/ domingo 26 de marzo de 2023

La epidemia que "curó" la Virgen de los Angelitos

Enfermos de aquella epidemia fundaron sin saberlo el que se convertiría en el Santuario de Nuestra Señora de los Ángeles, en Tulancingo

Es innegable el legado y tradición que enmarcan a la Iglesia de "Los Angelitos" en Tulancingo. Seas católico o no, se sabe que este templo cuenta con tal arraigo en las raíces locales que incluso traspasa fronteras territoriales y es conocido por mucha gente a nivel nacional. Cada 02 de agosto, es anfitriona de una de las fiestas patronales más grandes del estado de Hidalgo, pues es cuando se conmemora a la Virgen de Nuestra Señora de los Ángeles. Sin embargo, pocas personas conocen el relato que envuelve sus orígenes, una historia que comenzó con un episodio difícil y catastrófico para el Tulancingo de 1860.

Ofreció su testimonio para El Sol de Tulancingo la señora Lupita Barranco Velasco, hija del primer organista de este Santuario y sobrina de los sacerdotes que fundaron el popular recinto religioso. Basada en una crónica de José María Lezama, otra figura histórica de esta ciudad, ella rememora que corrían los años de 1860 o 1862 cuando una fuerte epidemia de tifus azotó la naciente ciudad. En la ladera oriente de las Minas del Tezontle, vivía un señor que empezó a recibir en su humilde casita enfermos con este mal. Una casa de adobe, propia de un trabajador de aquella época, pero en la que dedicó una de sus paredes para pintar la imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción.

La fe hacia esta imagen comenzó a surtir efectos milagrosos sobre los enfermos: les brindaba una notable mejoría y sanación, lo que de inmediato hizo que dicha devoción se extendiera por el pueblo, causando una gran emoción.

"Posteriormente su casita se convirtió en una ermita, a donde empezaron a llegar fieles de todos los pueblos aledaños a Tulancingo para pedir a la Virgen por la sanación de sus enfermos", relata la señora Lupita. Esta pintura comenzó a ser llamada popularmente como "la Vírgen de los Angelitos" por las figuras infantiles aladas que envuelven a María en dicha advocación. La imagen terminó de pintarse un día 02 de agosto, "fecha desde la cual se festeja como la Fiesta Patronal en la ahora Arquidiócesis de Tulancingo".

El obispo de aquella época y al enterarse de la gran cantidad de personas que llegaban a esa ermita, decidió empezar con la construcción de un templo más grande, que en la actualidad es el Santuario de Nuestra Señora de Los Ángeles o Iglesia de Los Angelitos, como es mayormente conocida. Sin embargo, fue hasta

1958 cuando el obispo Adalberto Almeida y Merino la consagra como parroquia, además de nombrar como Canónigo Honorario y párroco a don Leobardo Castillo y Sánchez, tío de la señora Lupita.

Don Leonardo invitó a su hermano, el maestro Delfino Barranco, a trabajar con él y ser el primer organista del Santuario; los vicarios asignados fueron el Padre Enrique Robledo y el Padre Rogelio Fernández. Fue este mismo obispo quien al acercarse los 100 años del origen de la imagen, nombró una comisión para organizar los festejos y dar "el primer paso" autorizado por el párroco para la construcción de las torres y la compra de la campana mayor ubicada del lado derecho del templo, la cual bendijo y colocó el obispo.

"El comité decidió que había que coronar a la Virgen Patrona de la ahora Arquidiócesis con una corona de oro. Mi tío, el padre Leobardo, la manda fabricar en la ciudad de México", cuenta. Esta celebración fue oficiada por el único Cardenal de México en ese año, su Eminencia José Garibi Rivera, Arzobispo de Guadalajara; y por el Arzobispo Primado de México, Miguel Darío Miranda y Gómez. La coronación a la Santísima Virgen fue en 1962, primer centenario en la capilla original.

