/ lunes 6 de enero de 2020

Mujeres detrás de la pirotecnia

Yo he sentido el momento en que los materiales están a punto de explotar: Brígida Martínez Paredes

Desde niña ya manejaba la pólvora para elaborar pirotecnia, a la fecha, doña Brígida Martínez Paredes mantiene este oficio y asegura que existen muchas mujeres escondidas detrás de la quema de un castillo o cohetes.

Con 52 años de edad, reflexiona durante la entrevista en exclusiva que concedió a El Sol de Hidalgo y expresa: “que si los fuegos pirotécnicos son peligrosos, en la realidad son peligrosísimos. Yo he sentido el momento en que están a punto de explotar”.

Brígida Martínez vive en Cerritos, comunidad de Santiago de Anaya del estado Hidalgo, municipio donde numerosas familias son productoras de fuegos artificiales con alto grado de dificultad y que actualmente ya le apuestan a los piromusicales.

Recordó a su padre Lorenzo Martínez Cano como su gran inspiración, pues siempre le enseñó a sus hijos todos sus conocimientos que él recibió a su vez, de su padre Patricio Martínez Martín.

Incluso, no olvida cuando “nos daba un zape para corregirnos y nos decía una y otra vez cómo debíamos hacer las cosas”.

Doña Brígida nos permitió el acceso al taller de fabricación que se ubica hasta el fondo de un terreno de grandes dimensiones. Aquí trabaja ella junto con sus hermanos quienes llevan en las entrañas el honor de crear figuras a partir del fuego.

La familia Martínez tiene una norma propia que los ha llevado a evitar accidentes fatales: utilizar la cantidad de pólvora exacta para evitar almacenamiento.

Nunca han sufrido accidentes, pero cuando saben de otros que perdieron la vida por el manejo de la pólvora, “no dejamos caer las lágrimas, nuestro corazón llora, se solidariza a la familia y entonces me pregunto quién sigue. Soy mujer de mucha fe, me gusta mi trabajo y cuando me toque, moriré complacida. Les he dicho a mis hijas: si regresan a casa de la escuela y me encuentran sin vida, no lloren, no tengan miedo, sigan adelante”.

Así es doña Brígida, entusiasta y realista, quien describe a la muerte estar sentada muy cerca de los pirotécnicos, observa y espera el primer error para llevárselos.

Por este alto riesgo, trató de convencer a una de sus hijas alejarse de esta actividad artesanal, sin obtener éxito, pues la joven aún no cumple mayoría de edad y ya mostró sus buenas virtudes en el oficio con la creación de piromusicales (quema de fuegos pirotécnicos a ritmo musical).

Es la primera vez que un pirotécnico de Santiago de Anaya muestra su trabajo al público, y la primera vez que una mujer habla abiertamente: “somos muchas mujeres en el municipio que trabajan la pólvora, y algunas han pagado las consecuencias. Aquí todo es un riesgo”. Por ejemplo, a doña Brígida se le flameó la mano, por lo que advirtió deben reaccionar de inmediato en situaciones especiales, “he sentido los materiales cuando quieren estallar, cuando estamos preparando y suelta un aroma especial. Entonces tenemos que actuar para calmar la reacción. Aveces colocamos el material debajo de una sombra, lo mojamos o más situaciones según sea el caso”.

El costo de un castillo pirotécnico difiere según las dimensiones, así como el modelo, pues cuando se trata de concursar para obtener el primer lugar suelen invertir hasta medio millón de pesos.

Desde niña ya manejaba la pólvora para elaborar pirotecnia, a la fecha, doña Brígida Martínez Paredes mantiene este oficio y asegura que existen muchas mujeres escondidas detrás de la quema de un castillo o cohetes.

Con 52 años de edad, reflexiona durante la entrevista en exclusiva que concedió a El Sol de Hidalgo y expresa: “que si los fuegos pirotécnicos son peligrosos, en la realidad son peligrosísimos. Yo he sentido el momento en que están a punto de explotar”.

Brígida Martínez vive en Cerritos, comunidad de Santiago de Anaya del estado Hidalgo, municipio donde numerosas familias son productoras de fuegos artificiales con alto grado de dificultad y que actualmente ya le apuestan a los piromusicales.

Recordó a su padre Lorenzo Martínez Cano como su gran inspiración, pues siempre le enseñó a sus hijos todos sus conocimientos que él recibió a su vez, de su padre Patricio Martínez Martín.

Incluso, no olvida cuando “nos daba un zape para corregirnos y nos decía una y otra vez cómo debíamos hacer las cosas”.

Doña Brígida nos permitió el acceso al taller de fabricación que se ubica hasta el fondo de un terreno de grandes dimensiones. Aquí trabaja ella junto con sus hermanos quienes llevan en las entrañas el honor de crear figuras a partir del fuego.

La familia Martínez tiene una norma propia que los ha llevado a evitar accidentes fatales: utilizar la cantidad de pólvora exacta para evitar almacenamiento.

Nunca han sufrido accidentes, pero cuando saben de otros que perdieron la vida por el manejo de la pólvora, “no dejamos caer las lágrimas, nuestro corazón llora, se solidariza a la familia y entonces me pregunto quién sigue. Soy mujer de mucha fe, me gusta mi trabajo y cuando me toque, moriré complacida. Les he dicho a mis hijas: si regresan a casa de la escuela y me encuentran sin vida, no lloren, no tengan miedo, sigan adelante”.

Así es doña Brígida, entusiasta y realista, quien describe a la muerte estar sentada muy cerca de los pirotécnicos, observa y espera el primer error para llevárselos.

Por este alto riesgo, trató de convencer a una de sus hijas alejarse de esta actividad artesanal, sin obtener éxito, pues la joven aún no cumple mayoría de edad y ya mostró sus buenas virtudes en el oficio con la creación de piromusicales (quema de fuegos pirotécnicos a ritmo musical).

Es la primera vez que un pirotécnico de Santiago de Anaya muestra su trabajo al público, y la primera vez que una mujer habla abiertamente: “somos muchas mujeres en el municipio que trabajan la pólvora, y algunas han pagado las consecuencias. Aquí todo es un riesgo”. Por ejemplo, a doña Brígida se le flameó la mano, por lo que advirtió deben reaccionar de inmediato en situaciones especiales, “he sentido los materiales cuando quieren estallar, cuando estamos preparando y suelta un aroma especial. Entonces tenemos que actuar para calmar la reacción. Aveces colocamos el material debajo de una sombra, lo mojamos o más situaciones según sea el caso”.

El costo de un castillo pirotécnico difiere según las dimensiones, así como el modelo, pues cuando se trata de concursar para obtener el primer lugar suelen invertir hasta medio millón de pesos.

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