una línea sin retorno cuando su novia le comunica que está iniciando otra relación.

A propósito el título, puntualiza que Jalisco no es una geografía única; “esto se puede trasladar a otros lugares de la república, incluso donde yo nunca he estado. La violencia es ecuménica, está presente en todo lugar, en todo momento, quizá más en los últimos años, yo marco una frontera muy clara con el año 2006, fue la guerra contra el crimen organizado la que desató todo este desmadre; una importante parte de la sociedad de verdad creía que era real y ahora que atraparon a Genaro García Luna, vimos que lo que algunos sospechábamos era verdad, una farsa, una pantalla para checar algunos negocios que traía con sus secuaces, nos hicieron carne de cañón para negocios que ni entendemos y que los muertos nunca llegaron a conocer.

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“Hablar de la violencia se ha vuelto una constante. Yo he estado en conferencias y presentaciones en las que escucho que ‘ya chole con la literatura del narco, los muertos y la violencia’, y yo no estoy de acuerdo, creo que lo que tenemos que decir es ya chole con los 11 feminicidios al día, con que los morros de 12, 13 años se van a hacer sicarios porque no tienen otras oportunidades, o los han convencido de que no tienen de otra, de eso sí, ya chole”.

Hiram Ruvalcaba presentará Todo pueblo es cicatriz este miércoles a las 17:20 en el Salón D del Área Internacional de la FIL Guadalajara, junto con Alaíde Ventura, quien presentará su novela Autofagia.



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