/ miércoles 17 de abril de 2024

Diego, Eva y Vanessa vivían en cautiverio, ahora forman parte del Zoológico de Tulancingo

En conjunto con la Profepa apoyan a diversos ejemplares a adaptarse y rehabilitarse

El zoológico Nicolás Bravo es un espacio dedicado a conservar especies de todo tipo, pero ahora gracias al trabajo en conjunto con la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), ayudan a diversos ejemplares a adaptarse y rehabilitarse cuando son víctimas de compras ilegales o una vida en condiciones no aptas, como es el caso de Diego, Eva y Vanessa, tigres de Bengala.

De acuerdo con Francisco Javier Rojas, veterinario del Nicolás Bravo, estos tigres fueron rescatados tras un operativo de la Guardia Nacional y la Secretaría de Defensa Nacional en la sierra de Guerrero en el domicilio de una persona involucrada en el narcotráfico, no obstante, al ingresar los uniformados y tras descubrir a los felinos llamaron a la Profepa.

Ellos iban a hacer un cateo pero encontraron a los felinos, en ese momento la Guardia Nacional tuvo que notificar a Profepa (...) Los ejemplares se encontraban en un espacio de tamaño medio, no era tan pequeño pero las condiciones no eran las mejores, no tenían camas, no tenían rascaderos

Por problemas de la estancia que se tenía planeada para los tigres en Hidalgo, la Profepa solicitó ayuda a Tulancingo para que albergara a los felinos ya que previamente se habían preparado para darle un hogar a algún ejemplar de los grandes felinos.

“Como se hicieron las adecuaciones en los recintos pues se les informó que ya teníamos los espacios para recibir felinos, fue por eso que Profepa nos tomó en cuenta, en menos de un día acondicionamos el recinto”, explicó Rojas.


Diego y Eva, padres de cinco cachorras

Diego y Eva, quienes desde cachorros han estado juntos a pesar de la tendencia de los tigres a la soledad, y cuando llegaron no fueron separados tampoco ya que se contemplaba que en un futuro, se reprodujeran. Y así fue, ya que el 3 de marzo nacieron cinco cachorras en el zoológico de Tulancingo.

Ellos desde cachorros convivieron, están muy bien adaptados el uno al otro. Al igual que las parejas, a veces tienen sus días buenos, al rato se andan pelando y al rato se andan haciendo cariñitos

Cuando la pareja llegó al Nicolás Bravo, ambos estaban bajos de peso, deshidratados y con las garras sumamente deterioradas; una vez adecuados dentro del zoológico, el personal notó que ellos no eran indiferentes al trato humano sino que todo lo contrario, les gustaba ser vistos y recibir atención.

“Nosotros como ya teníamos muchos años sin felinos pues eso fue una ayuda, además que ya contábamos con las condiciones para recibirlos (...) Cuando vinieron los de Profepa y vieron donde iban a quedar dijeron que estaba muy bien, y ahí fue cuando nos dijeron de Vanessa, otra tigresa atorada en Chilpancingo”, relató Rojas.

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Vanessa tras la vida en cautiverio

Vanessa fue decomisada en el mismo operativo en el que rescataron a Diego y Eva, pero ella llegó 15 días después ya con el previo acuerdo de que llegaría a Tulancingo, ella estuvo en el zoológico de Chilpancingo, donde le hicieron los estudios pertinentes.

La tigresa blanca, al igual que Diego y Eva, presentaba mucho desgaste en sus uñas por estar en concreto y no contar con un rascador especial, además, a diferencia de los otros tigres rescatados, ella tenía alrededor del cuello las marcas de un collar.

Lo que nos dimos cuenta y nos comentaba Profepa, es que cuando ellos la encontraron estaba amarrada del cuello con una cadena. Llegó con las garras maltratadas porque el piso al parecer era cemento, no tenía cómo protegerse

Según el veterinario Rojas, esto era indicio de que ella permanecía amarrada mientras que los otros dos tigres libres, aunque en un espacio pequeño y no apto.

Una vez en Tulancingo, Vanessa se adaptó rápidamente a su nueva vida, pues ya estaba muy acostumbrada a la gente. Solamente se trataron aspectos como el enriquecimiento ambiental, entrenar su olfato, y darle algunos juguetes que despertaran su instinto de cacería y estimularan su apetito.

De momento, no se contempla que Vanessa tenga una pareja para reproducirse ya que es muy huraña y territorial en su espacio, no permite que los machos se le acerquen. En un inicio, se contemplaba que la tigresa blanca y Gignac, también conocido como Papi, fueran pareja pero esto no fue posible.


