/ sábado 2 de marzo de 2019

El imperio de Sosa parece derrumbarse

El imperio que construyó Gerardo Sosa Castelán hace aproximadamente 40 años en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), parece derrumbarse en las últimas horas, luego de que se confirmó que es la institución educativa pública a la que le fueron congeladas sus cuentas bancarias por presunto lavado de dinero.

La institución ha permanecido durante cuatro décadas bajo el control del expresidente de la Federación de Estudiantes Universitarios de Hidalgo (FEUH) y exrector, quien posee un negro historial político-social.

Discípulo de José Antonio Zorrilla Pérez, extitular de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad y sentenciado como autor intelectual del periodista Manuel Buendía, Sosa Castelán se ha caracterizado por su actitud violenta y porril desde su estancia en el entonces Instituto de Ciencias Sociales.

Por esos medios logró imponer su ley dentro y fuera de la Universidad en la década de los setenta, con el apoyo de un grupo de no menos de 50 estudiantes que sembraron pánico en la ciudad de Pachuca y otros municipios como Tulancingo. A él se le atribuyen robos, privaciones ilegales de la libertad, portación de arma de fuego, tentativas de homicidio y otros delitos durante la década de los setentas.

Bajo el amparo del gobernador en turno, Jorge Rojo Lugo (1975-1981), logró posesionarse como diputado local (1981-1984) y secretario general del Sindicato Único de Trabajadores al Servicio del Poder Ejecutivo del Estado de Hidalgo (1980-1986), todo bajo el manto de la UAEH, a la que tenía dominada usando como yugo a los estudiantes.

Con recursos de la institución no solamente financiaba campañas de candidatos, sino que también influía en la toma de decisiones del partido hegemónico, el PRI. Bajo la amenaza, siempre, de sacar a los estudiantes a las calles, para hacer presión con manifestaciones y actos violentos, Sosa logró negociar en dos ocasiones dos diputaciones federales (2000-2003 y 2006-2009).

Más tarde, con el argumento de que era "autofinanciable", porque no necesitaba que le dieran dinero para sus campañas, porque disponía de los recursos de la UAEH, se posicionó de la presidencia del Comité Directivo Estatal del PRI (2004-2006).

Sus aspiraciones de llegar a ser senador, primero, y gobernador, después, hicieron que se enfrascara en un conflicto irreconciliable con los diferentes grupos políticos de la entidad, quienes terminaron cerrándole las puertas del partido tricolor.

Por más de un sexenio permaneció resguardado en la que había convertido su guarida, la Universidad, sin renunciar a su partido, el PRI, a pesar de que era bien sabido que su acercamiento con otros institutos políticos era evidente (2006-2012).

Hábilmente, adquirió un periódico local, el cual usa a modo para poder hacer frente a las críticas en su contra. Con recursos de la propia UAEH financiaba campañas y hasta compraba franquicias, como la de Movimiento Ciudadano, para ir posesionando a su gente más cercana, con el apoyo de su hermano menor, Damián Sosa, quien ha sido su brazo derecho político-partidista para entablar los dobles juegos en campañas políticas.

Si bien trató de adueñarse del partido Movimiento Ciudadano (enero de 2017), incluso con financiamiento de la propia UAEH, finalmente terminó por abandonar ese proyecto al ver que no tenía futuro en la entidad.

Lo mismo ocurrió con el Partido Acción Nacional (PAN), sólo que en este instituto político los viejos panistas le cerraron las puertas y se impusieron para no permitir que hiciera al partido de su propiedad, comprando voluntades.

En la reciente elección federal, en un acto inesperado, hizo pública finalmente su renuncia al PRI. Cuando todo mundo pensó que daría a conocer su afiliación al Movimiento Regeneración Nacional (Morena), se abstuvo.

En cambio, fue de dominio público que entabló una negociación con las dirigencias nacional y estatal de Morena, a través de la cual le cedieron nueve candidaturas a diputados locales y dos para legisladores federales.

En la Cámara de Diputados trató de imponer al doctor Humberto Veras Godoy como coordinador del Congreso local, situación que ocasionó un escándalo histórico en el Poder Legislativo de Hidalgo, que terminaría con la remoción de Veras como Presidente de la Junta de Gobierno.

Aunado a esto, la UAEH protagonizó recientemente uno de los sucesos más polémicos en su historia, con la detención de Gabriela Mejía Valencia, coordinadora de Finanzas de la Máxima Casa de Estudios, con un millón 400 mil pesos en efectivo, dinero que, si bien trataron de justificar que era para el pago de albañiles que realizaban una obra en un campus de Tulancingo, era para el pago de campañas de sus candidatos.

La disputa entre el Congreso del estado y la UAEH se agudizó en Hidalgo cuando surgió la propuesta de un órgano fiscalizador de recursos para la casa de estudios, situación que rechazó totalmente el rector Adolfo Pontigo Loyola, con la complicidad de Gerardo Sosa Castelán.

Hoy, el reinado que construyó el actual presidente del Patronato de la institución educativa parece estar en riesgo, luego que se confirmó que la UAEH es la Universidad Pública que había estado lavando dinero, proveniente de al menos 22 países. Y ocurre justamente a días de que su hijo, Gerardo Sosa Cravioto, fue asesinado a balazos el 23 de febrero.

