/ martes 22 de septiembre de 2020

No perdí ni gané, pero traje a Bob Dylan: Sergio Mayer

Cantante, bailarín, actor, empresario y activista, Sergio Mayer se considera un hombre de retos

A dos años de ocupar la presidencia de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, Sergio Mayer nos habla de sus logros, sus inquietudes y también de las distintas puertas que se le han cerrado al enfrentarse al monopolio de los conciertos en México y al personificar a un presidente en funciones en una película mexicana.

-Sergio, ¿qué tipo de música te gusta actualmente, qué música escuchas?

-Fíjate que hoy en día no escucho música. Cuando iba a escuela todo el día andaba en el coche con la música o con el walkman, así como veo ahora a mis hijas. Pero hoy en día, si me da tiempo de escuchar radio o de ver televisión es para oír noticias. Pero me gusta de todo: desde la banda hasta la música de mi época, como Eagles o Pink Floyd, que es la música que traigo en el corazón porque crecí con ella, pero nada en específico… luego en los noventas pues la música pop mexicana.

-Hablando de música pop mexicana, ¿qué nos puedes decir de grupo Chévere Internacional?

-Fue el primer grupo musical al que pertenecí… a los 15 años, o sea que ya llevo 40 años en el medio artístico. En ese grupo había un integrante de cada nacionalidad y con ellos viajé, conocí muchas cosas y empecé a conocer más de la industria, luego regresé a seguir estudiando y empecé a modelar y a hacer comerciales. Después comencé a bailar; me aprendía muy fácil las coreografías, precisamente por haber estado en un grupo, y hacíamos pasarelas; en esa época conocí a Xavier Ortiz, antes de Garibaldi.

-Si tuvieras que destacar una sola canción de tu época con Garibaldi, ¿cuál sería y por qué?

-Híjole… Lo que distinguió a Garibaldi fueron los popurrís, pero las canciones que llamaron mucho la atención fueron Que te la pongo y Banana. Esas fueron iconos que todo el mundo cantaba y bailaba en las fiestas, hasta la fecha. De hecho, esas dos nos abrieron las puertas de España y también de Marruecos; le tengo mucho cariño a esas canciones, porque me acuerdo del rey de Marruecos, cuando se paró a bailar y a cantar con nosotros, de tanto que le gustaron las canciones.

No estoy de acuerdo en que seamos 500 diputados; no necesitamos tantos

-Pocos saben que tú trajiste a Bob Dylan a México. ¿Te consideras muy fan?

-Fan como tal no, pero sí un gran admirador, ya que es uno de los padres del rock and roll; los Beatles decían que él era su mentor, y realmente es como el padre de todos los rockeros y un ícono de la música, además de haber ganado el Premio Nobel de Literatura… Y haberlo tenido aquí con nosotros, y haber sido el único mexicano que lo trajo a México es una de mis mayores satisfacciones, por el reto que implicaba. Le tengo mucho cariño a lo que pasó, no sólo porque yo no tenía la capacidad económica para traerlo y digamos que tampoco la experiencia, sino porque tuve que competir con la empresa más importante de México que es CIE-OCESA, pero me aventé.

-Se dice que en aquella ocasión OCESA le hizo una mejor oferta a Dylan para ganártelo.

-Sí. A OCESA, con tal de quitármelo no le importaba ofrecer más dinero, el cual yo no podía seguir ofreciendo… Ellos además de usar el dinero de patrocinadores y el de preventa que tienen por adelantado, y que no es de ellos, pues cotizan en bolsa, por lo que pueden ganar en un concierto y perder en otro… Pueden hacerlo, aunque no ganen, porque lo que les interesa es seguir teniendo el control y el monopolio… Fue muy polémico ese tema y te puedo decir que tuve muchos problemas con OCESA-CIE en ese momento, porque yo estaba creciendo mucho como empresario, y ellos hacían todo lo posible por boicotear o por meter otros conciertos cuando yo estaba haciendo algo, así que cuando me dijeron: “El señor Dylan dice que quiere hacerlo contigo y no con OCESA” yo me di cuenta que sí se puede; que cuando quieres, se pueden hacer las cosas.

-Y cuando se te cierran las puertas con OCESA, seguro se cierran otras puertas.

