/ lunes 11 de julio de 2022

Respiramos y comemos diariamente el plástico

Integrante de la Alianza Hidalguense Ambiental lamentó que no se aplique la ley

Cuando compras un líquido caliente en un vaso de unicel, el desechable libera un químico que se va al estómago y de ahí al sistema endócrino que puede producir cáncer; lo mismo pasa con una botella de plástico expuesta cuatro horas al calor y se beba su contenido, también ocurre con la comida enlatada que tiene un forro de plástico, señaló Pamela Álvarez Tovar, integrante de la Alianza Hidalguense Ambiental.

Esos componentes químicos se conocen como ftalatos y bisfenoles (conocidos como BPA), que están presentes en algunos biberones que al calentarlos en el horno de microondas se liberan, al igual que se encuentran en los contenedores de plástico que se usan para llevar la comida y en algunos otros productos desodorantes, maquillajes, perfumes y las bolsas de un solo uso.

Por eso la importancia de aquel convenio firmado entre autoridades de la Secretaría del medio ambiente y recursos naturales de Hidalgo (Semarnath) y el sector empresarial con organizaciones ambientalistas, denominado “Yo sin bolsa, yo sin popote”, en marzo de 2019, en el cual se tenía la meta en ese año de eliminar 5.4 millones de bolsas de un solo uso y 64 mil popotes al día, de lo contrario habría sanciones contempladas en la Ley de prevención y gestión integral de residuos del estado, recordó.

La encomienda era que en el ámbito de sus atribuciones, debió incluirse en los reglamentos municipales, para prohibirlos, pero se desconoce cuántos cabildos ya lo hicieron “porque al siguiente año llegó la pandemia y la salud se volvió prioridad a nivel mundial”, lo que provocó que el incremento del uso del plástico de forma masiva que acarreó el confinamiento y detonó los servicios de alimentos para llevar, lamentó.

Lo poco o mucho que se había avanzado en 2019, que incluso la industria del plástico y desechables resintió en sus ganancias económicas, “lo recuperó con el Covid-19” y lo superó en un 20 por ciento, afirmó.

Para Pamela Álvarez es alarmante que no se compruebe que las bolsas con la leyenda “biodegradable” que ahora están en auge, sea cierto y eso no significa cuidar o proteger al ambiente, lo mismo pasa con las cadenas de tiendas departamentales que sustituyeron la bolsa de plástico por las de papel, ahora se requieren de árboles para su elaboración, es contraproducente “y eso no era el objetivo del convenio”.

Una vez más y ejemplos sobran, dijo, “la ley es letra muerta”, y el problema es que los plásticos arrojados a la vía pública se desintegran y diariamente los inhalamos o los ingerimos en las comidas enlatadas, y con la pandemia sumamos otro elemento contaminante y nocivo para la salud humana: los cubrebocas.

También te puede interesar: Desarrollarán proyecto para mejorar la calidad del aire

Se acudió a un local de venta de comida, en avenida Juárez de Pachuca, y en entrevista exhibieron que sus recipientes, popotes y canastillas desechables en los cuales entregan los alimentos para llevar son biodegradables (hechos de bambú los popotes) “y más caros” que los de unicel, fue parte del reglamento interno de la plaza comercial para que les rentaran, no se los exigió el gobierno municipal, precisaron.

Cuando compras un líquido caliente en un vaso de unicel, el desechable libera un químico que se va al estómago y de ahí al sistema endócrino que puede producir cáncer; lo mismo pasa con una botella de plástico expuesta cuatro horas al calor y se beba su contenido, también ocurre con la comida enlatada que tiene un forro de plástico, señaló Pamela Álvarez Tovar, integrante de la Alianza Hidalguense Ambiental.

Esos componentes químicos se conocen como ftalatos y bisfenoles (conocidos como BPA), que están presentes en algunos biberones que al calentarlos en el horno de microondas se liberan, al igual que se encuentran en los contenedores de plástico que se usan para llevar la comida y en algunos otros productos desodorantes, maquillajes, perfumes y las bolsas de un solo uso.

Por eso la importancia de aquel convenio firmado entre autoridades de la Secretaría del medio ambiente y recursos naturales de Hidalgo (Semarnath) y el sector empresarial con organizaciones ambientalistas, denominado “Yo sin bolsa, yo sin popote”, en marzo de 2019, en el cual se tenía la meta en ese año de eliminar 5.4 millones de bolsas de un solo uso y 64 mil popotes al día, de lo contrario habría sanciones contempladas en la Ley de prevención y gestión integral de residuos del estado, recordó.

La encomienda era que en el ámbito de sus atribuciones, debió incluirse en los reglamentos municipales, para prohibirlos, pero se desconoce cuántos cabildos ya lo hicieron “porque al siguiente año llegó la pandemia y la salud se volvió prioridad a nivel mundial”, lo que provocó que el incremento del uso del plástico de forma masiva que acarreó el confinamiento y detonó los servicios de alimentos para llevar, lamentó.

Lo poco o mucho que se había avanzado en 2019, que incluso la industria del plástico y desechables resintió en sus ganancias económicas, “lo recuperó con el Covid-19” y lo superó en un 20 por ciento, afirmó.

Para Pamela Álvarez es alarmante que no se compruebe que las bolsas con la leyenda “biodegradable” que ahora están en auge, sea cierto y eso no significa cuidar o proteger al ambiente, lo mismo pasa con las cadenas de tiendas departamentales que sustituyeron la bolsa de plástico por las de papel, ahora se requieren de árboles para su elaboración, es contraproducente “y eso no era el objetivo del convenio”.

Una vez más y ejemplos sobran, dijo, “la ley es letra muerta”, y el problema es que los plásticos arrojados a la vía pública se desintegran y diariamente los inhalamos o los ingerimos en las comidas enlatadas, y con la pandemia sumamos otro elemento contaminante y nocivo para la salud humana: los cubrebocas.

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Se acudió a un local de venta de comida, en avenida Juárez de Pachuca, y en entrevista exhibieron que sus recipientes, popotes y canastillas desechables en los cuales entregan los alimentos para llevar son biodegradables (hechos de bambú los popotes) “y más caros” que los de unicel, fue parte del reglamento interno de la plaza comercial para que les rentaran, no se los exigió el gobierno municipal, precisaron.

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