/ martes 19 de marzo de 2024

Manantial de Acatlán reduce su volumen en 40 por ciento

De este cuerpo de agua se abastece a más de mil 600 familias del municipio y Tulancingo 

Un estimado de 40 por ciento, según apuntan los encargados del agua en Acatlán, es lo que se redujo el volumen del manantial de San Dionisio, tan solo en el último año. Más parecido a un encharcamiento entre lodos que a un cuerpo de agua corriente y natural, de este manantial se abastece a más de mil 600 familias únicamente de Acatlán, porque cabe aclarar que también surte a colonias de la comunidad vecina de Jaltepec, adscrita a Tulancingo de Bravo.

“Es su nivel más bajo en décadas. Es el nivel más bajo en que ha estado”, sentencia José Pimentel, comisionado para el cuidado y administración del vital líquido en el municipio quesero desde hace ya tres años. Aquí aún es costumbre que los lugareños se rolen esta responsabilidad cada trienio, por lo que son ellos y no la administración municipal, quienes recolectan la cooperación, detectan fugas, las reparan, regularizan tomas, hacen faenas, determinan horas de suministro, entre otras funciones que ejecutan voluntariamente.

“Esta agua abastece a dos municipios, Tulancingo y Acatlán. En Tulancingo a Jaltepec, y aquí a cinco colonias: Chautenco, Agustín Olvera, Metepec Primero, Metepec Segundo y Centro. Además los de aquí de San Dionisio que cargan aquí afuera y bombean a un tinaco. Son como otras 200 familias que vienen a servirse aquí directamente”, especificó

Acompañado del ingeniero Erick Toriz Castelán, también parte de este equipo, Pimentel cuenta que el manantial de San Dionisio es un abastecimiento natural que desciende de los cerros aledaños, razón por la que se conforma mayormente de agua de lluvia que se filtra por las rocas y luego vuelve a nacer en una serie de veneros. Por desgracia, algunos de ellos ya están sepultados por el lodo y el polvo, luego del fatídico 2023, año de los más intensos en materia de sequía para la demarcación acatlense.

A simple vista, ni siquiera parece que de aquí alcance el agua para tantas personas, pues si acaso el nivel llega a los tobillos y es apenas suficiente para que sobrevivan unos cuantos charales que se pasean por lo que queda de las cristalinas aguas. El manantial desemboca a través de unos ductos que en teoría se dirigen rumbo a Jaltepec, aunque el panorama es incluso más desolador: apenas y brota un tenue “hilito” de agua, enmudecido por su debilidad. “Es si acaso una pulgada”, estima el ingeniero Toriz.

“Se abastece de pura lluvia, por eso se está secando. Las últimas lluvias fuertes nos cayeron en 2021 pero ahorita ya se juntó la sequía del año pasado con la de este año (...) se nota que ha disminuido el nivel del agua, hace unos meses nos daba (presión) de a 10 metros por segundo, apenas la medimos y está en seis o siete metros por segundo”, abunda.

Posibles Soluciones y Otros Problemas

La alternativa de solución, según expresaron los comuneros, es implementar mecanismos de filtración para que el agua vaya más limpia y pueda rendir más, así como cambio en algunas válvulas o redes de tandeo a los diferentes barrios que se abastecen del manantial.

“Es algo muy preocupante, falta hacer conciencia con la ciudadanía para que cuiden su consumo de agua, a quien le llegue no hay que desperdiciarla y la comprensión porque tal vez se requiera un reacomodo de tandeos de agua. Les informaremos por comunidad cómo van a quedar los nuevos horarios. Si no llueve este año, el año que viene va a ser una crisis muy intensa”

Al ser una administración independiente al gobierno, no reciben presupuesto y todo debe salir del cobro mensual que se hace a los usuarios, aunque únicamente el 40 por ciento de las tomas registradas cumplen con esta cooperación. Aquí es donde nace otro problema además de la sequía. El corto presupuesto del cual dispone esta organización comunitaria, hace imposible que puedan hacerse estudios de calidad de las aguas, toda vez que no cuentan con sistema de cloración para detener la proliferación de bacterias que detonen eventualmente en problemas gastrointestinales o cutáneos.

De hecho, en el cuarto donde en teoría deberían estar las máquinas para bombear agua y clorar el líquido, solo hay deterioradas estructuras que ya ni siquiera están en condiciones de rehabilitarse.