-Sí, se me cerraron todas las puertas de patrocinios y de preventas con los bancos… todo. Para el concierto de Dylan invité a varios patrocinadores, pero como tenían contrato con OCESA me dijeron: “Perdón, pero ya todo nuestro presupuesto va para OCESA, todo va para allá”. Y yo les decía: “Oye, ¡pero es Bob Dylan!” Y contestaban: “Pues sí… pero no”. Así que no tuve un sólo patrocinador… y te puedo decir que, aunque no perdí dinero y tampoco gané, pues tuve la satisfacción de haberlo traído.

-Te ha ido mejor trayendo a otros artistas, como David Guetta.

-A David Guetta lo traje al Estadio Azteca. Imagínate: un artista de ese nivel, pues fue un éxito tremendo. También traje a Redfoo, a Shakira y Enrique Iglesias… varios artistas de ese nivel, que me marcaron como empresario.

-¿Es verdad que tuviste que hipotecar tu casa para traer a Bob Dylan o a David Guetta?

-Para los dos. Hipotecaba y luego pagaba. Y así, siempre tuve el riesgo, y le agradezco a mi esposa, que siempre tuvo la confianza de decir: “Órale”. Ella estaba muy nerviosa, pero sí, tuve que hipotecar para poder sacar el dinero y poder pagar anticipos; todo eso lo hice con el dinero de mi patrimonio, de mi trabajo, de mi familia… Y es muy fuerte; es mucho el riesgo y el sufrimiento, de verdad, no duermes, porque además luego llega todo mundo a cobrar impuestos, derechos, música, esto y aquello; es una locura y parece que todo el mundo gana, menos el empresario… esa es la realidad.

-Ya en tu faceta como actor, personificaste al presidente de México, en la película La dictadura perfecta.

-Fue una actuación especial; un personaje pequeño, pero que causó mucha polémica. Aunque el personaje es “el presidente”, nunca se dice su nombre, aunque se generó polémica, quizá por el parecido con ese personaje, aunque nunca me caracterizaron para que me pareciera físicamente a él… Pero fue una película que rompió todos los paradigmas, porque nunca en la historia se había hecho una película mexicana en la que saliera el presidente en funciones; por lo general se hacían películas sobre sexenios anteriores, y eso también habla de la libertad de expresión que hubo, dado que Gobernación permitió que la cinta saliera y que estuviera en cines… Pero yo simplemente interpreté lo que el director (Luis Estrada) me pidió, y fue una experiencia muy padre, que me abrió muchas puertas, pero que también me cerró muchas otras… laborales y políticas, esa es la realidad. Fue complicado, pero yo sabía el riesgo de hacer una película de esas características en ese momento y lo asumí.

Foto: Roberto Hernández

-¿Qué tipo de puertas laborales se te cerraron?

-Después de esa película no volví a hacer nada en televisión, o sea: me eché como cuatro o cinco años sin hacer ninguna novela; no sé si fue coincidencia o no, pero tampoco volví a hacer otra película, no volví a hacer nada, a pesar de que podría pensarse que algo así te puede abrir muchas puertas, ¿no? Me costó mucho trabajo empezar a buscar por otro lado, porque no había oportunidades de trabajo, casualmente.

-¿Te estigmatizaron por dar vida a ese papel?

-Pues sí hubieron quienes me estigmatizaron, pero siempre pasa cuando haces un personaje que tiene impacto; le ha pasado a muchos actores… Pero yo me divertí mucho y no me arrepiento de haberla hecho, asumí esa responsabilidad y estoy muy contento.

-Fueron muy populares las cintas de Luis Estrada sobre algunos de los sexenios anteriores. Ahora sería interesante saber si hará una sobre la 4T.

-Tengo entendido que sí; él es buen amigo mío, y me ha dicho que está preparando algo, pero no sé si se vayan a dar las condiciones, yo espero que sí, aunque no sabemos… Ya conocemos el corte de sus películas, y siempre es bueno tener opciones para ver cine como el que hace él.

