/ miércoles 22 de mayo de 2024

México, sinónimo de multiculturalidad en el día de la diversidad cultural

Ya son 23 años que conmemoramos el día mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo, que es un claro recordatorio de que nos encontramos en un mundo más complejo de lo que parece y, en ese sentido, debemos de saber actuar en función de las diferencias inherentes que impregnan la vida social aún cuando se trate de una especie animal. Sobre todo entendiendo que con el paso del tiempo no se pueden sepultar tradiciones, visiones y conformaciones comunales para dar paso a una visión exclusivamente moderna y sin arraigo. La multiculturalidad está ahí, en nuestro día a día, por lo que en el seno de la ONU se han potenciado los objetivos que apunten no a una simple tolerancia, sino a una conversación permanente entre culturas que nos permita generar un desarrollo equilibrado que beneficie a todas y todos sin importar sus orígenes.

Días como estos tienen mayor peso en una nación tan rica culturalmente hablando como lo es México. Nuestra herencia prehispánica nos coloca como uno de los países que tiene conocimiento ancestral que hoy en día se sigue utilizando en el entendido que las civilizaciones que nos dieron parte de nuestra identidad contenían una cantidad enorme de tradiciones y de manifestaciones culturales apreciadas a lo largo y ancho del mundo.

Después de muchas décadas hemos entendido que las manifestaciones culturales no se segregan ni se ignoran, por el contrario, son el escenario ideal para un diálogo abierto que permita construir, desde nuestras diferencias, un país más respetuoso, que fomente y proteja tradiciones y entienda que parte de nuestra grandeza está en quienes preservan ese conocimiento y esa riqueza cultural que da origen a auténticas obras de arte, por ejemplo.

Las naciones unidas han recomendado que en este trabajo para fomentar y respetar la diversidad cultural participen más allá de gobiernos; esta idea se ha procurado extender a toda la sociedad civil para que en cada acto que realicen y en su interacción diaria, entiendan que la diversidad cultural está presente, se debe de respetar y se debe trabajar para hacerla propia como especie de arraigo que permita que se extienda más allá de nuestras fronteras en el entendido que vivimos en un mundo globalizado.

Durante el tiempo que tuve el privilegio de dirigir la entonces Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, se me presentó la oportunidad de implementar proyectos de desarrollo en las comunidades indígenas y afromexicanas del país logrando resultados extraordinarios no sólo por los programas en sí mismos, sino porque en esos pueblos el compromiso y la capacidad de producir, de crear, de convertir el conocimiento en auténticas obras de arte, se convierten en motor de transformación social.

El reto actual es integrar a esa diversidad no en el desarrollo ni en la modernidad, sino en formas de vida que les permitan tener ingresos dignos sin violentar sus tradiciones y costumbres que forman parte de nuestra identidad y, como gobierno, es nuestra obligación proteger y preservar en el entendido que hemos perdido lenguas indígenas en las últimas décadas bajo la gran problemática de implementar una educación no adecuada para esas regiones.

Debemos rescatar a todo lo que nos da identidad y generar políticas públicas de cuidado, de atención, de alimentación, de educación, además de desarrollo de infraestructura pero con el componente del diálogo con esas comunidades para no violentar sus tradiciones ni lastimar su ecosistema que lo han cuidado como algo sagrado.

En días como hoy, México lleva la voz cantante y el pecho lleno de orgullo porque somos la referencia de la multiculturalidad y del trabajo en la diversidad que ha llevado a artistas tradicionales a exponer sus trabajos alrededor del mundo. El planeta entero sabe que nuestro país es sinónimo de sincretismo, de mezcla de tradiciones y de respeto a quienes nos han dado identidad cultural subrayando que es un placer ser mexicano.


Ya son 23 años que conmemoramos el día mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo, que es un claro recordatorio de que nos encontramos en un mundo más complejo de lo que parece y, en ese sentido, debemos de saber actuar en función de las diferencias inherentes que impregnan la vida social aún cuando se trate de una especie animal. Sobre todo entendiendo que con el paso del tiempo no se pueden sepultar tradiciones, visiones y conformaciones comunales para dar paso a una visión exclusivamente moderna y sin arraigo. La multiculturalidad está ahí, en nuestro día a día, por lo que en el seno de la ONU se han potenciado los objetivos que apunten no a una simple tolerancia, sino a una conversación permanente entre culturas que nos permita generar un desarrollo equilibrado que beneficie a todas y todos sin importar sus orígenes.

Días como estos tienen mayor peso en una nación tan rica culturalmente hablando como lo es México. Nuestra herencia prehispánica nos coloca como uno de los países que tiene conocimiento ancestral que hoy en día se sigue utilizando en el entendido que las civilizaciones que nos dieron parte de nuestra identidad contenían una cantidad enorme de tradiciones y de manifestaciones culturales apreciadas a lo largo y ancho del mundo.

Después de muchas décadas hemos entendido que las manifestaciones culturales no se segregan ni se ignoran, por el contrario, son el escenario ideal para un diálogo abierto que permita construir, desde nuestras diferencias, un país más respetuoso, que fomente y proteja tradiciones y entienda que parte de nuestra grandeza está en quienes preservan ese conocimiento y esa riqueza cultural que da origen a auténticas obras de arte, por ejemplo.

Las naciones unidas han recomendado que en este trabajo para fomentar y respetar la diversidad cultural participen más allá de gobiernos; esta idea se ha procurado extender a toda la sociedad civil para que en cada acto que realicen y en su interacción diaria, entiendan que la diversidad cultural está presente, se debe de respetar y se debe trabajar para hacerla propia como especie de arraigo que permita que se extienda más allá de nuestras fronteras en el entendido que vivimos en un mundo globalizado.

Durante el tiempo que tuve el privilegio de dirigir la entonces Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, se me presentó la oportunidad de implementar proyectos de desarrollo en las comunidades indígenas y afromexicanas del país logrando resultados extraordinarios no sólo por los programas en sí mismos, sino porque en esos pueblos el compromiso y la capacidad de producir, de crear, de convertir el conocimiento en auténticas obras de arte, se convierten en motor de transformación social.

El reto actual es integrar a esa diversidad no en el desarrollo ni en la modernidad, sino en formas de vida que les permitan tener ingresos dignos sin violentar sus tradiciones y costumbres que forman parte de nuestra identidad y, como gobierno, es nuestra obligación proteger y preservar en el entendido que hemos perdido lenguas indígenas en las últimas décadas bajo la gran problemática de implementar una educación no adecuada para esas regiones.

Debemos rescatar a todo lo que nos da identidad y generar políticas públicas de cuidado, de atención, de alimentación, de educación, además de desarrollo de infraestructura pero con el componente del diálogo con esas comunidades para no violentar sus tradiciones ni lastimar su ecosistema que lo han cuidado como algo sagrado.

En días como hoy, México lleva la voz cantante y el pecho lleno de orgullo porque somos la referencia de la multiculturalidad y del trabajo en la diversidad que ha llevado a artistas tradicionales a exponer sus trabajos alrededor del mundo. El planeta entero sabe que nuestro país es sinónimo de sincretismo, de mezcla de tradiciones y de respeto a quienes nos han dado identidad cultural subrayando que es un placer ser mexicano.