/ lunes 28 de septiembre de 2020

Estamos al borde de una guerra a gran escala en el Cáucaso Sur: premier armenio

Se disputan territorio separatista y advierten un conflicto a gran escala; potencias, la ONU y la OTAN exigen un alto al fuego

BAKÚ. El hasta ahora latente conflicto de Nagorno Karabaj, el más antiguo en el espacio postsoviético, volvió a poner en vilo a la comunidad internacional con violentos choques en el territorio separatista disputado por Armenia y Azerbaiyán que amenazan con una nueva guerra a gran escala en el Cáucaso.

“Estamos al borde de una guerra a gran escala en el Cáucaso Sur, que puede tener consecuencias impredecibles, puede ir más allá de las fronteras de la región y extenderse”, dijo el premier armenio, Nikol Pashinián, en un mensaje a la nación.

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Armenia y Azerbaiyán se encuentran en estado de guerra desde el año 1991, si bien tres años después firmaron un alto el fuego, vigente hasta hoy día aunque con violaciones denunciadas por ambas partes. En su discurso Pashinián afirmó: “desde esta mañana Nagorno Karabaj es víctima de una agresión del Ejército azerbaiyano. Los bombardeos afectan a la población civil y la capital (de Nagorno Karabaj), Stepanakert”.

Bakú afirma haber lanzado una “contraofensiva” tras haber registrado ataques a gran escala por parte del Ejército armenio contra sus posiciones y asentamientos civiles.

Mientras Pashinián se dirigía a la nación, el presidente azerbaiyano, Ilham Alíev, intervino ante el Consejo de Seguridad del país caucasiano, donde prometió no ceder ni un ápice en el duradero conflicto con Armenia.

“Estamos en nuestra tierra, no queremos la de los demás. Pero la nuestra no la entregaremos a nadie”, dijo Alíev a la cúpula castrense del país.

Tanto Armenia como Azerbaiyán declararon la ley marcial. Ereván decretó incluso la movilización general. En Bakú, y en otras grandes ciudades, se impuso un toque de queda nocturno.

Esta medida excepcional no había llegado a producirse durante otros periodos de aumento de la tensión entre ambos países, como la llamada “guerra de los cuatro días” de abril de 2016.

Según Bakú, en los enfrentamientos en la zona del conflicto han fallecido cinco ciudadanos azerbaiyanos. El número de los heridos por los ataques armenios, según la Fiscalía del país, asciende a 19 personas entre la población civil.

Armenia a su vez informó de 16 militares fallecidos y más de un centenar de heridos a causa de los bombardeos de las fuerzas azerbaiyanas.

La situación llevó a las autoridades del enclave separatista a comenzar a evacuar a la población desde varias localidades próximas a la línea de fuego.

Rusia, Estados Unidos, Naciones Unidas y la OTAN instaron al cese inmediato de las hostilidades en Nagorno Karabaj.

El conflicto armenio-azerbaiyano se remonta a los tiempos de la Unión Soviética, cuando a finales de la década de los 80 el territorio azerbaiyano de Nagorno Karabaj, poblado mayoritariamente por armenios, pidió su incorporación a la vecina Armenia, tras lo cual estalló una guerra que causó unos 25 mil muertos.

Al término de los combates, las fuerzas armenias se hicieron con el control del Karabaj y también ocuparon vastos territorios azerbaiyanos, que llaman “franja de seguridad”, para unirlo a Armenia.

Azerbaiyán sostiene que la solución al conflicto con Armenia pasa necesariamente por la liberación de los territorios ocupados, demanda que ha sido respaldada por varias resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.

Armenia apoya el derecho a la autodeterminación de Nagorno Karabaj y aboga por la participación de los representantes del territorio separatista en las negociaciones sobre el arreglo del conflicto.



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“Estamos al borde de una guerra a gran escala en el Cáucaso Sur, que puede tener consecuencias impredecibles, puede ir más allá de las fronteras de la región y extenderse”, dijo el premier armenio, Nikol Pashinián, en un mensaje a la nación.

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Armenia y Azerbaiyán se encuentran en estado de guerra desde el año 1991, si bien tres años después firmaron un alto el fuego, vigente hasta hoy día aunque con violaciones denunciadas por ambas partes. En su discurso Pashinián afirmó: “desde esta mañana Nagorno Karabaj es víctima de una agresión del Ejército azerbaiyano. Los bombardeos afectan a la población civil y la capital (de Nagorno Karabaj), Stepanakert”.

Bakú afirma haber lanzado una “contraofensiva” tras haber registrado ataques a gran escala por parte del Ejército armenio contra sus posiciones y asentamientos civiles.

Mientras Pashinián se dirigía a la nación, el presidente azerbaiyano, Ilham Alíev, intervino ante el Consejo de Seguridad del país caucasiano, donde prometió no ceder ni un ápice en el duradero conflicto con Armenia.

“Estamos en nuestra tierra, no queremos la de los demás. Pero la nuestra no la entregaremos a nadie”, dijo Alíev a la cúpula castrense del país.

Tanto Armenia como Azerbaiyán declararon la ley marcial. Ereván decretó incluso la movilización general. En Bakú, y en otras grandes ciudades, se impuso un toque de queda nocturno.

Esta medida excepcional no había llegado a producirse durante otros periodos de aumento de la tensión entre ambos países, como la llamada “guerra de los cuatro días” de abril de 2016.

Según Bakú, en los enfrentamientos en la zona del conflicto han fallecido cinco ciudadanos azerbaiyanos. El número de los heridos por los ataques armenios, según la Fiscalía del país, asciende a 19 personas entre la población civil.

Armenia a su vez informó de 16 militares fallecidos y más de un centenar de heridos a causa de los bombardeos de las fuerzas azerbaiyanas.

La situación llevó a las autoridades del enclave separatista a comenzar a evacuar a la población desde varias localidades próximas a la línea de fuego.

Rusia, Estados Unidos, Naciones Unidas y la OTAN instaron al cese inmediato de las hostilidades en Nagorno Karabaj.

El conflicto armenio-azerbaiyano se remonta a los tiempos de la Unión Soviética, cuando a finales de la década de los 80 el territorio azerbaiyano de Nagorno Karabaj, poblado mayoritariamente por armenios, pidió su incorporación a la vecina Armenia, tras lo cual estalló una guerra que causó unos 25 mil muertos.

Al término de los combates, las fuerzas armenias se hicieron con el control del Karabaj y también ocuparon vastos territorios azerbaiyanos, que llaman “franja de seguridad”, para unirlo a Armenia.

Azerbaiyán sostiene que la solución al conflicto con Armenia pasa necesariamente por la liberación de los territorios ocupados, demanda que ha sido respaldada por varias resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.

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