-También has sido activista…

-Sí, yo empecé a meterme en la política como vocero de los derechos de los niños, a representarlos a través de una defensoría de una fundación que se llamaba ¿A quién le importa? Y como empecé a trabajar como su vocero, presenté varias iniciativas. Por otro lado, también rescatamos animalitos; tenemos una defensoría animal que recoge cualquier tipo de animales: perritos, caballos y especialmente burros, que son muy maltratados en algunos lugares; yo estoy convencido de que puedes cambiar a un país a través de la consciencia, del respeto a la naturaleza y a los animales. Gandhi decía que un pueblo se conoce por cómo trata a los animales, a los niños y a los ancianos, así que es algo en lo que tenemos que trabajar, es parte de nuestra cultura.

-¿Y cómo pasaste del activismo a la política?

-Cuando era activista social, íbamos a la Cámara de Diputados o al Senado, y me llamaba la atención ver y escuchar a quienes nos representan… No daba crédito de que no tenían idea de lo que decían ahí y de que muchas veces no podían ni hilar dos palabras, y pensaba: ¿Cómo es posible que permitamos que estas personas nos representen? Luego leí un libro muy importante, que marcó mi vida, llamado Manual del poder ciudadano, de Ulrich Richter, en donde habla del empoderamiento de los ciudadanos que tenemos si participamos en política y si les empezamos a quitar esos espacios a los políticos o seudopolíticos… A mí me criticaron mucho por haber entrado a la política, porque la política está muy mal vista, pero yo estoy convencido de que podemos cambiar esa percepción haciendo bien las cosas, y asumo las consecuencias de la crítica; sé que estoy aquí trabajando y que estoy comprometido, generando cambios, no por una ocurrencia de popularidad; creo que es lo mínimo que puedo hacer: comprometerme y hacer algo por mi país, en lugar de sólo criticar desde las redes sociales o burlarme de los políticos que hacen mal su trabajo.

-¿Los políticos de esta era tienen un reto mayor que los que participaron en sexenios anteriores?

-Sí, pero la participación ciudadana es fundamental para la democracia; si no participamos, no hay democracia… Yo no estoy a favor de los partidos políticos, pero tuve que participar en uno, que es Morena. Aunque no soy militante, tuve que estar con Morena para poder participar. Yo estoy a favor de varias cosas: que se acabe el presupuesto a los partidos políticos y que la iniciativa privada pueda participar para apoyarlos, porque de todos modos existe por debajo de la mesa.

“Y por otro lado, no estoy de acuerdo en que seamos 500 diputados; no necesitamos tantos diputados ni tantos senadores, y te lo digo yo que estoy aquí: no es necesario.

"Podríamos quitar por lo menos 32 senadores y por lo menos 100 diputados plurinominales, así fortaleceríamos los distritos electorales, y sería un ahorro tremendo para México; tenemos que bajar esa cantidad y es uno de mis proyectos presentar esas iniciativas”.

-Hablando de política cultural, este 2020 fue muy polémica la amenaza de acabar con fideicomisos como los del Fonca y los de Imcine.

-Lo que yo veo delicado ahí es que no se hace un análisis a profundidad de cada uno de ellos, y que a todos los meten en una sola canasta.

“Estoy convencido de que hay fideicomisos que no tiene una estructura orgánica y que tienen que desaparecer para recuperar ese dinero, pero hay otros que sí han cumplido sus funciones, y me parece delicado que se generalice, porque no es lo correcto. La percepción del ejecutivo es acabar con todo y volver a sacar nuevo esquema que de el apoyo de manera directa; si eso sucede, no importa, mientras el apoyo continúe. Ojalá que se reconsidere. Yo estoy luchando junto con esa comunidad para cuidar, preservar y apoyar esos fideicomisos que le han dado tanto a México, especialmente el del cine, que nos ha dado tantas satisfacciones, porque han salido de ahí grandes productores, artistas, directores.

"Espero que de alguna manera preservemos y rescatemos esos fideicomisos”.

No estoy a favor de los partidos políticos, pero tuve que participar en uno. Aunque no soy militante, tuve que estar con Morena

-¿Y el apoyo a los demás artistas que no son tan famosos como los cineastas?

-Por supuesto, es que son todas las áreas: las artes escénicas, los bailarines, la gente de los circos, los artistas urbanos… No es que alguien sea más o menos importante… Y no sólo los artistas que están arriba del escenario, sino también los creativos, los que pintan, los que hacen un escenario, los que ponen una coreografía, los que hacen un vestuario, todos esos artistas que sin ellos no podríamos estar arriba de un escenario; ellos son creativos también y tienen que ser cuidados.

