María de los Ángeles tiene 19 años y vive en Calabazas, primera sección, comunidad perteneciente al municipio de Agua Blanca de Iturbide. Desde hace tres meses recibió la dosis contra la enfermedad y asegura que se la aplicó, ya que en junio toda su familia se infectó.
Ella trabaja y estudia para apoyar a su familia en los gastos que representa su escuela, en octubre recibió la noticia de que al municipio llegaron las vacunas contra el Covid-19 para su grupo de edad, y acudió entusiasmada junto con su madre.
En el mes de junio justo cuando se presentó la segunda ola, uno de sus tíos que es operador de tráiler se contagió, el trajo el virus a su casa, infectó a toda su familia, incluyendo a la de María de los Ángeles Licona Moreno.
Sus hermanos y ella no tuvieron síntomas graves, mientras que a su madre si la tumbó el virus, tenía mucho dolor de huesos y le faltó un poco la respiración, aunque su tío fue el que presentó síntomas más graves, se atendió en casa y utilizó tanques de oxígeno.
“Mi tío estuvo con tanques de oxígeno y fue el que estuvo más tiempo con medicamentos, con inyecciones, porque no sabía que tenía el virus y se vacunó, por eso fue que tuvo mayores complicaciones”, relata.
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Cuenta que cuando toda su familia se contagió sintió temor de que fueran a agravarse, sobre todo su abuela que es de edad avanzada y tiene diabetes, por lo que cuando llegó la vacuna no dudó en aplicársela, “fue una oportunidad de vida”.
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