/ miércoles 17 de marzo de 2021

Pocas vacunas, mal manejo

La vacunación se ha convertido en un asidero en medio de una circunstancia caótica en materia de salud que ha dejado millones de muertes en todo el mundo. Las tasas de mortalidad han ido variando en función de las diferentes cepas y la única esperanza es que las vacunas desarrolladas hasta ahora, sean lo suficientemente eficientes para combatir esas mutaciones que hace un año ni siquiera considerábamos.

Dicho sea de paso, nuestro país es uno de los países que se encuentra en la cima por el número de muertes que se han registrado. Ya sea por comorbilidad o por una mala estrategia, en México hemos perdido a cientos de miles de personas cuando el “escenario más catastrófico” eran unos cuantos miles. Esa situación hace que la vacunación sea urgente para evitar más pérdidas humanas.

Al mismo tiempo, la lentitud en la aplicación de las vacunas, lo cual pasa en buena medida por la insuficiencia de dosis debido al tiempo que se requiere para su elaboración, pone nuevamente en jaque a países que ya habían sufrido cuadros de contagios muy elevados como Italia, España o Alemania, quienes están sufriendo una tercera ola de contagios contrario a lo que se pudiera pensar cuando se anunció la existencia de vacunas.

Así como sucedió con el inicio de la pandemia, México parece estar cruzado de brazos ante el inminente aumento de contagios. La apertura de las actividades económicas ha generado nuevamente las aglomeraciones en las que pocas veces se cumplen las medidas de sana distancia, uso de cubrebocas y saneamiento. Pero lo más grave de esta situación es que la vacunación para nuestras y nuestros ciudadanos se ha dado a cuentagotas debido a que las autoridades de salud mintieron respecto a la disponibilidad de vacunas y porque la logística dejó mucho que desear al arranque de la inoculación para con el personal médico.

Pero hay una situación aún más grave. La propia consideración del manejo de una vacuna y las características de varias de las elaboradas para combatir al coronavirus, hacían prever la necesidad de contar con cadenas de frío mínimas para el traslado y conservación en óptimo estado de las dosis entregadas. Lamentablemente, en esta cadena de errores, las autoridades sanitarias en nuestro país no previeron esa situación y eso nos ha puesto a la retaguardia mundial con la aplicación de sólo 3 vacunas por cada 100 habitantes.

En entidades como Nuevo León, Jalisco, Michoacán y Tamaulipas, los gobiernos locales han informado de la recepción de vacunas con temperatura superior al recomendado por los fabricantes para su mantenimiento. De hecho, estas vacunas de Sinovac, son de las que requieren una temperatura no tan extrema como la de Pfizer o Moderna, necesitando mantenerse sólo entre 2 y 8 grados, sin embargo, la transportación en simples hieleras propició que ni esa temperatura se lograra mantener al llegar a su destino.

Comprometiendo su efectividad, las autoridades federales se han enfocado a señalar que aúna temperaturas más altas no se pierde efectividad, sin embargo y con toda la razón, los gobiernos estatales se han deslindado de los posibles efectos adversos que generen a la población estas vacunas sin la refrigeración adecuada.

Si de por sí estamos entrampados en una situación de salud grave, las pifias tan simples como la inefectiva conservación de las vacunas, nos pone muy lejos de las metas que debemos ofrecer al pueblo de México para preservar su salud y vidas.

La vacunación se ha convertido en un asidero en medio de una circunstancia caótica en materia de salud que ha dejado millones de muertes en todo el mundo. Las tasas de mortalidad han ido variando en función de las diferentes cepas y la única esperanza es que las vacunas desarrolladas hasta ahora, sean lo suficientemente eficientes para combatir esas mutaciones que hace un año ni siquiera considerábamos.

Dicho sea de paso, nuestro país es uno de los países que se encuentra en la cima por el número de muertes que se han registrado. Ya sea por comorbilidad o por una mala estrategia, en México hemos perdido a cientos de miles de personas cuando el “escenario más catastrófico” eran unos cuantos miles. Esa situación hace que la vacunación sea urgente para evitar más pérdidas humanas.

Al mismo tiempo, la lentitud en la aplicación de las vacunas, lo cual pasa en buena medida por la insuficiencia de dosis debido al tiempo que se requiere para su elaboración, pone nuevamente en jaque a países que ya habían sufrido cuadros de contagios muy elevados como Italia, España o Alemania, quienes están sufriendo una tercera ola de contagios contrario a lo que se pudiera pensar cuando se anunció la existencia de vacunas.

Así como sucedió con el inicio de la pandemia, México parece estar cruzado de brazos ante el inminente aumento de contagios. La apertura de las actividades económicas ha generado nuevamente las aglomeraciones en las que pocas veces se cumplen las medidas de sana distancia, uso de cubrebocas y saneamiento. Pero lo más grave de esta situación es que la vacunación para nuestras y nuestros ciudadanos se ha dado a cuentagotas debido a que las autoridades de salud mintieron respecto a la disponibilidad de vacunas y porque la logística dejó mucho que desear al arranque de la inoculación para con el personal médico.

Pero hay una situación aún más grave. La propia consideración del manejo de una vacuna y las características de varias de las elaboradas para combatir al coronavirus, hacían prever la necesidad de contar con cadenas de frío mínimas para el traslado y conservación en óptimo estado de las dosis entregadas. Lamentablemente, en esta cadena de errores, las autoridades sanitarias en nuestro país no previeron esa situación y eso nos ha puesto a la retaguardia mundial con la aplicación de sólo 3 vacunas por cada 100 habitantes.

En entidades como Nuevo León, Jalisco, Michoacán y Tamaulipas, los gobiernos locales han informado de la recepción de vacunas con temperatura superior al recomendado por los fabricantes para su mantenimiento. De hecho, estas vacunas de Sinovac, son de las que requieren una temperatura no tan extrema como la de Pfizer o Moderna, necesitando mantenerse sólo entre 2 y 8 grados, sin embargo, la transportación en simples hieleras propició que ni esa temperatura se lograra mantener al llegar a su destino.

Comprometiendo su efectividad, las autoridades federales se han enfocado a señalar que aúna temperaturas más altas no se pierde efectividad, sin embargo y con toda la razón, los gobiernos estatales se han deslindado de los posibles efectos adversos que generen a la población estas vacunas sin la refrigeración adecuada.

Si de por sí estamos entrampados en una situación de salud grave, las pifias tan simples como la inefectiva conservación de las vacunas, nos pone muy lejos de las metas que debemos ofrecer al pueblo de México para preservar su salud y vidas.