-Ya cumpliste dos años como diputado. ¿Cuál sería el logro que más presumirías?

-No quisiera minimizar nada, pero estamos haciendo la Ley de Artes Escénicas, que no había, y estamos fortaleciendo la Ley Federal de Cinematografía y la Ley General de Cultura que de pronto ya muy anacrónica. También estamos tratando de conseguir la tasa cero para librerías.




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-Sergio, ¿qué tipo de música te gusta actualmente, qué música escuchas?

-Fíjate que hoy en día no escucho música. Cuando iba a escuela todo el día andaba en el coche con la música o con el walkman, así como veo ahora a mis hijas. Pero hoy en día, si me da tiempo de escuchar radio o de ver televisión es para oír noticias. Pero me gusta de todo: desde la banda hasta la música de mi época, como Eagles o Pink Floyd, que es la música que traigo en el corazón porque crecí con ella, pero nada en específico… luego en los noventas pues la música pop mexicana.

-Hablando de música pop mexicana, ¿qué nos puedes decir de grupo Chévere Internacional?

-Fue el primer grupo musical al que pertenecí… a los 15 años, o sea que ya llevo 40 años en el medio artístico. En ese grupo había un integrante de cada nacionalidad y con ellos viajé, conocí muchas cosas y empecé a conocer más de la industria, luego regresé a seguir estudiando y empecé a modelar y a hacer comerciales. Después comencé a bailar; me aprendía muy fácil las coreografías, precisamente por haber estado en un grupo, y hacíamos pasarelas; en esa época conocí a Xavier Ortiz, antes de Garibaldi.

-Si tuvieras que destacar una sola canción de tu época con Garibaldi, ¿cuál sería y por qué?

-Híjole… Lo que distinguió a Garibaldi fueron los popurrís, pero las canciones que llamaron mucho la atención fueron Que te la pongo y Banana. Esas fueron iconos que todo el mundo cantaba y bailaba en las fiestas, hasta la fecha. De hecho, esas dos nos abrieron las puertas de España y también de Marruecos; le tengo mucho cariño a esas canciones, porque me acuerdo del rey de Marruecos, cuando se paró a bailar y a cantar con nosotros, de tanto que le gustaron las canciones.

No estoy de acuerdo en que seamos 500 diputados; no necesitamos tantos

-Pocos saben que tú trajiste a Bob Dylan a México. ¿Te consideras muy fan?

-Fan como tal no, pero sí un gran admirador, ya que es uno de los padres del rock and roll; los Beatles decían que él era su mentor, y realmente es como el padre de todos los rockeros y un ícono de la música, además de haber ganado el Premio Nobel de Literatura… Y haberlo tenido aquí con nosotros, y haber sido el único mexicano que lo trajo a México es una de mis mayores satisfacciones, por el reto que implicaba. Le tengo mucho cariño a lo que pasó, no sólo porque yo no tenía la capacidad económica para traerlo y digamos que tampoco la experiencia, sino porque tuve que competir con la empresa más importante de México que es CIE-OCESA, pero me aventé.

-Se dice que en aquella ocasión OCESA le hizo una mejor oferta a Dylan para ganártelo.

-Sí. A OCESA, con tal de quitármelo no le importaba ofrecer más dinero, el cual yo no podía seguir ofreciendo… Ellos además de usar el dinero de patrocinadores y el de preventa que tienen por adelantado, y que no es de ellos, pues cotizan en bolsa, por lo que pueden ganar en un concierto y perder en otro… Pueden hacerlo, aunque no ganen, porque lo que les interesa es seguir teniendo el control y el monopolio… Fue muy polémico ese tema y te puedo decir que tuve muchos problemas con OCESA-CIE en ese momento, porque yo estaba creciendo mucho como empresario, y ellos hacían todo lo posible por boicotear o por meter otros conciertos cuando yo estaba haciendo algo, así que cuando me dijeron: “El señor Dylan dice que quiere hacerlo contigo y no con OCESA” yo me di cuenta que sí se puede; que cuando quieres, se pueden hacer las cosas.

-Y cuando se te cierran las puertas con OCESA, seguro se cierran otras puertas.

