Ha comenzado una nueva etapa para México. Para todo México.
En Hidalgo ya se dieron los primeros pasos de la relación del nuevo gobierno federal con la administración estatal que encabeza Omar Fayad Meneses.
El mandatario hidalguense sostuvo una amplia reunión con Abraham Mendoza Zenteno, el superdelegado en la entidad.
Sin duda, habrá sido un diálogo respetuoso. Abraham ya no es un militante ni vocero de la oposición al gobierno del estado. Eso marca la diferencia.
Y él, igual que el presidente Andrés Manuel López Obrador, no le puede fallar al ciclista, ni al cocinero, ni al bolero, ni a ninguno de los mexicanos.
El gobierno federal debe trabajar para los más de 120 millones de habitantes del país.
Y lo que menos quieren esas personas es que los nuevos funcionarios federales antepongan sus aspiraciones personales a los intereses de la nación.
Mendoza y Fayad dialogaron sobre diferentes asuntos de la vida del estado.
Pero el énfasis lo pusieron en el tema de la seguridad. De hecho, el superdelegado fue enterado a detalle en un encuentro en el que estuvieron el procurador estatal, el titular de Seguridad Pública, el comandante de la 18 Zona Militar, entre otros.
Y aunque el acuerdo fue no divulgar el contenido de esa junta de trabajo, inevitablemente debieron tocar el punto del “huachicoleo”.
Este debe ser uno de los asuntos más relevantes dentro de las encomiendas que tiene Abraham Mendonza, porque López Obrador aseguró en su mensaje ante el Congreso de la Unión que en su sexenio se acabará este ilícito del que hoy dependen muchas, pero muchas familias en distintas regiones del país.
Así es como inició el diálogo entre Fayad y Mendoza, con uno de los temas que más preocupan a la ciudadanía, uno de los más sensibles, porque no solo afecta al ciudadano que es despojado de sus pertenencias en la vía pública o en su hogar, sino que el actuar de los delincuentes y criminales desalienta la inversión y la generación de empleos, lo cual termina por impactar negativamente en la economía nacional.