El imperio que construyó Gerardo Sosa Castelán hace aproximadamente 40 años en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), parece derrumbarse en las últimas horas, luego de que se confirmó que es la institución educativa pública a la que le fueron congeladas sus cuentas bancarias por presunto lavado de dinero.

La institución ha permanecido durante cuatro décadas bajo el control del expresidente de la Federación de Estudiantes Universitarios de Hidalgo (FEUH) y exrector, quien posee un negro historial político-social.

Discípulo de José Antonio Zorrilla Pérez, extitular de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad y sentenciado como autor intelectual del periodista Manuel Buendía, Sosa Castelán se ha caracterizado por su actitud violenta y porril desde su estancia en el entonces Instituto de Ciencias Sociales.

Por esos medios logró imponer su ley dentro y fuera de la Universidad en la década de los setenta, con el apoyo de un grupo de no menos de 50 estudiantes que sembraron pánico en la ciudad de Pachuca y otros municipios como Tulancingo. A él se le atribuyen robos, privaciones ilegales de la libertad, portación de arma de fuego, tentativas de homicidio y otros delitos durante la década de los setentas.

Bajo el amparo del gobernador en turno, Jorge Rojo Lugo (1975-1981), logró posesionarse como diputado local (1981-1984) y secretario general del Sindicato Único de Trabajadores al Servicio del Poder Ejecutivo del Estado de Hidalgo (1980-1986), todo bajo el manto de la UAEH, a la que tenía dominada usando como yugo a los estudiantes.

Con recursos de la institución no solamente financiaba campañas de candidatos, sino que también influía en la toma de decisiones del partido hegemónico, el PRI. Bajo la amenaza, siempre, de sacar a los estudiantes a las calles, para hacer presión con manifestaciones y actos violentos, Sosa logró negociar en dos ocasiones dos diputaciones federales (2000-2003 y 2006-2009).

Más tarde, con el argumento de que era "autofinanciable", porque no necesitaba que le dieran dinero para sus campañas, porque disponía de los recursos de la UAEH, se posicionó de la presidencia del Comité Directivo Estatal del PRI (2004-2006).

Sus aspiraciones de llegar a ser senador, primero, y gobernador, después, hicieron que se enfrascara en un conflicto irreconciliable con los diferentes grupos políticos de la entidad, quienes terminaron cerrándole las puertas del partido tricolor.

Por más de un sexenio permaneció resguardado en la que había convertido su guarida, la Universidad, sin renunciar a su partido, el PRI, a pesar de que era bien sabido que su acercamiento con otros institutos políticos era evidente (2006-2012).

Hábilmente, adquirió un periódico local, el cual usa a modo para poder hacer frente a las críticas en su contra. Con recursos de la propia UAEH financiaba campañas y hasta compraba franquicias, como la de Movimiento Ciudadano, para ir posesionando a su gente más cercana, con el apoyo de su hermano menor, Damián Sosa, quien ha sido su brazo derecho político-partidista para entablar los dobles juegos en campañas políticas.

Si bien trató de adueñarse del partido Movimiento Ciudadano (enero de 2017), incluso con financiamiento de la propia UAEH, finalmente terminó por abandonar ese proyecto al ver que no tenía futuro en la entidad.

Lo mismo ocurrió con el Partido Acción Nacional (PAN), sólo que en este instituto político los viejos panistas le cerraron las puertas y se impusieron para no permitir que hiciera al partido de su propiedad, comprando voluntades.

En la reciente elección federal, en un acto inesperado, hizo pública finalmente su renuncia al PRI. Cuando todo mundo pensó que daría a conocer su afiliación al Movimiento Regeneración Nacional (Morena), se abstuvo.

En cambio, fue de dominio público que entabló una negociación con las dirigencias nacional y estatal de Morena, a través de la cual le cedieron nueve candidaturas a diputados locales y dos para legisladores federales.

En la Cámara de Diputados trató de imponer al doctor Humberto Veras Godoy como coordinador del Congreso local, situación que ocasionó un escándalo histórico en el Poder Legislativo de Hidalgo, que terminaría con la remoción de Veras como Presidente de la Junta de Gobierno.

Aunado a esto, la UAEH protagonizó recientemente uno de los sucesos más polémicos en su historia, con la detención de Gabriela Mejía Valencia, coordinadora de Finanzas de la Máxima Casa de Estudios, con un millón 400 mil pesos en efectivo, dinero que, si bien trataron de justificar que era para el pago de albañiles que realizaban una obra en un campus de Tulancingo, era para el pago de campañas de sus candidatos.

La disputa entre el Congreso del estado y la UAEH se agudizó en Hidalgo cuando surgió la propuesta de un órgano fiscalizador de recursos para la casa de estudios, situación que rechazó totalmente el rector Adolfo Pontigo Loyola, con la complicidad de Gerardo Sosa Castelán.

Hoy, el reinado que construyó el actual presidente del Patronato de la institución educativa parece estar en riesgo, luego que se confirmó que la UAEH es la Universidad Pública que había estado lavando dinero, proveniente de al menos 22 países. Y ocurre justamente a días de que su hijo, Gerardo Sosa Cravioto, fue asesinado a balazos el 23 de febrero.

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