-Sí, se me cerraron todas las puertas de patrocinios y de preventas con los bancos… todo. Para el concierto de Dylan invité a varios patrocinadores, pero como tenían contrato con OCESA me dijeron: “Perdón, pero ya todo nuestro presupuesto va para OCESA, todo va para allá”. Y yo les decía: “Oye, ¡pero es Bob Dylan!” Y contestaban: “Pues sí… pero no”. Así que no tuve un sólo patrocinador… y te puedo decir que, aunque no perdí dinero y tampoco gané, pues tuve la satisfacción de haberlo traído.

-Te ha ido mejor trayendo a otros artistas, como David Guetta.

-A David Guetta lo traje al Estadio Azteca. Imagínate: un artista de ese nivel, pues fue un éxito tremendo. También traje a Redfoo, a Shakira y Enrique Iglesias… varios artistas de ese nivel, que me marcaron como empresario.

-¿Es verdad que tuviste que hipotecar tu casa para traer a Bob Dylan o a David Guetta?

-Para los dos. Hipotecaba y luego pagaba. Y así, siempre tuve el riesgo, y le agradezco a mi esposa, que siempre tuvo la confianza de decir: “Órale”. Ella estaba muy nerviosa, pero sí, tuve que hipotecar para poder sacar el dinero y poder pagar anticipos; todo eso lo hice con el dinero de mi patrimonio, de mi trabajo, de mi familia… Y es muy fuerte; es mucho el riesgo y el sufrimiento, de verdad, no duermes, porque además luego llega todo mundo a cobrar impuestos, derechos, música, esto y aquello; es una locura y parece que todo el mundo gana, menos el empresario… esa es la realidad.

-Ya en tu faceta como actor, personificaste al presidente de México, en la película La dictadura perfecta.

-Fue una actuación especial; un personaje pequeño, pero que causó mucha polémica. Aunque el personaje es “el presidente”, nunca se dice su nombre, aunque se generó polémica, quizá por el parecido con ese personaje, aunque nunca me caracterizaron para que me pareciera físicamente a él… Pero fue una película que rompió todos los paradigmas, porque nunca en la historia se había hecho una película mexicana en la que saliera el presidente en funciones; por lo general se hacían películas sobre sexenios anteriores, y eso también habla de la libertad de expresión que hubo, dado que Gobernación permitió que la cinta saliera y que estuviera en cines… Pero yo simplemente interpreté lo que el director (Luis Estrada) me pidió, y fue una experiencia muy padre, que me abrió muchas puertas, pero que también me cerró muchas otras… laborales y políticas, esa es la realidad. Fue complicado, pero yo sabía el riesgo de hacer una película de esas características en ese momento y lo asumí.

Foto: Roberto Hernández

-¿Qué tipo de puertas laborales se te cerraron?

-Después de esa película no volví a hacer nada en televisión, o sea: me eché como cuatro o cinco años sin hacer ninguna novela; no sé si fue coincidencia o no, pero tampoco volví a hacer otra película, no volví a hacer nada, a pesar de que podría pensarse que algo así te puede abrir muchas puertas, ¿no? Me costó mucho trabajo empezar a buscar por otro lado, porque no había oportunidades de trabajo, casualmente.

-¿Te estigmatizaron por dar vida a ese papel?

-Pues sí hubieron quienes me estigmatizaron, pero siempre pasa cuando haces un personaje que tiene impacto; le ha pasado a muchos actores… Pero yo me divertí mucho y no me arrepiento de haberla hecho, asumí esa responsabilidad y estoy muy contento.

-Fueron muy populares las cintas de Luis Estrada sobre algunos de los sexenios anteriores. Ahora sería interesante saber si hará una sobre la 4T.

-Tengo entendido que sí; él es buen amigo mío, y me ha dicho que está preparando algo, pero no sé si se vayan a dar las condiciones, yo espero que sí, aunque no sabemos… Ya conocemos el corte de sus películas, y siempre es bueno tener opciones para ver cine como el que hace él.

-También has sido activista…

-Sí, yo empecé a meterme en la política como vocero de los derechos de los niños, a representarlos a través de una defensoría de una fundación que se llamaba ¿A quién le importa? Y como empecé a trabajar como su vocero, presenté varias iniciativas. Por otro lado, también rescatamos animalitos; tenemos una defensoría animal que recoge cualquier tipo de animales: perritos, caballos y especialmente burros, que son muy maltratados en algunos lugares; yo estoy convencido de que puedes cambiar a un país a través de la consciencia, del respeto a la naturaleza y a los animales. Gandhi decía que un pueblo se conoce por cómo trata a los animales, a los niños y a los ancianos, así que es algo en lo que tenemos que trabajar, es parte de nuestra cultura.

