/ martes 13 de febrero de 2018

Después del sismo del 19 de septiembre, ¡se refugian en el drenaje!

El temblor del pasado 19 de septiembre los tiene refugiados en ese sitio, el sismo destruyó su vivienda en Teziutlán

En penumbras, entre aguas negras, con apenas un par de cobijas, con un altar de imágenes religiosas y tubos de drenaje como muros, así es como vive Zósimo, Francisco Javier y su abuelo Jorge.

Desde hace tres meses viven en la conexión de los colectores pluviales que integran el vaso regulador de Puente Negro- casi enfrente de las oficinas del PRI estatal-. Los tres son originarios de Teziutlán, en donde se dedicaban a la albañilería.

Ahora son pepenadores. Separan, recolectan y venden cartón, pet y aluminio, productos por los que les pagan apenas 50 pesos al día. Además se dedican a la elaboración de rosas de aluminio que llegan a vender en el Zócalo y en Cholula.

Según su relato, el temblor del pasado 19 de septiembre los tiene refugiados en ese sitio y aunque aseguran que el sismo destruyó su vivienda en Teziutlán y les arrebató la vida de su madre, no existe registro o del deceso en la Fiscalía General del Estado.

Lo que es un hecho es que han hecho del lugar su improvisado hogar y si bien los vecinos de la zona los apoyan con ropa y algunos alimentos, a esta familia les han incendiados en dos ocasiones sus pertenencias y apenas el domingo pasado el hermano mayor fue agredido por parte de un grupo de alrededor de 10 trabajadores del Tianguis Los Lavaderos, que se encuentra justamente enfrente de donde viven. Zósimo tiene desviada la nariz y hasta el momento no ha recibido atención médica.

¿A QUÉ REGRESAMOS?

La falta de su madre de nombre Elba Hernández Martínez, la pérdida total de su vivienda, aunado a la carencia de oportunidades laborales en Teziutlán, llevó a esta familia a migrar a la ciudad de Puebla para buscar un empleo e iniciar una nueva vida, cuentan a El Sol de Puebla, sin conocer lo que les depararía el futuro en la capital.

“A qué regresamos si allá ya se nos terminó todo. Mi mamá falleció en el temblor, se nos cayó la casa. Gracia a Dios mi abuelo, mi hermano y yo nos pudimos salvar, nosotros prácticamente ya no tenemos nada allá en el pueblo, ya perdimos todo, perdimos nuestras cosechas, nuestra casa no era una mansión pero la perdimos, era humilde pero por lo menos sabíamos que nos podíamos proteger del agua, de los fríos. Aquí a mi hermano le está dando pulmonía por todo el frío que le da”, dijo Zósimo con lágrimas en los ojos.

Mientras mostraba la colchoneta que ocupan para dormir y uno de los libros que le regaló una iglesia cristiana, el hermano mayor señaló que las autoridades no les han dado ayuda a pesar de la difícil situación que atravesaron por el temblor.

Los tres varones llegaron a la ciudad de Puebla cuatro días después del sismo. El primer lugar en el que se quedaron fue abajo del puente de la Calzada Ignacio Zaragoza, no obstante, los policías los corrieron de ese lugar y los mandaron al dormitorio municipal.

En este último lugar se quedaron solamente un par de días porque por noche les cobraban 50 pesos, por lo que decidieron buscar opciones para refugiarse, encontrando una en la conexión de los colectores pluviales que integran el vaso regulador de Puente Negro.

Es así como desde finales del mes de septiembre viven en este sitio, en donde guardan el cartón, el pet y el aluminio que juntan de la recolección de basura. Cada lunes caminan las calles de la colonia porque saben que es día que la gente saca sus desperdicios, mientras que los martes se van al centro y al Zócalo.

VIVEN EN PENUMBRAS

La única luz que tienen en su morada es la que les entra por las mañanas y tardes a través de una alcantarilla que da hacia la Diagonal Defensores de la República.

En una de las esquinas de este lugar está ubicada la colchoneta en donde duermen los tres y justamente enfrente se encuentra un pequeño altar con imágenes religiosas y un libro que una iglesia cristiana les regaló.

En este espacio tienen algunos desechos de comida, así como ropa y zapatos que guardan en bolsas de supermercados, los cuales les han regalado los vecinos de la zona.