La Imagen Olvidada

Dentro de esta historia, existe un pasaje al cual califica como "poco conocido", además de que se basa en testimonios que vivieron su padre y su hermano Carlos Barranco cuando trabajaron bajo la batuta del padre Leobardo Castillo en el Santuario. Ella menciona que de "forma muy discreta", el comité propuso la idea de trasladar la imagen original de la Virgen (la que estaba hecha en adobe) al altar mayor de la parroquia para enmarcar este suceso bajo la celebración de la coronación, proceso para el que "había dudas" de cómo hacerlo.

"Llegaron expertos de Italia y Francia con propuestas, todas con mucho riesgo ya que la imagen estaba pintada sobre una pared delgada de adobe y sin ningún tratamiento"

El padre Leobardo preocupado por el traslado de la imagen, se puso en contacto con la maestra en Pintura y conocedora de murales, Doña María Luisa Mosqueda, quien acudió a analizar la imagen. En su dictamen, señaló que "era demasiado riesgo trasladarla".

"El padre Leobardo le preguntó: Mary, ¿me puedes hacer una copia igualita?", como alternativa en caso de que en el traslado se desbaratara la original. Así, "ponemos tu pintura en el altar mayor y nadie sabrá nada".

La Maestra Mosqueda inició su trabajo de copiar la imagen entre 10 y 12 de la noche en el Santuario, terminando de pintar a la Virgen en nuestra casa, en calle Corregidora. Se llevan la pintura por la noche a la parroquia manteniéndola oculta mientras se decidía trasladar la original o no", dijo la señora Lupita.

Sin embargo, horas más tarde el comité encabezado por el Obispo, tomó la decisión de no moverla y hasta la fecha permanece en su lugar de origen. Por tanto, el padre Leobardo ordenó la construcción de un altar de mármol para su resguardo en la capilla que antes fuera la casita de adobe que recibió a los enfermos de tifus. En el altar mayor se colocó la imagen pintada por la maestra Mosqueda, aunque la corona se impuso a la Virgen que "curó" la epidemia y que al día de hoy se mantiene dentro de la parroquia.

"El por qué de la imagen olvidada es porque la pintura de la maestra Mosqueda años más adelante fue quitada y sustituida por otra", concluyó.

Es innegable el legado y tradición que enmarcan a la Iglesia de "Los Angelitos" en Tulancingo. Seas católico o no, se sabe que este templo cuenta con tal arraigo en las raíces locales que incluso traspasa fronteras territoriales y es conocido por mucha gente a nivel nacional. Cada 02 de agosto, es anfitriona de una de las fiestas patronales más grandes del estado de Hidalgo, pues es cuando se conmemora a la Virgen de Nuestra Señora de los Ángeles. Sin embargo, pocas personas conocen el relato que envuelve sus orígenes, una historia que comenzó con un episodio difícil y catastrófico para el Tulancingo de 1860.

Ofreció su testimonio para El Sol de Tulancingo la señora Lupita Barranco Velasco, hija del primer organista de este Santuario y sobrina de los sacerdotes que fundaron el popular recinto religioso. Basada en una crónica de José María Lezama, otra figura histórica de esta ciudad, ella rememora que corrían los años de 1860 o 1862 cuando una fuerte epidemia de tifus azotó la naciente ciudad. En la ladera oriente de las Minas del Tezontle, vivía un señor que empezó a recibir en su humilde casita enfermos con este mal. Una casa de adobe, propia de un trabajador de aquella época, pero en la que dedicó una de sus paredes para pintar la imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción.

La fe hacia esta imagen comenzó a surtir efectos milagrosos sobre los enfermos: les brindaba una notable mejoría y sanación, lo que de inmediato hizo que dicha devoción se extendiera por el pueblo, causando una gran emoción.

"Posteriormente su casita se convirtió en una ermita, a donde empezaron a llegar fieles de todos los pueblos aledaños a Tulancingo para pedir a la Virgen por la sanación de sus enfermos", relata la señora Lupita. Esta pintura comenzó a ser llamada popularmente como "la Vírgen de los Angelitos" por las figuras infantiles aladas que envuelven a María en dicha advocación. La imagen terminó de pintarse un día 02 de agosto, "fecha desde la cual se festeja como la Fiesta Patronal en la ahora Arquidiócesis de Tulancingo".

