MI PASIÓN POR LA CIENCIA
Adriana Castillo Hernández
Entre la magia y la ciencia, las medicinas se pueden obtener de distintas maneras. Actualmente es posible diseñar medicamentos basándose en agentes activos específicos, apoyándose en la química para producir un compuesto sintético que pueda actuar contra ciertos malestares. Sin embargo, gran parte de los medicamentos que tomamos tienen su origen en compuestos naturales que pueden ser encontrados en otros seres vivos, como las plantas.
La biodiversidad permite encontrar tratamientos a diversas enfermedades. Hay organismos a nuestro alrededor que, por la composición química de algunas de las partes de sus cuerpos, tienen la posibilidad de curar enfermedades humanas. Por ejemplo, la planta Plumbago pulchella, conocida normalmente como pañete o quita mezquino, es útil para el tratamiento del cáncer de útero. (Pérez, B. et al., 2012).
En México está muy arraigado el uso de plantas para tratar afecciones que van desde resfriados ligeros hasta heridas graves o cáncer. En el estado de Hidalgo, por ejemplo, el 20 por ciento de la vegetación del territorio, se utiliza con fines medicinales. (Villavicencio & Pérez, 2013). El potencial que tiene la medicina tradicional del estado para la producción de fármacos es enorme; la ciencia puede aprovecharlo si se le da un pequeño impulso.
Los grupos indígenas que habitan distintas regiones del país han aprendido a usar las plantas que se encuentran en su zona para tratar problemas de salud y han transmitido su conocimiento de tal manera que muchas personas ahora, en especial la gente mayor, conocen algunos remedios a ciertos padecimientos.
La medicina tradicional guarda saberes de generaciones y que, para perfeccionarse, tomaron tiempo y experimentación, como cualquier procedimiento científico. Un caso ejemplar, es la manera en que una planta como la Kalanchoe pinnata, mejor conocida como totopo o tronadora, es capaz de inhibir los procesos que hacen que una herida se infecte. (Pérez, B. et al., 2012). También es una maravilla aprender que, para combatir la tos, se pueden hervir las inflorescencias de la planta Tagetes lunulata, a la que muchos llamamos angelito y con la que adornamos las tumbas en día de muertos.
La investigación científica que toma en cuenta conocimientos tradicionales es una forma maravillosa de destacar la importancia de la diversidad biológica y cultural de un lugar, lo que nos enseña a apreciarla y protegerla. Relacionar la ciencia con el conocimiento tradicional es una ruta muy interesante para empezar a aprender algo nuevo, por lo cual recomiendo seguir buscando información sobre el uso de plantas para tratar enfermedades; está asegurado que aparecerán miles de datos tan increíbles que llegarán a parecer magia y, aunque no sean más que ciencia, jamás perderán el encanto.
Fuentes: Pérez, B. et al. (2012). Flora Útil de Hidalgo: Avances en la Documentación y evaluación de la Diversidad Biológica 1. Pachuca: UAEH. Villavicencio, M. & Pérez, B. (2013). Plantas Medicinales del estado de Hidalgo. Pachuca: UAEH.