/ lunes 1 de abril de 2024

Santiago Tulantepec: Ahíla, la pirámide que destrozaron pobladores 

Aquí, se descubrieron entre 14 y 18 osamentas acompañadas de mobiliario funerario

El municipio de Santiago Tulantepec está repleto de historia y un pasado que muestra la importancia de la demarcación según la cultura antigua. Lamentablemente, hoy en día, de tales vestigios solo quedan ruinas sobre ruinas como es el caso de la pirámide de Ahíla.

En la zona arqueológica de Tulantepec llamada Zazacuala o Tzazacuala, anteriormente El Pedregal, existen más de 100 formaciones piramidales, de acuerdo con el investigador Iván Reyes, las cuales se encuentran escondidas bajo nopaleras y maleza, entre las 285 hectáreas de dicha zona arqueológica; debido a su extensión, comprende tres municipios: Santiago Tulantepec, Cuautepec de Hinojosa y Tulancingo.

De esas formaciones piramidales, la más grande del lugar era conocida como la Pirámide de Zazacuala o de Ahíla, con una altura de nueve metros aproximadamente, fue destruida para ser vendida como piedra de construcción durante la primera administración municipal de Santiago Tulantepec en 1941, de acuerdo con Roberto Ocádiz en su libro “Tulancingo y sus alrededores”, quien tomó el único vestigio fotográfico de dicho suceso.

Los primeros reportes de investigación de esta zona datan de 1943 con uno de los primeros arqueólogos de México, Carlos Margain, quien describió en sus artículos una antigua estructura piramidal que en aquel entonces conservaba taludes y escalinatas que lamentablemente, tiempo después, fueron destruidas por lugareños.

De acuerdo con un artículo publicado por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), posterior a Margain, los arqueólogos Florencia Müller y el hidalguense Cesar Lizardi Ramos continuaron con las investigaciones en este sitio en la década de los 50.

Cabe destacar que Florencia Müller es quien estudió por vez primera el montículo de Huapalcalco, donde más tarde se descubriría un hacha que da fe de la antigüedad del asentamiento social en el Valle de Tulancingo.

Encuentran Restos Humanos

De las investigaciones hechas por ambos arqueólogos se hizo, quizá, el hallazgo más importante de la zona pues derivado de una denuncia ciudadana, en la que se exponía la construcción de un Lienzo Charro en dicha zona, el cual hoy en día está en ruinas, lleno de maleza, en sus paredes pintadas de blanco se hacen anuncios de cualquier tipo.

Fue ahí que notaron que tal construcción se estaba llevando a cabo sobre una plataforma prehispánica. En “Entierro radial de Tulancingo”, Müller escribe: “Este trabajo fue el resultado del estudio sobre el Entierro Radial Teotihuacano encontrado durante la construcción del Ruedo Charro en el Pedregal de Santiago Tulantepec, a dos y medio kilómetros al sur de la ciudad de Tulancingo, Hgo. Este entierro fue descubierto en parte por las excavaciones clandestinas de Santiago Tulantepec, el 15 de septiembre de 1955, y acabado de excavar por la autora y el Profr. César Lizardi Ramos del 19 al 25 de septiembre del mismo año”

Y continúa: “Lo interesante de este entierro múltiple con su rico mobiliario funerario, fueron los datos que se obtuvieron con su estudio. Parece que originalmente contenía los restos óseos primarios de entre 14 y 18 personas, colocados radialmente alrededor de una gran olla-urna que contenía los restos de un entierro secundario con dos cuentas de piedra verde; además, los entierros primarios estaban separados el uno del otro por una hilera de piedras, y junto a la olla – urna estaba la estatua del Dios del fuego teotihuacano…”.

Objetos Encontrados

Siguiendo con la información recabada por Müller, algunos de los artículos que se encontraron durante estas excavaciones fueron: una ofrenda de vasijas, una escultura de Huehuetéotl o Dios del fuego, collares de cuentas de jade y materiales cerámicos de fase Preclásico superior, Teotihuacán II y del Posclásico tardío y varios instrumentos de obsidiana.

En 1970, un matrimonio de arqueólogos canadienses de apellido Snow, hicieron varios recorridos por la zona de Zazacuala y dejaron escrito sus trabajos:

"El área ceremonial de Zazacuala es más grande en mucho que la de Huapalcalco, pero las características del modelo de construcción son diferentes completamente (...) Esta región está compuesta de grandes áreas conteniendo complejos arquitectónicos de red de una gran longitud, plataformas o paredes que están colocadas en pequeñas plazas tendidas, pero también colocadas en espacios abiertos tendidos", escribieron los canadienses.


