/ viernes 2 de febrero de 2024

Fervor y tradición en el Día de la Candelaria en Acaxochitlán

Cientos de pobladores de Zacacuautla acudieron a la solemnidad

Sobre devoción indígena y amor a la tierra, pero también fe a la imagen del Niño Dios y su patrona la Virgen de la Candelaria, dieron muestra los comuneros de la localidad de Zacacuautla en Acaxochitlán, un poblado de los más antiguos del municipio y que este viernes se vistió de gala para conmemorar el Día de la Candelaria, fecha solemne en honor a una de las tres patronas que resguardan la demarcación.

Previo al festejo y mientras se construía el castillo pirotécnico o se acomodaba el sonido para el tradicional baile, pobladores de Acaxochitlán se enfocaron en el montaje de la ya representativa alfombra de aserrín colorido, pieza de arte efímero que además es una expresión sustentable con el ambiente. Este trabajo implica primero pintar el aserrín con pintura vegetal, para luego acomodarla en el espacio dispuesto por la localidad.

Cabe mencionar que en esta ocasión se montaron dos de estas alfombras, ambas con grecas características del tejido regional de punto de cruz, el cual todavía puede verse habitualmente en las prendas que porta la población indígena en el municipio, principalmente las mujeres.

Los responsables de esta creación fueron Rey, Mary, Arturo, Misael y Berenice, quienes explicaron que una vez que la alfombra cumple su función de "recibir al patrono", se retira y entonces su aserrín puede usarse como composta en invernaderos o siembras.

Sin embargo esto fue solo el telón de apertura para el momento más importante. Minutos antes de la una de la tarde, comenzaron a llegar a la iglesia del pueblo, decenas y decenas de pobladores de todas las edades, que en brazos o en canastas cargaban sus imágenes del Niño Jesús.

También llevaron mazorcas, semillas, veladoras y flores, pues como es sabido, esta celebración forma parte también de un ritual indígena para pedir por la fertilidad de la tierra.

Esta creencia implica, pues, recibir la bendición sacerdotal así como unas gotas de agua consagrada, para luego sembrar las mazorcas o semillas y así ofrecerlas a la tierra para augurar fertilidad.

Se conjuga con la bendición de Niños Dios, pues al menos un centenar de estas figuras de yeso, todas vestidas con distintos ropones o advocaciones religiosas, se postraron frente al altar previo a la llegada del clérigo.

Aproximadamente 300 personas abarrotaron la capilla de Zacacuautla, muchos de ellos personas de la tercera edad.

Sobre devoción indígena y amor a la tierra, pero también fe a la imagen del Niño Dios y su patrona la Virgen de la Candelaria, dieron muestra los comuneros de la localidad de Zacacuautla en Acaxochitlán, un poblado de los más antiguos del municipio y que este viernes se vistió de gala para conmemorar el Día de la Candelaria, fecha solemne en honor a una de las tres patronas que resguardan la demarcación.

Previo al festejo y mientras se construía el castillo pirotécnico o se acomodaba el sonido para el tradicional baile, pobladores de Acaxochitlán se enfocaron en el montaje de la ya representativa alfombra de aserrín colorido, pieza de arte efímero que además es una expresión sustentable con el ambiente. Este trabajo implica primero pintar el aserrín con pintura vegetal, para luego acomodarla en el espacio dispuesto por la localidad.

Cabe mencionar que en esta ocasión se montaron dos de estas alfombras, ambas con grecas características del tejido regional de punto de cruz, el cual todavía puede verse habitualmente en las prendas que porta la población indígena en el municipio, principalmente las mujeres.

Los responsables de esta creación fueron Rey, Mary, Arturo, Misael y Berenice, quienes explicaron que una vez que la alfombra cumple su función de "recibir al patrono", se retira y entonces su aserrín puede usarse como composta en invernaderos o siembras.

Sin embargo esto fue solo el telón de apertura para el momento más importante. Minutos antes de la una de la tarde, comenzaron a llegar a la iglesia del pueblo, decenas y decenas de pobladores de todas las edades, que en brazos o en canastas cargaban sus imágenes del Niño Jesús.

También llevaron mazorcas, semillas, veladoras y flores, pues como es sabido, esta celebración forma parte también de un ritual indígena para pedir por la fertilidad de la tierra.

Esta creencia implica, pues, recibir la bendición sacerdotal así como unas gotas de agua consagrada, para luego sembrar las mazorcas o semillas y así ofrecerlas a la tierra para augurar fertilidad.

Se conjuga con la bendición de Niños Dios, pues al menos un centenar de estas figuras de yeso, todas vestidas con distintos ropones o advocaciones religiosas, se postraron frente al altar previo a la llegada del clérigo.

Aproximadamente 300 personas abarrotaron la capilla de Zacacuautla, muchos de ellos personas de la tercera edad.

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