/ lunes 30 de noviembre de 2020

Maximizando el acceso de las mujeres a los cargos de elección popular

DEMOCRACIA EN RUMBO


La aspiración de las mujeres para ser candidatas ha conllevado un sinnúmero de obstáculos como la violencia política. Y a la par de él, brechas de género que persisten para la representación en los puestos de elección popular.

Tras las elecciones municipales de 2018 en México, ONU Mujeres apuntó una falta de apoyo por parte de las cúpulas partidistas para las carreras políticas o candidaturas de mujeres; y si bien las entrevistadas no percibieron prejuicios del electorado, sí se identificó que “mientras mayor sea la población del municipio, menos probable es que gane una mujer”. Similarmente, Flavia Freidenberg y M. Cristina Osorno Guerrero señalan que, históricamente, “las mujeres latinoamericanas no han tenido las mismas oportunidades que los hombres para acceder a los cargos de representación política”.

La paridad constitucional de género en la postulación de candidaturas fue un hito para que cada vez más mujeres sean candidatas y líderes electas. Pero a ella en sus tres vertientes (horizontal, vertical y sustantiva), deben agregarse medidas que maximicen el acceso integral de las candidatas a los espacios de representación electos democráticamente.

Ejemplo es que, en Hidalgo, la garantía del 50/50 en el proceso de Ayuntamientos 2020 derivó en un 53% (6,459) de mujeres postuladas en todos los cargos —tanto propietarias como suplentes— de las planillas; con 366 candidatas encabezándolas. Sin embargo, una vez realizada la jornada electoral, el total de mujeres electas (en las Presidencias, Sindicaturas y Regidurías) fue de 309 frente a 362 hombres; y de ellas, sólo 14 resultaron votadas como Presidentas Municipales. Estos datos, únicamente tomando en cuenta las planillas ganadoras por mayoría relativa. De ese análisis sobre la integración de los ayuntamientos (47% mujeres votadas y 53% hombres votados), se desprende que la paridad debe ir más allá de las postulaciones; impregnando la integración completa de las autoridades municipales, una vez celebradas las elecciones. Así, el Instituto Estatal Electoral de Hidalgo (IEEH) ha tomado una acción afirmativa para aquellos casos con una composición mayoritariamente masculina: Asignar un mayor número de regidurías de representación proporcional a mujeres; a fin de que la integración de ayuntamientos impares resulte a favor de ellas.

Por el momento, dicha medida compensatoria ha sido aplicada en varios Ayuntamientos con resultados electorales no impugnados o cuyas impugnaciones ya fueron resueltas por el órgano jurisdiccional local. Y gracias a ella, esta es la primera vez que podremos contar con Ayuntamientos en los que la representación de las mujeres logre incluso más allá del 50% integral. Esto complementa las reglas de postulación aplicadas en su momento, así como las reglas para la asignación de regidurías por el principio de representación proporcional y de sindicaturas de primera minoría que aseguran —también por primera vez— una mayor participación de mujeres.

DEMOCRACIA EN RUMBO


La aspiración de las mujeres para ser candidatas ha conllevado un sinnúmero de obstáculos como la violencia política. Y a la par de él, brechas de género que persisten para la representación en los puestos de elección popular.

Tras las elecciones municipales de 2018 en México, ONU Mujeres apuntó una falta de apoyo por parte de las cúpulas partidistas para las carreras políticas o candidaturas de mujeres; y si bien las entrevistadas no percibieron prejuicios del electorado, sí se identificó que “mientras mayor sea la población del municipio, menos probable es que gane una mujer”. Similarmente, Flavia Freidenberg y M. Cristina Osorno Guerrero señalan que, históricamente, “las mujeres latinoamericanas no han tenido las mismas oportunidades que los hombres para acceder a los cargos de representación política”.

La paridad constitucional de género en la postulación de candidaturas fue un hito para que cada vez más mujeres sean candidatas y líderes electas. Pero a ella en sus tres vertientes (horizontal, vertical y sustantiva), deben agregarse medidas que maximicen el acceso integral de las candidatas a los espacios de representación electos democráticamente.

Ejemplo es que, en Hidalgo, la garantía del 50/50 en el proceso de Ayuntamientos 2020 derivó en un 53% (6,459) de mujeres postuladas en todos los cargos —tanto propietarias como suplentes— de las planillas; con 366 candidatas encabezándolas. Sin embargo, una vez realizada la jornada electoral, el total de mujeres electas (en las Presidencias, Sindicaturas y Regidurías) fue de 309 frente a 362 hombres; y de ellas, sólo 14 resultaron votadas como Presidentas Municipales. Estos datos, únicamente tomando en cuenta las planillas ganadoras por mayoría relativa. De ese análisis sobre la integración de los ayuntamientos (47% mujeres votadas y 53% hombres votados), se desprende que la paridad debe ir más allá de las postulaciones; impregnando la integración completa de las autoridades municipales, una vez celebradas las elecciones. Así, el Instituto Estatal Electoral de Hidalgo (IEEH) ha tomado una acción afirmativa para aquellos casos con una composición mayoritariamente masculina: Asignar un mayor número de regidurías de representación proporcional a mujeres; a fin de que la integración de ayuntamientos impares resulte a favor de ellas.

Por el momento, dicha medida compensatoria ha sido aplicada en varios Ayuntamientos con resultados electorales no impugnados o cuyas impugnaciones ya fueron resueltas por el órgano jurisdiccional local. Y gracias a ella, esta es la primera vez que podremos contar con Ayuntamientos en los que la representación de las mujeres logre incluso más allá del 50% integral. Esto complementa las reglas de postulación aplicadas en su momento, así como las reglas para la asignación de regidurías por el principio de representación proporcional y de sindicaturas de primera minoría que aseguran —también por primera vez— una mayor participación de mujeres.

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