Desde la época virreinal los pueblos originarios han padecido abandono sistemático por parte del Estado que los ha invisibilizado y aunque desde 1994 con las reformas constitucionales se reconoce su valor social, persiste la estigmatización y minimización sobre prácticas ancestrales en diferentes zonas de Hidalgo, señaló Adriana Gómez Plancarte, investigadora de Interculturalidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Durante el foro “Interculturalidad y Grupos Indígenas”, organizado por el Colegio de México (Colmex), la también integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) sostuvo que las costumbres y tradiciones se han relegado por prácticas globalizadoras, en las que se ha perdido la identidad de los pueblos originarios ubicándolos en un mismo espectro y limitando la riqueza de sus expresiones culturales.
Según la académica, Hidalgo es uno de los estados con mayor variedad cultural, debido al sincretismo que se originó tras la conquista española, pero las expresiones idiomáticas, las visiones, costumbres, festividades, gastronomía, hábitos y legado cultural están en constante riesgo de extinción, por lo que las autoridades federales y estatales no han logrado revalorar la importancia de la interculturalidad.
Añadió que en este tipo de contextos de violencia persisten escenarios de vulneración de los derechos de las comunidades indígenas, las cuales son utilizadas exclusivamente para fines políticos sin entender la cosmovisión de las mismas y por ello se ha simplificado la concepción del valor de los pueblos originarios.
Enfatizó que no existen políticas públicas enfocadas en el reconocimiento de las actividades culturales de las comunidades indígenas, pues se han tratado de convertir a éstos al mundo globalizado sin considerar sus posturas sobre diferentes temas como el medio ambiente, salud, educación, desarrollo social y económico, así como seguridad.
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Asimismo, refirió que en los últimos años las comunidades indígenas han sido observadas como un botín político en el que sólo se busca retomar la perspectiva más superficial y no reconocer la importancia de la multiculturalidad del entorno local.