/ jueves 6 de enero de 2022

Ellos no esperan a los Reyes Magos

En la familia Escamilla hay cinco menores de edad, pero ninguno de ellos escribió su carta

En la casa de Naomi, Ximena, Rey, Ángel y Beto no existe la ilusión de los Reyes Magos. No han escrito su carta porque en realidad no esperan regalos. Beto tiene en sus manos un pedazo de juguete que lo retuerce con fuerza al contar que no hizo su carta a los Reyes Magos, pero quiere que le traigan cohetes, no quiere juguetes.

Sentado sobre una llanta, que tiene encima un asiento viejo, aunque Ángel sabe quiénes son los Reyes Magos desea que le traigan un coche de control remoto, también quiere un celular.

Entre los escombros de basura, latas y fierro viejo se entretiene Rey. Tiene a lo mucho 11 años y ayuda a su hermano mayor a escoger lo que sirve para llevarlo a vender; de repente se acerca a donde están sus hermanos y dice que, definitivamente, “no quiero nada”.

A lo lejos se escucha la voz de su papá, quién responde por Rey, que no le dé pena decir que quiere unos tenis y añade que tienen que trabajar para que les puedan llegar los Reyes este 6 de enero.

En un patín del diablo se divierte una de las gemelas; atrás de ella está su hermana. Ambas aún no saben de los Reyes Magos, sólo quieren divertirse entre los escombros.

Su madre Teresa Escamilla Miranda, que acaba de llegar después de ir a dejar de comer a su suegro, relata que apenas el día martes sepultó a su madre y tuvieron muchos gastos, por lo que les impide llenar de regalos a sus cinco hijos menores de edad.

“Hemos tenido muchas pérdidas y estamos muy gastados. Apenas sepultamos a mi mamá; se nos fueron gastos ahí, pero aunque sea algo pequeño para ellos, pues sí, es Día de Reyes, esperan algo”, cuenta.

“Mi chamaquito más grande quiere unos zapatos; el otro un carro de control remoto y ellas una muñeca, algo básico”, dice.

Ella y su pareja tienen dos niñas que son gemelas de 3 años; Beto tiene 5, Rey 10 años y el más grande cumplirá 12. Viven en la colonia el Vergel, municipio de Agua Blanca y para ellos es un día normal como todos, aunque en el fondo desean que debajo de su árbol amanezcan algunos regalos.

También te puede interesar: Reyes Magos llegarán a comunidades indígenas de la Otomí-Tepehua

Mientras tanto, ayer toda la familia escogía el aluminio y el fierro para llevarlo a vender al depósito y ganarse el único sustento familiar.

En la casa de Naomi, Ximena, Rey, Ángel y Beto no existe la ilusión de los Reyes Magos. No han escrito su carta porque en realidad no esperan regalos. Beto tiene en sus manos un pedazo de juguete que lo retuerce con fuerza al contar que no hizo su carta a los Reyes Magos, pero quiere que le traigan cohetes, no quiere juguetes.

Sentado sobre una llanta, que tiene encima un asiento viejo, aunque Ángel sabe quiénes son los Reyes Magos desea que le traigan un coche de control remoto, también quiere un celular.

Entre los escombros de basura, latas y fierro viejo se entretiene Rey. Tiene a lo mucho 11 años y ayuda a su hermano mayor a escoger lo que sirve para llevarlo a vender; de repente se acerca a donde están sus hermanos y dice que, definitivamente, “no quiero nada”.

A lo lejos se escucha la voz de su papá, quién responde por Rey, que no le dé pena decir que quiere unos tenis y añade que tienen que trabajar para que les puedan llegar los Reyes este 6 de enero.

En un patín del diablo se divierte una de las gemelas; atrás de ella está su hermana. Ambas aún no saben de los Reyes Magos, sólo quieren divertirse entre los escombros.

Su madre Teresa Escamilla Miranda, que acaba de llegar después de ir a dejar de comer a su suegro, relata que apenas el día martes sepultó a su madre y tuvieron muchos gastos, por lo que les impide llenar de regalos a sus cinco hijos menores de edad.

“Hemos tenido muchas pérdidas y estamos muy gastados. Apenas sepultamos a mi mamá; se nos fueron gastos ahí, pero aunque sea algo pequeño para ellos, pues sí, es Día de Reyes, esperan algo”, cuenta.

“Mi chamaquito más grande quiere unos zapatos; el otro un carro de control remoto y ellas una muñeca, algo básico”, dice.

Ella y su pareja tienen dos niñas que son gemelas de 3 años; Beto tiene 5, Rey 10 años y el más grande cumplirá 12. Viven en la colonia el Vergel, municipio de Agua Blanca y para ellos es un día normal como todos, aunque en el fondo desean que debajo de su árbol amanezcan algunos regalos.

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Mientras tanto, ayer toda la familia escogía el aluminio y el fierro para llevarlo a vender al depósito y ganarse el único sustento familiar.

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