/ miércoles 17 de noviembre de 2021

Un presupuesto que ignora a México

En el ejercicio del servicio público se suele olvidar que en los cargos que se nos confieren algunas potestades, sobre todo cuando esos espacios se refieren a los electos por el pueblo, que quienes ocupamos esas posiciones además de estar efímeramente, sólo somos un brazo operativo de la decisión ciudadana, es decir, nuestros deseos y posturas personales deben guardarse para obedecer a quien ostenta el ejercicio soberano.

Una de las principales funciones que tiene el Congreso de la Unión es la relativa a la aprobación de los ingresos y egresos de la federación. Con el paquete económico, prácticamente, se evidencian las líneas de trabajo que deben buscar un bienestar general y no los sueños humanos que permitan trascender a un solo individuo o grupo que ejerza el poder plenamente.

Lo que ha pasado en los últimos días con la aprobación de un Presupuesto de Egresos de la Federación emitido por una sola persona y avalado sin cambiarle una sola coma, es de lo más lastimoso para el pueblo de México, ya que aún con las circunstancias que se viven en el mundo donde la salud y la economía se encuentran severamente lastimadas, poco o nada se aprobó para devolverle a las y los mexicanos una vida mejor.

Por el contrario, con esa aprobación se asesta un severo golpe a la autonomía de muchos órganos a quienes no se les pudo quitar facultades por falta de votos, pero sí se les realizaron recortes lamentables que ponen en serio riesgo su operación. Ello en contraste con las obras de infraestructura que han servido para alimentar el discurso oficial y permitir que la campaña se mantenga en pie.

Si pudiéramos calificar al Presupuesto aprobado, deberíamos de catalogarlo como desigual. Desigual con enfermas y enfermos de cáncer o de VIH, quienes no recibirán más apoyo por parte del gobierno, destinando recursos de salud para áreas no prioritarias pero que representan mantener la clientela cautiva.

Desigual con el INE porque se le exige organizar un ejercicio aparentemente democrático con tintes más bien electoreros, con un claro afán de revancha cuando ese organismo tanto en la comparecencia de su Presidente como en su actuar ha demostrado probidad, independencia y claridad en sus alcances, tanto así que ha dado triunfos y a impuesto sanciones sin mirar colores de partido.

Desigual con las mujeres, a quienes no se les asignó un solo peso para mantener la lucha y el cambio por la igualdad sustantiva engañando además con la asignación de recursos, haciendo pasar aumentos de 73 por ciento en el rubro respecto el año anterior, pero sin decir que en realidad el aumento fue para programas sociales clientelares a los que sólo se les dio la etiqueta de paritarios para incluirlos en la bolsa de las mujeres, a quienes en la realidad no se les dio nada.

Desigual para la ciencia y tecnología, a las que se les desdeña una vez más desamparándolas tristemente, haciendo que los recortes lo coloquen como el presupuesto más raquítico de la historia en la materia.

Desigual porque se desampara a miles de empresas que tuvieron uno de sus peores años con la pandemia, olvidándolas sin ningún apoyo ni impulso para quienes son las principales generadoras de empleo del país, propiciando con ello la agudización de la crisis económica.

Lo peor es que este Presupuesto pasó con los oídos sordos de la mayoría, quienes no quisieron atender ni una sola de las centenas de reservas que legisladoras y legisladores preocupados por la población, querían que se revisarán no en favor de ellos, sino de las y los millones de mexicanos que pierden mucho con este nuevo desdén de la Administración actual. El año siguiente será complicado, pero con ese panorama económico y el mal mensaje gubernamental, lo será más.

En el ejercicio del servicio público se suele olvidar que en los cargos que se nos confieren algunas potestades, sobre todo cuando esos espacios se refieren a los electos por el pueblo, que quienes ocupamos esas posiciones además de estar efímeramente, sólo somos un brazo operativo de la decisión ciudadana, es decir, nuestros deseos y posturas personales deben guardarse para obedecer a quien ostenta el ejercicio soberano.

Una de las principales funciones que tiene el Congreso de la Unión es la relativa a la aprobación de los ingresos y egresos de la federación. Con el paquete económico, prácticamente, se evidencian las líneas de trabajo que deben buscar un bienestar general y no los sueños humanos que permitan trascender a un solo individuo o grupo que ejerza el poder plenamente.

Lo que ha pasado en los últimos días con la aprobación de un Presupuesto de Egresos de la Federación emitido por una sola persona y avalado sin cambiarle una sola coma, es de lo más lastimoso para el pueblo de México, ya que aún con las circunstancias que se viven en el mundo donde la salud y la economía se encuentran severamente lastimadas, poco o nada se aprobó para devolverle a las y los mexicanos una vida mejor.

Por el contrario, con esa aprobación se asesta un severo golpe a la autonomía de muchos órganos a quienes no se les pudo quitar facultades por falta de votos, pero sí se les realizaron recortes lamentables que ponen en serio riesgo su operación. Ello en contraste con las obras de infraestructura que han servido para alimentar el discurso oficial y permitir que la campaña se mantenga en pie.

Si pudiéramos calificar al Presupuesto aprobado, deberíamos de catalogarlo como desigual. Desigual con enfermas y enfermos de cáncer o de VIH, quienes no recibirán más apoyo por parte del gobierno, destinando recursos de salud para áreas no prioritarias pero que representan mantener la clientela cautiva.

Desigual con el INE porque se le exige organizar un ejercicio aparentemente democrático con tintes más bien electoreros, con un claro afán de revancha cuando ese organismo tanto en la comparecencia de su Presidente como en su actuar ha demostrado probidad, independencia y claridad en sus alcances, tanto así que ha dado triunfos y a impuesto sanciones sin mirar colores de partido.

Desigual con las mujeres, a quienes no se les asignó un solo peso para mantener la lucha y el cambio por la igualdad sustantiva engañando además con la asignación de recursos, haciendo pasar aumentos de 73 por ciento en el rubro respecto el año anterior, pero sin decir que en realidad el aumento fue para programas sociales clientelares a los que sólo se les dio la etiqueta de paritarios para incluirlos en la bolsa de las mujeres, a quienes en la realidad no se les dio nada.

Desigual para la ciencia y tecnología, a las que se les desdeña una vez más desamparándolas tristemente, haciendo que los recortes lo coloquen como el presupuesto más raquítico de la historia en la materia.

Desigual porque se desampara a miles de empresas que tuvieron uno de sus peores años con la pandemia, olvidándolas sin ningún apoyo ni impulso para quienes son las principales generadoras de empleo del país, propiciando con ello la agudización de la crisis económica.

Lo peor es que este Presupuesto pasó con los oídos sordos de la mayoría, quienes no quisieron atender ni una sola de las centenas de reservas que legisladoras y legisladores preocupados por la población, querían que se revisarán no en favor de ellos, sino de las y los millones de mexicanos que pierden mucho con este nuevo desdén de la Administración actual. El año siguiente será complicado, pero con ese panorama económico y el mal mensaje gubernamental, lo será más.