¿Por quién votar en el 2020?
Una parte del electorado mexicano consideró que los candidatos independientes podrían rescatar a los municipios y a las entidades federativas e incluso hubo quienes consideraron que al declararse sin partido podrían ser electos para dirigir al país.
Hubo casos exitosos, como el de Jaime Rodríguez “El Bronco”, en Nuevo León, quien fue electo gobernador.
Todo indicaba que los independientes podrían ser la solución para México. Desafortunadamente muy pronto perdieron fuerza y muy pocos han logrado su cometido de ser elegidos por la ciudadanía para representarla o gobernarla.
El año pasado la sociedad se volcó hacia Andrés Manuel López Obrador y el Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Un instituto político que en cuyo nombre no existe la palabra “Partido”.
Una contundente muestra de que los votantes ya no confían en los partidos políticos.
De hecho, muchos de ellos se encuentran desdibujados y en consecuencia hay quienes señalan que no hay oposición al gobierno federal en turno.
Y se habla de que deben reinventarse, reestructurarse para superar este difícil periodo. Algunos de ellos están en ese proceso.
Por ende, vale la pena preguntarse: ¿Por qué, entonces, siguen surgiendo nuevos partidos a nivel federal y local? ¿De dónde sacan a tantos ciudadanos dispuestos a dar su firma para uno u otro nuevo instituto político?
Hoy el éxito de Morena se sigue llamando Andrés Manuel. Y de los independientes muy poco se escucha, cuando estamos a unos meses de que ellos inicien el proceso en busca de convertirse en presidentes municipales en el estado de Hidalgo.
Y en cuanto a los partidos, será a finales del año cuando comiencen a definir el rumbo que tomarán.
Muy compleja se avisora la elección del 2020 para renovar alcaldías en la entidad.
ACIERTO DE AMLO
Hace unos días el presidente de México dijo que no se dejará presionar por ninguna organización, refiriéndose a las agrupaciones campesinas que le exigen la entrega de apoyos.
López Obrador dijo que no permitirá que haya intermediarios en la distribución de esos recursos públicos. Eso hay que aplaudirlo, porque muchas organizaciones viven de los millonarios apoyos que reciben, supuestamente para llevar a cabo proyectos productivos, que en la mayoría de los casos no se llevan a cabo y el dinero se esfuma.
El campo requiere de un verdadero impulso y por ello es válido que se encaucen bien los recursos. Que no se entreguen a las organizaciones, pero que lleguen a quienes sí trabajan y no a los propietarios de tierra.