Muñeco, puma rescatado de un bar en Tulancingo

Otro ejemplar que alberga este espacio y posiblemente vivía en cautiverio, es Muñeco el puma que fue encontrado en la bodega de un bar en Tulancingo.

Lamentablemente, el felino fue encontrado con una herida en una de sus piernas que le provocó un sangrado; luego de su captura fue llevado al zoológico Nicolás Bravo la Profepa determinó que el puma se quedaría en Tulancingo ya que estaba acostumbrado al cautiverio, disminuyendo sus posibilidades de adaptarse al hábitat natural.

Estaba muy estresado, muy delgado, traía una herida en la pierna y lesiones en partes del cuerpo (...) Lo monitoréabamos por las cámaras, le metíamos presas vivas y nos dábamos cuenta que no las cazaba (...) Estaba una gallina que le habíamos echado y estaba durmiendo con él allá en la paja. Si hace eso en vida libre se muere de hambre

Es precisamente por esta razón que la Profepa determinó que el puma se quedaría en el Nicolás Bravo, ya que no cumplía con las características propias de la especie.

“Él está acostumbrado a la gente, obviamente él ha encontrado refugio en su casita, ya no cabe pero él se hace caber y le gusta, es su zona de seguridad (...) Es un ejemplar que no caza todavía al 100, cuando metemos la presa lo que hace es convivir con ella y posteriormente vemos que ya la comió, no debería ser así”, explicó el veterinario.


Gignac, otro tigre resguardado

Gignac, es afortunadamente uno de los tigres de Bengala que el zoológico resguarda que no proviene del maltrato, ya que el fue donado por su dueño. Él viajó desde Monterrey hasta Tulancingo, pues según cuenta el especialista, por falta de tiempo la persona que lo compró lo donó años después. Su nombre es en honor a André Pierre Gignac, jugador de Tigres.


Chester

Un caso similar es el de Chester, otro de la misma especie y el segundo en llegar al zoológico de Tulancingo, esto con tan solo nueve meses de edad. Afortunadamente, arribó con un buen estado de salud.

Ante todo esto, el veterinario Francisco Rojas lamenta que no existan verdaderos protocolos de protección para los tigres, ya que estos ejemplares pueden ser adquiridos en cualquier lugar, sin que se asegure previamente que el animal estará en un lugar apto para él.

El zoológico Nicolás Bravo es un espacio dedicado a conservar especies de todo tipo, pero ahora gracias al trabajo en conjunto con la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), ayudan a diversos ejemplares a adaptarse y rehabilitarse cuando son víctimas de compras ilegales o una vida en condiciones no aptas, como es el caso de Diego, Eva y Vanessa, tigres de Bengala.

De acuerdo con Francisco Javier Rojas, veterinario del Nicolás Bravo, estos tigres fueron rescatados tras un operativo de la Guardia Nacional y la Secretaría de Defensa Nacional en la sierra de Guerrero en el domicilio de una persona involucrada en el narcotráfico, no obstante, al ingresar los uniformados y tras descubrir a los felinos llamaron a la Profepa.

Ellos iban a hacer un cateo pero encontraron a los felinos, en ese momento la Guardia Nacional tuvo que notificar a Profepa (...) Los ejemplares se encontraban en un espacio de tamaño medio, no era tan pequeño pero las condiciones no eran las mejores, no tenían camas, no tenían rascaderos

Por problemas de la estancia que se tenía planeada para los tigres en Hidalgo, la Profepa solicitó ayuda a Tulancingo para que albergara a los felinos ya que previamente se habían preparado para darle un hogar a algún ejemplar de los grandes felinos.

“Como se hicieron las adecuaciones en los recintos pues se les informó que ya teníamos los espacios para recibir felinos, fue por eso que Profepa nos tomó en cuenta, en menos de un día acondicionamos el recinto”, explicó Rojas.


Diego y Eva, padres de cinco cachorras

Diego y Eva, quienes desde cachorros han estado juntos a pesar de la tendencia de los tigres a la soledad, y cuando llegaron no fueron separados tampoco ya que se contemplaba que en un futuro, se reprodujeran. Y así fue, ya que el 3 de marzo nacieron cinco cachorras en el zoológico de Tulancingo.

