/ miércoles 17 de febrero de 2021

No olvidemos la salud mental

Dentro de todas las vicisitudes que trajo consigo la pandemia es la reconstrucción de la realidad social. En sociedades como la mexicana que basa mucho de su funcionamiento en relaciones sociales, el distanciamiento ha generado estragos en las estructuras familiares que agudizan los problemas de salud física que se han vivido. Las muertes sin presencia de los seres queridos, la pérdida de empleo, el encierro permanente con las mismas y muchos otros escenarios han afectado seriamente las emociones de la gente.

Los propios médicos han registrado niveles de estrés nunca antes vistos no sólo por las largas jornadas de trabajo con tal de hacer frente a esta terrible circunstancia que vivimos, sino que la propia situación de atender una enfermedad desconocida y que afecta a muchas personas, ha propiciado que el cansancio de médicos, enfermeras y demás personal en clínicas y hospitales, tenga lamente seriamente lastimada.

Al margen de la situación actual, las cifras nos señalan que la depresión es una enfermedad que mata silenciosamente a muchas personas alrededor del mundo. La propia Organización Mundial de la Salud ha reportado que, en el mundo, son 300 millones de personas las que sufren de depresión y 260 millones trastornos de ansiedad. Lo verdaderamente lamentable es que sólo el 10 por ciento de esas personas reciben atención médica.

Con la pandemia por COVID 19, una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo, The Lancet, publicó que cerca del 20 por ciento de las personas que se infectan por coronavirus desarrollan un trastorno psiquiátrico dentro de los 90 días posteriores, lo cual, sin duda, elevaría la tasa de personas con este tipo de trastornos colocando esta condición como un grave problema de salud pública.

Si analizamos la problemática, habremos de encontrar que la dinámica social nos ha transformado de manera absoluta, por lo que cambios en las relaciones, comportamientos y situaciones serían la vía más accesible para la prevención, sin embargo, ya teniendo el problema encima, lo relevante es la atención de casos.

Por ello hemos presentamos una iniciativa de reforma a la Ley General de Salud con la intención de desarrollar en los médicos de primera atención la capacidad para detectar estas situaciones, así como herramientas tecnológicas que permitan detectar, atender y solucionar casos de depresión, ansiedad y demás trastornos mentales que, además, suelen ser incapacitantes.

Buscar soluciones a males físicos es evidentemente necesario, pero atender las enfermedades mentales es prioritario debido al abandono que se han tenido respecto a esas situaciones que, incluso, mucha gente no entiende que las padece, sublimando esas circunstancias a otras causas y no a un tema médico.

Así como buscamos una vacuna, es momento de preocuparnos porque las y los mexicanos gocen de salud plena más allá de la ineficacia de las medidas tomadas para atender el COVID en nuestro país. Porque una vez que se resuelva el problema de lo contagios, las secuelas mentales quedarán sin que nadie haga algo por el bienestar del pueblo mexicano.

Dentro de todas las vicisitudes que trajo consigo la pandemia es la reconstrucción de la realidad social. En sociedades como la mexicana que basa mucho de su funcionamiento en relaciones sociales, el distanciamiento ha generado estragos en las estructuras familiares que agudizan los problemas de salud física que se han vivido. Las muertes sin presencia de los seres queridos, la pérdida de empleo, el encierro permanente con las mismas y muchos otros escenarios han afectado seriamente las emociones de la gente.

Los propios médicos han registrado niveles de estrés nunca antes vistos no sólo por las largas jornadas de trabajo con tal de hacer frente a esta terrible circunstancia que vivimos, sino que la propia situación de atender una enfermedad desconocida y que afecta a muchas personas, ha propiciado que el cansancio de médicos, enfermeras y demás personal en clínicas y hospitales, tenga lamente seriamente lastimada.

Al margen de la situación actual, las cifras nos señalan que la depresión es una enfermedad que mata silenciosamente a muchas personas alrededor del mundo. La propia Organización Mundial de la Salud ha reportado que, en el mundo, son 300 millones de personas las que sufren de depresión y 260 millones trastornos de ansiedad. Lo verdaderamente lamentable es que sólo el 10 por ciento de esas personas reciben atención médica.

Con la pandemia por COVID 19, una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo, The Lancet, publicó que cerca del 20 por ciento de las personas que se infectan por coronavirus desarrollan un trastorno psiquiátrico dentro de los 90 días posteriores, lo cual, sin duda, elevaría la tasa de personas con este tipo de trastornos colocando esta condición como un grave problema de salud pública.

Si analizamos la problemática, habremos de encontrar que la dinámica social nos ha transformado de manera absoluta, por lo que cambios en las relaciones, comportamientos y situaciones serían la vía más accesible para la prevención, sin embargo, ya teniendo el problema encima, lo relevante es la atención de casos.

Por ello hemos presentamos una iniciativa de reforma a la Ley General de Salud con la intención de desarrollar en los médicos de primera atención la capacidad para detectar estas situaciones, así como herramientas tecnológicas que permitan detectar, atender y solucionar casos de depresión, ansiedad y demás trastornos mentales que, además, suelen ser incapacitantes.

Buscar soluciones a males físicos es evidentemente necesario, pero atender las enfermedades mentales es prioritario debido al abandono que se han tenido respecto a esas situaciones que, incluso, mucha gente no entiende que las padece, sublimando esas circunstancias a otras causas y no a un tema médico.

Así como buscamos una vacuna, es momento de preocuparnos porque las y los mexicanos gocen de salud plena más allá de la ineficacia de las medidas tomadas para atender el COVID en nuestro país. Porque una vez que se resuelva el problema de lo contagios, las secuelas mentales quedarán sin que nadie haga algo por el bienestar del pueblo mexicano.