Zósimo mostró algunas prendas de vestir que no les queda a ninguno de los tres, como unos zapatos de niña de color dorado. Añadió que en estos casos venden los artículos para poder ganar dinero extra.

En este espacio hay tres escalones que conectan hacia la alcantarilla, los cuales ocupan para colocar dos balones, una cobija y otras prendas de vestir.

Dos blocks, una rejilla en mal estado y un sartén integran su cocina, que está instalada antes de ingresar al colector pluvial y al lugar donde duermen. Ahí preparan un huevo y calientan sus tortillas, no obstante, cuando les va mejor en el día llegan a comer carne.

Zósimo contó que una ocasión una fuerte lluvia arrasó con sus pocas pertenencias que tenían e incluso dijo que la fuerza de agua era tal que se los estaba llevando.

“Una vez nos inundamos, se rompió todo eso (otro colector), se llevó ropa, a nosotros casi nos estaba llevando el agua, ese el peligro que nosotros corremos, imagínense cuando se vengan las lluvias”, dijo.

SUFREN AGRESIONES Y PIDEN AYUDA

Desde el pasado domingo esta familia de varones tiene que dormir con palos pues están temerosos de que sean atacados nuevamente por los trabajadores del tianguis de ropa Los Lavaderos.

El pasado domingo fueron agredidos por un grupo de 10 tianguistas luego de que una persona en estado de ebriedad comenzó a insultarlos y a aventarles rocas, a lo que los afectados respondieron, no obstante, el provocador llegó con más personas, dejándole desviada la nariz a Zósimo.

“Ayer sufrimos una agresión porque no quieren que vivamos acá, nos dicen que no somos de este barrio. Es un infierno los días jueves y domingo (que son los días que se pone en tianguis)”, dijo

Esta no es la primera agresión que sufren ya que anteriormente les prendieron fuego a sus colchonetas y cobijas; el hermano mayor atribuyó esta situación también a los tianguistas.

Esta familia ya ha buscado rentar un cuarto para dejar de vivir en el drenaje, sin embargo, no lo ha logrado porque los dueños de los inmuebles no ven con buenos ojos que sean pepenadores y por ende no tengan un trabajo fijo, por lo que pidieron ayuda a las autoridades para conseguir un lugar digno donde vivir.

En penumbras, entre aguas negras, con apenas un par de cobijas, con un altar de imágenes religiosas y tubos de drenaje como muros, así es como vive Zósimo, Francisco Javier y su abuelo Jorge.

Desde hace tres meses viven en la conexión de los colectores pluviales que integran el vaso regulador de Puente Negro- casi enfrente de las oficinas del PRI estatal-. Los tres son originarios de Teziutlán, en donde se dedicaban a la albañilería.

Ahora son pepenadores. Separan, recolectan y venden cartón, pet y aluminio, productos por los que les pagan apenas 50 pesos al día. Además se dedican a la elaboración de rosas de aluminio que llegan a vender en el Zócalo y en Cholula.

Según su relato, el temblor del pasado 19 de septiembre los tiene refugiados en ese sitio y aunque aseguran que el sismo destruyó su vivienda en Teziutlán y les arrebató la vida de su madre, no existe registro o del deceso en la Fiscalía General del Estado.

Lo que es un hecho es que han hecho del lugar su improvisado hogar y si bien los vecinos de la zona los apoyan con ropa y algunos alimentos, a esta familia les han incendiados en dos ocasiones sus pertenencias y apenas el domingo pasado el hermano mayor fue agredido por parte de un grupo de alrededor de 10 trabajadores del Tianguis Los Lavaderos, que se encuentra justamente enfrente de donde viven. Zósimo tiene desviada la nariz y hasta el momento no ha recibido atención médica.

¿A QUÉ REGRESAMOS?

La falta de su madre de nombre Elba Hernández Martínez, la pérdida total de su vivienda, aunado a la carencia de oportunidades laborales en Teziutlán, llevó a esta familia a migrar a la ciudad de Puebla para buscar un empleo e iniciar una nueva vida, cuentan a El Sol de Puebla, sin conocer lo que les depararía el futuro en la capital.