-¿Y cómo pasaste del activismo a la política?

-Cuando era activista social, íbamos a la Cámara de Diputados o al Senado, y me llamaba la atención ver y escuchar a quienes nos representan… No daba crédito de que no tenían idea de lo que decían ahí y de que muchas veces no podían ni hilar dos palabras, y pensaba: ¿Cómo es posible que permitamos que estas personas nos representen? Luego leí un libro muy importante, que marcó mi vida, llamado Manual del poder ciudadano, de Ulrich Richter, en donde habla del empoderamiento de los ciudadanos que tenemos si participamos en política y si les empezamos a quitar esos espacios a los políticos o seudopolíticos… A mí me criticaron mucho por haber entrado a la política, porque la política está muy mal vista, pero yo estoy convencido de que podemos cambiar esa percepción haciendo bien las cosas, y asumo las consecuencias de la crítica; sé que estoy aquí trabajando y que estoy comprometido, generando cambios, no por una ocurrencia de popularidad; creo que es lo mínimo que puedo hacer: comprometerme y hacer algo por mi país, en lugar de sólo criticar desde las redes sociales o burlarme de los políticos que hacen mal su trabajo.

-¿Los políticos de esta era tienen un reto mayor que los que participaron en sexenios anteriores?

-Sí, pero la participación ciudadana es fundamental para la democracia; si no participamos, no hay democracia… Yo no estoy a favor de los partidos políticos, pero tuve que participar en uno, que es Morena. Aunque no soy militante, tuve que estar con Morena para poder participar. Yo estoy a favor de varias cosas: que se acabe el presupuesto a los partidos políticos y que la iniciativa privada pueda participar para apoyarlos, porque de todos modos existe por debajo de la mesa.

“Y por otro lado, no estoy de acuerdo en que seamos 500 diputados; no necesitamos tantos diputados ni tantos senadores, y te lo digo yo que estoy aquí: no es necesario.

"Podríamos quitar por lo menos 32 senadores y por lo menos 100 diputados plurinominales, así fortaleceríamos los distritos electorales, y sería un ahorro tremendo para México; tenemos que bajar esa cantidad y es uno de mis proyectos presentar esas iniciativas”.

-Hablando de política cultural, este 2020 fue muy polémica la amenaza de acabar con fideicomisos como los del Fonca y los de Imcine.

-Lo que yo veo delicado ahí es que no se hace un análisis a profundidad de cada uno de ellos, y que a todos los meten en una sola canasta.

“Estoy convencido de que hay fideicomisos que no tiene una estructura orgánica y que tienen que desaparecer para recuperar ese dinero, pero hay otros que sí han cumplido sus funciones, y me parece delicado que se generalice, porque no es lo correcto. La percepción del ejecutivo es acabar con todo y volver a sacar nuevo esquema que de el apoyo de manera directa; si eso sucede, no importa, mientras el apoyo continúe. Ojalá que se reconsidere. Yo estoy luchando junto con esa comunidad para cuidar, preservar y apoyar esos fideicomisos que le han dado tanto a México, especialmente el del cine, que nos ha dado tantas satisfacciones, porque han salido de ahí grandes productores, artistas, directores.

"Espero que de alguna manera preservemos y rescatemos esos fideicomisos”.

No estoy a favor de los partidos políticos, pero tuve que participar en uno. Aunque no soy militante, tuve que estar con Morena

-¿Y el apoyo a los demás artistas que no son tan famosos como los cineastas?

-Por supuesto, es que son todas las áreas: las artes escénicas, los bailarines, la gente de los circos, los artistas urbanos… No es que alguien sea más o menos importante… Y no sólo los artistas que están arriba del escenario, sino también los creativos, los que pintan, los que hacen un escenario, los que ponen una coreografía, los que hacen un vestuario, todos esos artistas que sin ellos no podríamos estar arriba de un escenario; ellos son creativos también y tienen que ser cuidados.

-Ya cumpliste dos años como diputado. ¿Cuál sería el logro que más presumirías?

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