/ martes 1 de febrero de 2022

Día de la Candelaria, una fiesta ecléctica

En México y en otros países católicos, el 2 de febrero se celebra el Día de la Candelaria

El Día de la Candelaria, a celebrarse mañana, es resultado de un sincretismo en el que se fusionaron fiestas tan antiguas como las Lupercales de Roma, las cristianas medievales y las tradiciones prehispánicas de México, y persisten hasta nuestros días.

Lo anterior, de acuerdo con la emérita del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH), Gisela von Wobeser, quien asegura que se trata de una de las fiestas populares más importantes del catolicismo que se festeja en toda la cristiandad, tanto en Oriente como en la iglesia romana de Occidente.

La festividad se relaciona con el Día de los Reyes Magos (6 de enero), fecha en la cual se parte la rosca y quienes encuentran dentro del pan al “niño Dios” deben ofrecer tamales el día en que lo llevan a bendecir, explica.

Gisela von Wobeser menciona que consumir tamales el 2 de febrero se retoma una costumbre indígena, ya que al parecer era común en ciertas fiestas del mundo prehispánico ofrecer comida a las deidades, se creía que se beneficiarían a través de los vapores que emanaba, “algo similar se piensa cuando se colocan los alimentos en los altares de Día de Muertos”, acota la historiadora universitaria.

Los pueblos originarios tenían la tradición de ofrecerlos en una festividad denominada Huauhquiltamalqualitztli. “Las Lupercales daban inicio al ciclo agrícola en Roma y al parecer ocurría lo mismo en el México prehispánico con estas tamalizas que se hacían en ofrenda a los dioses”, destaca.

Algo que también se realiza en diversos lugares es llevar al niño Dios a escuchar misa. En algunos pueblos mexicanos, en particular en el centro del país, se acostumbra que días previos al 2 de febrero se le vista con ropa nueva para llevarlo al templo, añade la también miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia.

En Malinalco, por ejemplo, las mujeres llevan los niños a la iglesia en sus rebozos, como si cargaran a sus hijos y los arrullan durante la misa. Ya bendecidos y en sus hogares, los colocan en un nicho donde permanecen hasta el 24 de diciembre cuando los colocan en el nacimiento, y lo recogen el segundo día de febrero.

El Día de la Candelaria, a celebrarse mañana, es resultado de un sincretismo en el que se fusionaron fiestas tan antiguas como las Lupercales de Roma, las cristianas medievales y las tradiciones prehispánicas de México, y persisten hasta nuestros días.

Lo anterior, de acuerdo con la emérita del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH), Gisela von Wobeser, quien asegura que se trata de una de las fiestas populares más importantes del catolicismo que se festeja en toda la cristiandad, tanto en Oriente como en la iglesia romana de Occidente.

La festividad se relaciona con el Día de los Reyes Magos (6 de enero), fecha en la cual se parte la rosca y quienes encuentran dentro del pan al “niño Dios” deben ofrecer tamales el día en que lo llevan a bendecir, explica.

Gisela von Wobeser menciona que consumir tamales el 2 de febrero se retoma una costumbre indígena, ya que al parecer era común en ciertas fiestas del mundo prehispánico ofrecer comida a las deidades, se creía que se beneficiarían a través de los vapores que emanaba, “algo similar se piensa cuando se colocan los alimentos en los altares de Día de Muertos”, acota la historiadora universitaria.

Los pueblos originarios tenían la tradición de ofrecerlos en una festividad denominada Huauhquiltamalqualitztli. “Las Lupercales daban inicio al ciclo agrícola en Roma y al parecer ocurría lo mismo en el México prehispánico con estas tamalizas que se hacían en ofrenda a los dioses”, destaca.

Algo que también se realiza en diversos lugares es llevar al niño Dios a escuchar misa. En algunos pueblos mexicanos, en particular en el centro del país, se acostumbra que días previos al 2 de febrero se le vista con ropa nueva para llevarlo al templo, añade la también miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia.

En Malinalco, por ejemplo, las mujeres llevan los niños a la iglesia en sus rebozos, como si cargaran a sus hijos y los arrullan durante la misa. Ya bendecidos y en sus hogares, los colocan en un nicho donde permanecen hasta el 24 de diciembre cuando los colocan en el nacimiento, y lo recogen el segundo día de febrero.

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