“A qué regresamos si allá ya se nos terminó todo. Mi mamá falleció en el temblor, se nos cayó la casa. Gracia a Dios mi abuelo, mi hermano y yo nos pudimos salvar, nosotros prácticamente ya no tenemos nada allá en el pueblo, ya perdimos todo, perdimos nuestras cosechas, nuestra casa no era una mansión pero la perdimos, era humilde pero por lo menos sabíamos que nos podíamos proteger del agua, de los fríos. Aquí a mi hermano le está dando pulmonía por todo el frío que le da”, dijo Zósimo con lágrimas en los ojos.

Mientras mostraba la colchoneta que ocupan para dormir y uno de los libros que le regaló una iglesia cristiana, el hermano mayor señaló que las autoridades no les han dado ayuda a pesar de la difícil situación que atravesaron por el temblor.

Los tres varones llegaron a la ciudad de Puebla cuatro días después del sismo. El primer lugar en el que se quedaron fue abajo del puente de la Calzada Ignacio Zaragoza, no obstante, los policías los corrieron de ese lugar y los mandaron al dormitorio municipal.

En este último lugar se quedaron solamente un par de días porque por noche les cobraban 50 pesos, por lo que decidieron buscar opciones para refugiarse, encontrando una en la conexión de los colectores pluviales que integran el vaso regulador de Puente Negro.

Es así como desde finales del mes de septiembre viven en este sitio, en donde guardan el cartón, el pet y el aluminio que juntan de la recolección de basura. Cada lunes caminan las calles de la colonia porque saben que es día que la gente saca sus desperdicios, mientras que los martes se van al centro y al Zócalo.

VIVEN EN PENUMBRAS

La única luz que tienen en su morada es la que les entra por las mañanas y tardes a través de una alcantarilla que da hacia la Diagonal Defensores de la República.

En una de las esquinas de este lugar está ubicada la colchoneta en donde duermen los tres y justamente enfrente se encuentra un pequeño altar con imágenes religiosas y un libro que una iglesia cristiana les regaló.

En este espacio tienen algunos desechos de comida, así como ropa y zapatos que guardan en bolsas de supermercados, los cuales les han regalado los vecinos de la zona.

Zósimo mostró algunas prendas de vestir que no les queda a ninguno de los tres, como unos zapatos de niña de color dorado. Añadió que en estos casos venden los artículos para poder ganar dinero extra.

En este espacio hay tres escalones que conectan hacia la alcantarilla, los cuales ocupan para colocar dos balones, una cobija y otras prendas de vestir.

Dos blocks, una rejilla en mal estado y un sartén integran su cocina, que está instalada antes de ingresar al colector pluvial y al lugar donde duermen. Ahí preparan un huevo y calientan sus tortillas, no obstante, cuando les va mejor en el día llegan a comer carne.

Zósimo contó que una ocasión una fuerte lluvia arrasó con sus pocas pertenencias que tenían e incluso dijo que la fuerza de agua era tal que se los estaba llevando.

“Una vez nos inundamos, se rompió todo eso (otro colector), se llevó ropa, a nosotros casi nos estaba llevando el agua, ese el peligro que nosotros corremos, imagínense cuando se vengan las lluvias”, dijo.

SUFREN AGRESIONES Y PIDEN AYUDA

Desde el pasado domingo esta familia de varones tiene que dormir con palos pues están temerosos de que sean atacados nuevamente por los trabajadores del tianguis de ropa Los Lavaderos.

El pasado domingo fueron agredidos por un grupo de 10 tianguistas luego de que una persona en estado de ebriedad comenzó a insultarlos y a aventarles rocas, a lo que los afectados respondieron, no obstante, el provocador llegó con más personas, dejándole desviada la nariz a Zósimo.

“Ayer sufrimos una agresión porque no quieren que vivamos acá, nos dicen que no somos de este barrio. Es un infierno los días jueves y domingo (que son los días que se pone en tianguis)”, dijo

Esta no es la primera agresión que sufren ya que anteriormente les prendieron fuego a sus colchonetas y cobijas; el hermano mayor atribuyó esta situación también a los tianguistas.

Esta familia ya ha buscado rentar un cuarto para dejar de vivir en el drenaje, sin embargo, no lo ha logrado porque los dueños de los inmuebles no ven con buenos ojos que sean pepenadores y por ende no tengan un trabajo fijo, por lo que pidieron ayuda a las autoridades para conseguir un lugar digno donde vivir.

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