/ sábado 14 de septiembre de 2019

Maximiliano de Habsburgo, el primero en “dar el Grito"

El primer Grito de Dolores, realizado de manera oficial, lo dio el emperador Maximiliano de Austria. Maximiliano fue el primer gobernante en ir a Dolores, Guanajuato, para dirigir la ceremonia del Grito y existe una placa alusiva a ese hecho. Y precisamente Maximiliano fue quien encargó a Joaquín Ramírez pintar la imagen de Miguel Hidalgo que más se conoce. Por cierto, “el grito” lo emitió Maximiliano desde el balcón de la casa del cura Hidalgo. Un año después, el 16 de septiembre de 1865, su gabinete organizó la primera gran fiesta, recordando el inicio de la Independencia en la Plaza de la Constitución y el Palacio Nacional.

Ceremonia presidida por el emperador Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota de Bélgica. Las palabras emitidas por Maximiliano fueron, dicen las crónicas: “Mexicanos: más de medio siglo tempestuoso ha transcurrido desde que esta humilde casa, del pecho de un humilde anciano, resonó la gran palabra de Independencia, que retumbó como un trueno del uno al otro océano por toda la extensión de Anáhuac, y ante la cual quedaron aniquilados la esclavitud y el despotismo de centenares de años.

Esta palabra, que brilló en medio de la noche como un relámpago, despertó a toda la nación de un sueño ilimitado a la libertad y a la emancipación; pero todo lo grande y todo lo que está destinado a ser duradero se hace con dificultad y a costa de tiempo.” Maximiliano I de México, 1864. A la madrugada del 16 las salvas de artillería, los repiques, las banderas militares y los cohetes que atronaban el aire anunciaron al pueblo que este celebraba el logro de su Independencia. A las nueve de la mañana, se dirigieron sus Majestades a la Catedral en medio de una valla, que del Palacio a la Basílica formó la guardia palatina. Después los soberanos recibieron en el salón de Embajadores a todos los funcionarios de la Corte, al cuerpo diplomático y a los notables.

Posteriormente Maximiliano, escoltado por su Estado Mayor, pasó revista a sus tropas. Después de este acto, regresó a Palacio Imperial ‘trotando a todo galope por las calles de Plateros, donde una multitud lo aclamó.’ Al llegar a la Plaza de Armas, el Emperador y sus principales acompañantes se situaron frente a la puerta central del Palacio para presenciar el desfile de la columna. En los balcones. En la columna militar, las tropas mexicanas venían en primer lugar, seguidas de las francesas y austriacas, y por último las belgas. Concluyó el día patrio con la quema de fuegos artificiales y una gran fiesta frente al Palacio Imperial”. Como en la actualidad.

El primer Grito de Dolores, realizado de manera oficial, lo dio el emperador Maximiliano de Austria. Maximiliano fue el primer gobernante en ir a Dolores, Guanajuato, para dirigir la ceremonia del Grito y existe una placa alusiva a ese hecho. Y precisamente Maximiliano fue quien encargó a Joaquín Ramírez pintar la imagen de Miguel Hidalgo que más se conoce. Por cierto, “el grito” lo emitió Maximiliano desde el balcón de la casa del cura Hidalgo. Un año después, el 16 de septiembre de 1865, su gabinete organizó la primera gran fiesta, recordando el inicio de la Independencia en la Plaza de la Constitución y el Palacio Nacional.

Ceremonia presidida por el emperador Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota de Bélgica. Las palabras emitidas por Maximiliano fueron, dicen las crónicas: “Mexicanos: más de medio siglo tempestuoso ha transcurrido desde que esta humilde casa, del pecho de un humilde anciano, resonó la gran palabra de Independencia, que retumbó como un trueno del uno al otro océano por toda la extensión de Anáhuac, y ante la cual quedaron aniquilados la esclavitud y el despotismo de centenares de años.

Esta palabra, que brilló en medio de la noche como un relámpago, despertó a toda la nación de un sueño ilimitado a la libertad y a la emancipación; pero todo lo grande y todo lo que está destinado a ser duradero se hace con dificultad y a costa de tiempo.” Maximiliano I de México, 1864. A la madrugada del 16 las salvas de artillería, los repiques, las banderas militares y los cohetes que atronaban el aire anunciaron al pueblo que este celebraba el logro de su Independencia. A las nueve de la mañana, se dirigieron sus Majestades a la Catedral en medio de una valla, que del Palacio a la Basílica formó la guardia palatina. Después los soberanos recibieron en el salón de Embajadores a todos los funcionarios de la Corte, al cuerpo diplomático y a los notables.

Posteriormente Maximiliano, escoltado por su Estado Mayor, pasó revista a sus tropas. Después de este acto, regresó a Palacio Imperial ‘trotando a todo galope por las calles de Plateros, donde una multitud lo aclamó.’ Al llegar a la Plaza de Armas, el Emperador y sus principales acompañantes se situaron frente a la puerta central del Palacio para presenciar el desfile de la columna. En los balcones. En la columna militar, las tropas mexicanas venían en primer lugar, seguidas de las francesas y austriacas, y por último las belgas. Concluyó el día patrio con la quema de fuegos artificiales y una gran fiesta frente al Palacio Imperial”. Como en la actualidad.