El municipio de Santiago Tulantepec está repleto de historia y un pasado que muestra la importancia de la demarcación según la cultura antigua. Lamentablemente, hoy en día, de tales vestigios solo quedan ruinas sobre ruinas como es el caso de la pirámide de Ahíla.

En la zona arqueológica de Tulantepec llamada Zazacuala o Tzazacuala, anteriormente El Pedregal, existen más de 100 formaciones piramidales, de acuerdo con el investigador Iván Reyes, las cuales se encuentran escondidas bajo nopaleras y maleza, entre las 285 hectáreas de dicha zona arqueológica; debido a su extensión, comprende tres municipios: Santiago Tulantepec, Cuautepec de Hinojosa y Tulancingo.

De esas formaciones piramidales, la más grande del lugar era conocida como la Pirámide de Zazacuala o de Ahíla, con una altura de nueve metros aproximadamente, fue destruida para ser vendida como piedra de construcción durante la primera administración municipal de Santiago Tulantepec en 1941, de acuerdo con Roberto Ocádiz en su libro “Tulancingo y sus alrededores”, quien tomó el único vestigio fotográfico de dicho suceso.

Los primeros reportes de investigación de esta zona datan de 1943 con uno de los primeros arqueólogos de México, Carlos Margain, quien describió en sus artículos una antigua estructura piramidal que en aquel entonces conservaba taludes y escalinatas que lamentablemente, tiempo después, fueron destruidas por lugareños.

De acuerdo con un artículo publicado por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), posterior a Margain, los arqueólogos Florencia Müller y el hidalguense Cesar Lizardi Ramos continuaron con las investigaciones en este sitio en la década de los 50.

Cabe destacar que Florencia Müller es quien estudió por vez primera el montículo de Huapalcalco, donde más tarde se descubriría un hacha que da fe de la antigüedad del asentamiento social en el Valle de Tulancingo.

Encuentran Restos Humanos

De las investigaciones hechas por ambos arqueólogos se hizo, quizá, el hallazgo más importante de la zona pues derivado de una denuncia ciudadana, en la que se exponía la construcción de un Lienzo Charro en dicha zona, el cual hoy en día está en ruinas, lleno de maleza, en sus paredes pintadas de blanco se hacen anuncios de cualquier tipo.

Fue ahí que notaron que tal construcción se estaba llevando a cabo sobre una plataforma prehispánica. En “Entierro radial de Tulancingo”, Müller escribe: “Este trabajo fue el resultado del estudio sobre el Entierro Radial Teotihuacano encontrado durante la construcción del Ruedo Charro en el Pedregal de Santiago Tulantepec, a dos y medio kilómetros al sur de la ciudad de Tulancingo, Hgo. Este entierro fue descubierto en parte por las excavaciones clandestinas de Santiago Tulantepec, el 15 de septiembre de 1955, y acabado de excavar por la autora y el Profr. César Lizardi Ramos del 19 al 25 de septiembre del mismo año”

Y continúa: “Lo interesante de este entierro múltiple con su rico mobiliario funerario, fueron los datos que se obtuvieron con su estudio. Parece que originalmente contenía los restos óseos primarios de entre 14 y 18 personas, colocados radialmente alrededor de una gran olla-urna que contenía los restos de un entierro secundario con dos cuentas de piedra verde; además, los entierros primarios estaban separados el uno del otro por una hilera de piedras, y junto a la olla – urna estaba la estatua del Dios del fuego teotihuacano…”.

Objetos Encontrados

Siguiendo con la información recabada por Müller, algunos de los artículos que se encontraron durante estas excavaciones fueron: una ofrenda de vasijas, una escultura de Huehuetéotl o Dios del fuego, collares de cuentas de jade y materiales cerámicos de fase Preclásico superior, Teotihuacán II y del Posclásico tardío y varios instrumentos de obsidiana.

En 1970, un matrimonio de arqueólogos canadienses de apellido Snow, hicieron varios recorridos por la zona de Zazacuala y dejaron escrito sus trabajos:

"El área ceremonial de Zazacuala es más grande en mucho que la de Huapalcalco, pero las características del modelo de construcción son diferentes completamente (...) Esta región está compuesta de grandes áreas conteniendo complejos arquitectónicos de red de una gran longitud, plataformas o paredes que están colocadas en pequeñas plazas tendidas, pero también colocadas en espacios abiertos tendidos", escribieron los canadienses.


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