Del cien por ciento de la carne que sale del rastro municipal de Tulancingo, sólo entre el cinco y ocho por ciento, queda dentro del mismo municipio y el resto es vendido en ciudades como Pachuca, México, Poza Rica, y algunos otros estados del país, informó Sergio Franco Ortiz, director del rastro.
Esto se debe a las excesivas casas de matanza u obradores que existen dentro del municipio, que pese a que son de manera clandestina por no ser reguladas o supervisadas por las autoridades sanitarias como sucede en el rastro, funcionan para surtir a las casi 200 carnicerías que hay dentro del municipio.
El director del rastro expuso que la matanza clandestina se debe a que la mayoría de las carnicerías del municipio son familiares y es dentro de las casas o establecimientos que se realizan los sacrificios para evitar así pagar el servicio del rastro.
Enfatizó que la diferencia entre los obradores existentes y el rastro, se debe principalmente en la muerte digna que se les da al animal, pues por parte de las autoridades que los regulan, se les ha prohibido sacrificar mediante golpes o degollar al animal. Situaciones que se presentan en las casas de matanzas.
“Se sacrifica vía pistoleta para que no sufra el animal; el ganado debe de estar desinfectado y bañado para relajar al animal y evitar una muerte dolorosa”, expuso.
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Agregado al problema de la poca compra de carne al municipio, actualmente el rastro, pasa por un problema extra, el desabasto de animales, tanto bovino como porcino, esto debido a la falta del grano con el que se alimenta al ganado.