El obispo de aquella época y al enterarse de la gran cantidad de personas que llegaban a esa ermita, decidió empezar con la construcción de un templo más grande, que en la actualidad es el Santuario de Nuestra Señora de Los Ángeles o Iglesia de Los Angelitos, como es mayormente conocida. Sin embargo, fue hasta

1958 cuando el obispo Adalberto Almeida y Merino la consagra como parroquia, además de nombrar como Canónigo Honorario y párroco a don Leobardo Castillo y Sánchez, tío de la señora Lupita.

Don Leonardo invitó a su hermano, el maestro Delfino Barranco, a trabajar con él y ser el primer organista del Santuario; los vicarios asignados fueron el Padre Enrique Robledo y el Padre Rogelio Fernández. Fue este mismo obispo quien al acercarse los 100 años del origen de la imagen, nombró una comisión para organizar los festejos y dar "el primer paso" autorizado por el párroco para la construcción de las torres y la compra de la campana mayor ubicada del lado derecho del templo, la cual bendijo y colocó el obispo.

"El comité decidió que había que coronar a la Virgen Patrona de la ahora Arquidiócesis con una corona de oro. Mi tío, el padre Leobardo, la manda fabricar en la ciudad de México", cuenta. Esta celebración fue oficiada por el único Cardenal de México en ese año, su Eminencia José Garibi Rivera, Arzobispo de Guadalajara; y por el Arzobispo Primado de México, Miguel Darío Miranda y Gómez. La coronación a la Santísima Virgen fue en 1962, primer centenario en la capilla original.

La Imagen Olvidada

Dentro de esta historia, existe un pasaje al cual califica como "poco conocido", además de que se basa en testimonios que vivieron su padre y su hermano Carlos Barranco cuando trabajaron bajo la batuta del padre Leobardo Castillo en el Santuario. Ella menciona que de "forma muy discreta", el comité propuso la idea de trasladar la imagen original de la Virgen (la que estaba hecha en adobe) al altar mayor de la parroquia para enmarcar este suceso bajo la celebración de la coronación, proceso para el que "había dudas" de cómo hacerlo.

"Llegaron expertos de Italia y Francia con propuestas, todas con mucho riesgo ya que la imagen estaba pintada sobre una pared delgada de adobe y sin ningún tratamiento"

El padre Leobardo preocupado por el traslado de la imagen, se puso en contacto con la maestra en Pintura y conocedora de murales, Doña María Luisa Mosqueda, quien acudió a analizar la imagen. En su dictamen, señaló que "era demasiado riesgo trasladarla".

"El padre Leobardo le preguntó: Mary, ¿me puedes hacer una copia igualita?", como alternativa en caso de que en el traslado se desbaratara la original. Así, "ponemos tu pintura en el altar mayor y nadie sabrá nada".

La Maestra Mosqueda inició su trabajo de copiar la imagen entre 10 y 12 de la noche en el Santuario, terminando de pintar a la Virgen en nuestra casa, en calle Corregidora. Se llevan la pintura por la noche a la parroquia manteniéndola oculta mientras se decidía trasladar la original o no", dijo la señora Lupita.

Sin embargo, horas más tarde el comité encabezado por el Obispo, tomó la decisión de no moverla y hasta la fecha permanece en su lugar de origen. Por tanto, el padre Leobardo ordenó la construcción de un altar de mármol para su resguardo en la capilla que antes fuera la casita de adobe que recibió a los enfermos de tifus. En el altar mayor se colocó la imagen pintada por la maestra Mosqueda, aunque la corona se impuso a la Virgen que "curó" la epidemia y que al día de hoy se mantiene dentro de la parroquia.

"El por qué de la imagen olvidada es porque la pintura de la maestra Mosqueda años más adelante fue quitada y sustituida por otra", concluyó.

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