/ miércoles 2 de febrero de 2022

Duendes de Huasca, del mito a lo real

Adultos mayores aseguran haber sido testigos de la presencia de estos personajes

"Si existen y viven en una cueva que se encuentra en el Zembo, son chiquillos, pero se desaparecen, no se dejar ver", platica don José Franco Meneses, quien fue testigo hace 40 años de estos seres mitológicos en el municipio de Huasca de Ocampo.

A sus 76 años, el señor Franco Menes, vecino de El Calvario, describe a los duendes como unos chamaquillos chiquitos, “es aquí luego, donde entronca la carretera del Zembo a Huasca, por allá le pusieron la Cueva del duende ahí es de donde salen en un barranco alto y hondo”

Platicó que una vez lo echaron al río, aunque no le dio miedo, no volvió a regresar al lugar, “hay que darles unas monedas para que lo dejen a uno pasar, o dulces, de esa manera dejan a uno, sino lo pueden echar al agua”

Dijo que ante la advertencia que ya le había hecho algunos vecinos, la curiosidad lo llevó a ser testigo, “ya me habían dicho que ahí existían, que cuando llueve harto que no podía pasar la gente porque no había puente, entonces los duendes pasaban a la gente, tenías que darle unos dulces o unos centavos”.

Otro caso es el de la abuelita de la señora Beatriz Sosa, vecina de la localidad Reforma 14, quien asegura que en el camino antiguo para pasar Huasca viniendo de San Miguel Regla, los duendes aún viven ahí.

“Mi abuelita nos platicó que en la calle de Reforma viniendo de San Miguel Regla, ella dice que iban a vender al Real de Monte y se iban en la madrugada con los carreros. En la esquina donde está una veterinaria, ese camino antiguo para pasar a Huasca, el carrero le tapaba los ojos a la bestia con unos lentes para que no vieran, pues en unos zócalos ahí se veían los duendes, era una especie de niños chiquitos, pero no se les veían facciones “

Extraordinarias leyendas como las de la familia Escorza, donde sus hijos jugaban con los duendes, la aparición de una gran víbora en La Loma, llevó a que muchas personas encontrarán santuarios para estos seres, y en la carretera Tulancingo- Huasca se encuentra la Casa de los Duendes, Museo de los Duendes y Barranca de los Duendes.

Estos espacios llenan de misticismo todas las historias contadas por las personas adultas mayores de Huasca, quienes muchos fueron testigo y hay quienes, aunque crean aún no los han visto cómo el señor Omar Ruiz, a sus 70 años expresa, “yo nunca he sido grosero con ellos por eso no los conozco y si creo en ellos, te embrujan todo, nunca renegó en contra de ellos”


"Si existen y viven en una cueva que se encuentra en el Zembo, son chiquillos, pero se desaparecen, no se dejar ver", platica don José Franco Meneses, quien fue testigo hace 40 años de estos seres mitológicos en el municipio de Huasca de Ocampo.

A sus 76 años, el señor Franco Menes, vecino de El Calvario, describe a los duendes como unos chamaquillos chiquitos, “es aquí luego, donde entronca la carretera del Zembo a Huasca, por allá le pusieron la Cueva del duende ahí es de donde salen en un barranco alto y hondo”

Platicó que una vez lo echaron al río, aunque no le dio miedo, no volvió a regresar al lugar, “hay que darles unas monedas para que lo dejen a uno pasar, o dulces, de esa manera dejan a uno, sino lo pueden echar al agua”

Dijo que ante la advertencia que ya le había hecho algunos vecinos, la curiosidad lo llevó a ser testigo, “ya me habían dicho que ahí existían, que cuando llueve harto que no podía pasar la gente porque no había puente, entonces los duendes pasaban a la gente, tenías que darle unos dulces o unos centavos”.

Otro caso es el de la abuelita de la señora Beatriz Sosa, vecina de la localidad Reforma 14, quien asegura que en el camino antiguo para pasar Huasca viniendo de San Miguel Regla, los duendes aún viven ahí.

“Mi abuelita nos platicó que en la calle de Reforma viniendo de San Miguel Regla, ella dice que iban a vender al Real de Monte y se iban en la madrugada con los carreros. En la esquina donde está una veterinaria, ese camino antiguo para pasar a Huasca, el carrero le tapaba los ojos a la bestia con unos lentes para que no vieran, pues en unos zócalos ahí se veían los duendes, era una especie de niños chiquitos, pero no se les veían facciones “

Extraordinarias leyendas como las de la familia Escorza, donde sus hijos jugaban con los duendes, la aparición de una gran víbora en La Loma, llevó a que muchas personas encontrarán santuarios para estos seres, y en la carretera Tulancingo- Huasca se encuentra la Casa de los Duendes, Museo de los Duendes y Barranca de los Duendes.

Estos espacios llenan de misticismo todas las historias contadas por las personas adultas mayores de Huasca, quienes muchos fueron testigo y hay quienes, aunque crean aún no los han visto cómo el señor Omar Ruiz, a sus 70 años expresa, “yo nunca he sido grosero con ellos por eso no los conozco y si creo en ellos, te embrujan todo, nunca renegó en contra de ellos”


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