Un estimado de 40 por ciento, según apuntan los encargados del agua en Acatlán, es lo que se redujo el volumen del manantial de San Dionisio, tan solo en el último año. Más parecido a un encharcamiento entre lodos que a un cuerpo de agua corriente y natural, de este manantial se abastece a más de mil 600 familias únicamente de Acatlán, porque cabe aclarar que también surte a colonias de la comunidad vecina de Jaltepec, adscrita a Tulancingo de Bravo.

“Es su nivel más bajo en décadas. Es el nivel más bajo en que ha estado”, sentencia José Pimentel, comisionado para el cuidado y administración del vital líquido en el municipio quesero desde hace ya tres años. Aquí aún es costumbre que los lugareños se rolen esta responsabilidad cada trienio, por lo que son ellos y no la administración municipal, quienes recolectan la cooperación, detectan fugas, las reparan, regularizan tomas, hacen faenas, determinan horas de suministro, entre otras funciones que ejecutan voluntariamente.

“Esta agua abastece a dos municipios, Tulancingo y Acatlán. En Tulancingo a Jaltepec, y aquí a cinco colonias: Chautenco, Agustín Olvera, Metepec Primero, Metepec Segundo y Centro. Además los de aquí de San Dionisio que cargan aquí afuera y bombean a un tinaco. Son como otras 200 familias que vienen a servirse aquí directamente”, especificó

Acompañado del ingeniero Erick Toriz Castelán, también parte de este equipo, Pimentel cuenta que el manantial de San Dionisio es un abastecimiento natural que desciende de los cerros aledaños, razón por la que se conforma mayormente de agua de lluvia que se filtra por las rocas y luego vuelve a nacer en una serie de veneros. Por desgracia, algunos de ellos ya están sepultados por el lodo y el polvo, luego del fatídico 2023, año de los más intensos en materia de sequía para la demarcación acatlense.

A simple vista, ni siquiera parece que de aquí alcance el agua para tantas personas, pues si acaso el nivel llega a los tobillos y es apenas suficiente para que sobrevivan unos cuantos charales que se pasean por lo que queda de las cristalinas aguas. El manantial desemboca a través de unos ductos que en teoría se dirigen rumbo a Jaltepec, aunque el panorama es incluso más desolador: apenas y brota un tenue “hilito” de agua, enmudecido por su debilidad. “Es si acaso una pulgada”, estima el ingeniero Toriz.

“Se abastece de pura lluvia, por eso se está secando. Las últimas lluvias fuertes nos cayeron en 2021 pero ahorita ya se juntó la sequía del año pasado con la de este año (...) se nota que ha disminuido el nivel del agua, hace unos meses nos daba (presión) de a 10 metros por segundo, apenas la medimos y está en seis o siete metros por segundo”, abunda.

Posibles Soluciones y Otros Problemas

La alternativa de solución, según expresaron los comuneros, es implementar mecanismos de filtración para que el agua vaya más limpia y pueda rendir más, así como cambio en algunas válvulas o redes de tandeo a los diferentes barrios que se abastecen del manantial.

“Es algo muy preocupante, falta hacer conciencia con la ciudadanía para que cuiden su consumo de agua, a quien le llegue no hay que desperdiciarla y la comprensión porque tal vez se requiera un reacomodo de tandeos de agua. Les informaremos por comunidad cómo van a quedar los nuevos horarios. Si no llueve este año, el año que viene va a ser una crisis muy intensa”

Al ser una administración independiente al gobierno, no reciben presupuesto y todo debe salir del cobro mensual que se hace a los usuarios, aunque únicamente el 40 por ciento de las tomas registradas cumplen con esta cooperación. Aquí es donde nace otro problema además de la sequía. El corto presupuesto del cual dispone esta organización comunitaria, hace imposible que puedan hacerse estudios de calidad de las aguas, toda vez que no cuentan con sistema de cloración para detener la proliferación de bacterias que detonen eventualmente en problemas gastrointestinales o cutáneos.

De hecho, en el cuarto donde en teoría deberían estar las máquinas para bombear agua y clorar el líquido, solo hay deterioradas estructuras que ya ni siquiera están en condiciones de rehabilitarse.


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