/ miércoles 11 de mayo de 2022

Flores y una tumba limpia, el otro regalo a las madres

Doña Celia regó con agua el montículo de tierra y dejó una docena de rosas rojas a su difunta madre

Celia Moedano Reyes no visitó a su difunta madre en el Panteón Municipal de Pachuca durante los dos años de pandemia por el Covid-19, por temor a la enfermedad y la cual la padeció de forma agresiva, afortunadamente salió con bien y, ayer, en el Día de las Madres, finalmente pudo visitarla para limpiar la morada final de la mala hierba y dejarle rosas rojas que tanto le gustaban en vida.

Ayer observó que los inclementes rayos de Sol ocasionaron estragos en los agapandos apenas sembrados, en febrero pasado, en el montículo de tierra negra que cubre la tumba de doña Herminia Reyes Hernández, enterrada junto a su hijo Nabor Moedano Reyes, madre y hermano de Celia.

Junto con su esposo, Celia arregló la tierra y la regó con agua de la pileta del que dispone el panteón. Se sorprendió al ver unas pequeñas flores de encendido color que ella no sembró, pero sospecha que fue obra de alguno de sus hermanos con quienes no tiene la posibilidad de coincidir para visitar la tumba.

En uno de los floreros de mármol colocó una docena de rosas, en su mayoría rojas, que compró a 100 pesos en la colonia Benito Juárez, atrás de la Hacienda ExConcepción. No espero a adquirirlas cerca del panteón porque se eleva a 160 pesos.

Antes de la pandemia Celia visita a sus difuntos al menos cuatro veces al año.

Celia Moedano Reyes no visitó a su difunta madre en el Panteón Municipal de Pachuca durante los dos años de pandemia por el Covid-19, por temor a la enfermedad y la cual la padeció de forma agresiva, afortunadamente salió con bien y, ayer, en el Día de las Madres, finalmente pudo visitarla para limpiar la morada final de la mala hierba y dejarle rosas rojas que tanto le gustaban en vida.

Ayer observó que los inclementes rayos de Sol ocasionaron estragos en los agapandos apenas sembrados, en febrero pasado, en el montículo de tierra negra que cubre la tumba de doña Herminia Reyes Hernández, enterrada junto a su hijo Nabor Moedano Reyes, madre y hermano de Celia.

Junto con su esposo, Celia arregló la tierra y la regó con agua de la pileta del que dispone el panteón. Se sorprendió al ver unas pequeñas flores de encendido color que ella no sembró, pero sospecha que fue obra de alguno de sus hermanos con quienes no tiene la posibilidad de coincidir para visitar la tumba.

En uno de los floreros de mármol colocó una docena de rosas, en su mayoría rojas, que compró a 100 pesos en la colonia Benito Juárez, atrás de la Hacienda ExConcepción. No espero a adquirirlas cerca del panteón porque se eleva a 160 pesos.

Antes de la pandemia Celia visita a sus difuntos al menos cuatro veces al año.

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