/ miércoles 11 de mayo de 2022

Verdaderas luchadoras sociales

Sara es una ejecutiva muy importante en una de las instituciones financieras con mayor crecimiento en México en los últimos años, además de establecer proyectos de inclusión dentro de la empresa, lo que ha permitido que el clima laboral mejore casi en el doble de los niveles de percepción. Sara se embarazó y debido al cuidado de Andrea se separó del mercado laboral durante los primeros 5 años de la vida de su pequeña hija, ya que Mauricio, su esposo, asumió que él no tenía que sacrificar su crecimiento laboral por labores del cuidado de su hija, por lo que se mantuvo en su propia empresa comercializadora sin ningún inconveniente. El regreso laboral de Sara se ha complicado ya que requiere tiempo para recoger a su hija de la escuela y, además, es quien se encarga de la salud de Adriana cuando se enferma.

Hoy vivimos en una sociedad diferente con anclajes culturales importantes, lo que ha llevado a complicar las dinámicas que antes se asumían como roles inamovibles, en donde el padre era el proveedor y, por lo tanto, quien debía salir a trabajar, mientras que la madre era la encargada absoluta de las labores domésticas y de crianza de los hijos. Hoy la realidad nos dice que los roles son distintos, sin embargo, mucho de la crianza se entrega a la mujer con todo lo que ello implica.

Los datos del INEGI arrojan que el 75% de las mujeres mayores de 15 años en nuestro país son madres, de las cuales casi la mitad se encuentra casada, el 23 por ciento en unión libre, el 10 por ciento es viuda y las restantes son solteras por divorcio, separación o por el hecho de nunca haberse unido al padre de sus hijos. Hasta aquí los datos nos hablan, incluso, de una disminución en la tasa de natalidad y, además, de un cambio del rol que se le había asignado a las mujeres y, sobre todo, a las madres.

De ese universo de madres, el 40 por ciento de ellas se encuentra económicamente activa, cifra que era difícil de concebir hace 50 o más años en un México tradicionalista. En efecto, hoy las mujeres tienen que salir a trabajar para ganarse el sustento, sin embargo, los obstáculos prevalecen, de tal manera que es mucho más difícil para una madre crecer profesionalmente y obtener salarios dignos.

Esta demostrado que el tener hijos reduce la participación de las mujeres en el mercado laboral, situación que no sucede con los padres, quienes, de hecho, invierten menos horas en el cuidado de los hijos y tareas domésticas. Adicionalmente, los niveles educativos de las mujeres con hijos se reducen dramáticamente, mientras que sus pares masculinos no tienen que sacrificar su preparación por el cuidado de la familia, ya que, siguen accediendo a grados académicos prácticamente sin impedimento.

Estas circunstancias que rodean a las madres de nuestro país pueden tener diversas lecturas; una de ellas va más allá de cualquier acción de gobierno si como sociedad no cambiamos estructuras culturales que minimizan el papel de las mujeres con hijos en la vida profesional e, incluso, se les detiene a través de los prejuicios y la falta de oportunidades para que puedan combinar su vida personal con la laboral.

Por otro lado, también nos demuestran que ser madre es un reto que todas las mujeres mexicanas sabemos afrontar con esfuerzo, honestidad, responsabilidad y con excelentes resultados en la crianza de nuestras hijas e hijos, además de con una calidad laboral insuperable. En todos los ámbitos debemos ser capaces de generar acciones afirmativas que permitan que el ser madre sea más que un sacrificio y que se convierta en una decisión que, sin importar las circunstancias, cambie nuestras vidas para bien, priorizando el libre desarrollo de nuestras hijas e hijos, de tal manera que también puedan disfrutar de la realización personal de quien no sólo les da la vida, sino todo el compromiso y formación que cualquier ser humano requiere.


Sara es una ejecutiva muy importante en una de las instituciones financieras con mayor crecimiento en México en los últimos años, además de establecer proyectos de inclusión dentro de la empresa, lo que ha permitido que el clima laboral mejore casi en el doble de los niveles de percepción. Sara se embarazó y debido al cuidado de Andrea se separó del mercado laboral durante los primeros 5 años de la vida de su pequeña hija, ya que Mauricio, su esposo, asumió que él no tenía que sacrificar su crecimiento laboral por labores del cuidado de su hija, por lo que se mantuvo en su propia empresa comercializadora sin ningún inconveniente. El regreso laboral de Sara se ha complicado ya que requiere tiempo para recoger a su hija de la escuela y, además, es quien se encarga de la salud de Adriana cuando se enferma.

Hoy vivimos en una sociedad diferente con anclajes culturales importantes, lo que ha llevado a complicar las dinámicas que antes se asumían como roles inamovibles, en donde el padre era el proveedor y, por lo tanto, quien debía salir a trabajar, mientras que la madre era la encargada absoluta de las labores domésticas y de crianza de los hijos. Hoy la realidad nos dice que los roles son distintos, sin embargo, mucho de la crianza se entrega a la mujer con todo lo que ello implica.

Los datos del INEGI arrojan que el 75% de las mujeres mayores de 15 años en nuestro país son madres, de las cuales casi la mitad se encuentra casada, el 23 por ciento en unión libre, el 10 por ciento es viuda y las restantes son solteras por divorcio, separación o por el hecho de nunca haberse unido al padre de sus hijos. Hasta aquí los datos nos hablan, incluso, de una disminución en la tasa de natalidad y, además, de un cambio del rol que se le había asignado a las mujeres y, sobre todo, a las madres.

De ese universo de madres, el 40 por ciento de ellas se encuentra económicamente activa, cifra que era difícil de concebir hace 50 o más años en un México tradicionalista. En efecto, hoy las mujeres tienen que salir a trabajar para ganarse el sustento, sin embargo, los obstáculos prevalecen, de tal manera que es mucho más difícil para una madre crecer profesionalmente y obtener salarios dignos.

Esta demostrado que el tener hijos reduce la participación de las mujeres en el mercado laboral, situación que no sucede con los padres, quienes, de hecho, invierten menos horas en el cuidado de los hijos y tareas domésticas. Adicionalmente, los niveles educativos de las mujeres con hijos se reducen dramáticamente, mientras que sus pares masculinos no tienen que sacrificar su preparación por el cuidado de la familia, ya que, siguen accediendo a grados académicos prácticamente sin impedimento.

Estas circunstancias que rodean a las madres de nuestro país pueden tener diversas lecturas; una de ellas va más allá de cualquier acción de gobierno si como sociedad no cambiamos estructuras culturales que minimizan el papel de las mujeres con hijos en la vida profesional e, incluso, se les detiene a través de los prejuicios y la falta de oportunidades para que puedan combinar su vida personal con la laboral.

Por otro lado, también nos demuestran que ser madre es un reto que todas las mujeres mexicanas sabemos afrontar con esfuerzo, honestidad, responsabilidad y con excelentes resultados en la crianza de nuestras hijas e hijos, además de con una calidad laboral insuperable. En todos los ámbitos debemos ser capaces de generar acciones afirmativas que permitan que el ser madre sea más que un sacrificio y que se convierta en una decisión que, sin importar las circunstancias, cambie nuestras vidas para bien, priorizando el libre desarrollo de nuestras hijas e hijos, de tal manera que también puedan disfrutar de la realización personal de quien no sólo les da la vida, sino todo el compromiso y formación que cualquier ser humano requiere.