Ellos desde cachorros convivieron, están muy bien adaptados el uno al otro. Al igual que las parejas, a veces tienen sus días buenos, al rato se andan pelando y al rato se andan haciendo cariñitos

Cuando la pareja llegó al Nicolás Bravo, ambos estaban bajos de peso, deshidratados y con las garras sumamente deterioradas; una vez adecuados dentro del zoológico, el personal notó que ellos no eran indiferentes al trato humano sino que todo lo contrario, les gustaba ser vistos y recibir atención.

“Nosotros como ya teníamos muchos años sin felinos pues eso fue una ayuda, además que ya contábamos con las condiciones para recibirlos (...) Cuando vinieron los de Profepa y vieron donde iban a quedar dijeron que estaba muy bien, y ahí fue cuando nos dijeron de Vanessa, otra tigresa atorada en Chilpancingo”, relató Rojas.

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Vanessa tras la vida en cautiverio

Vanessa fue decomisada en el mismo operativo en el que rescataron a Diego y Eva, pero ella llegó 15 días después ya con el previo acuerdo de que llegaría a Tulancingo, ella estuvo en el zoológico de Chilpancingo, donde le hicieron los estudios pertinentes.

La tigresa blanca, al igual que Diego y Eva, presentaba mucho desgaste en sus uñas por estar en concreto y no contar con un rascador especial, además, a diferencia de los otros tigres rescatados, ella tenía alrededor del cuello las marcas de un collar.

Lo que nos dimos cuenta y nos comentaba Profepa, es que cuando ellos la encontraron estaba amarrada del cuello con una cadena. Llegó con las garras maltratadas porque el piso al parecer era cemento, no tenía cómo protegerse

Según el veterinario Rojas, esto era indicio de que ella permanecía amarrada mientras que los otros dos tigres libres, aunque en un espacio pequeño y no apto.

Una vez en Tulancingo, Vanessa se adaptó rápidamente a su nueva vida, pues ya estaba muy acostumbrada a la gente. Solamente se trataron aspectos como el enriquecimiento ambiental, entrenar su olfato, y darle algunos juguetes que despertaran su instinto de cacería y estimularan su apetito.

De momento, no se contempla que Vanessa tenga una pareja para reproducirse ya que es muy huraña y territorial en su espacio, no permite que los machos se le acerquen. En un inicio, se contemplaba que la tigresa blanca y Gignac, también conocido como Papi, fueran pareja pero esto no fue posible.


Muñeco, puma rescatado de un bar en Tulancingo

Otro ejemplar que alberga este espacio y posiblemente vivía en cautiverio, es Muñeco el puma que fue encontrado en la bodega de un bar en Tulancingo.

Lamentablemente, el felino fue encontrado con una herida en una de sus piernas que le provocó un sangrado; luego de su captura fue llevado al zoológico Nicolás Bravo la Profepa determinó que el puma se quedaría en Tulancingo ya que estaba acostumbrado al cautiverio, disminuyendo sus posibilidades de adaptarse al hábitat natural.

Estaba muy estresado, muy delgado, traía una herida en la pierna y lesiones en partes del cuerpo (...) Lo monitoréabamos por las cámaras, le metíamos presas vivas y nos dábamos cuenta que no las cazaba (...) Estaba una gallina que le habíamos echado y estaba durmiendo con él allá en la paja. Si hace eso en vida libre se muere de hambre

Es precisamente por esta razón que la Profepa determinó que el puma se quedaría en el Nicolás Bravo, ya que no cumplía con las características propias de la especie.

“Él está acostumbrado a la gente, obviamente él ha encontrado refugio en su casita, ya no cabe pero él se hace caber y le gusta, es su zona de seguridad (...) Es un ejemplar que no caza todavía al 100, cuando metemos la presa lo que hace es convivir con ella y posteriormente vemos que ya la comió, no debería ser así”, explicó el veterinario.


Gignac, otro tigre resguardado

Gignac, es afortunadamente uno de los tigres de Bengala que el zoológico resguarda que no proviene del maltrato, ya que el fue donado por su dueño. Él viajó desde Monterrey hasta Tulancingo, pues según cuenta el especialista, por falta de tiempo la persona que lo compró lo donó años después. Su nombre es en honor a André Pierre Gignac, jugador de Tigres.


Chester

Un caso similar es el de Chester, otro de la misma especie y el segundo en llegar al zoológico de Tulancingo, esto con tan solo nueve meses de edad. Afortunadamente, arribó con un buen estado de salud.

Ante todo esto, el veterinario Francisco Rojas lamenta que no existan verdaderos protocolos de protección para los tigres, ya que estos ejemplares pueden ser adquiridos en cualquier lugar, sin que se asegure previamente que el animal estará en un lugar apto para él.

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