/ miércoles 27 de mayo de 2020

Los números fantasma

Cuando se trata de la vida de la población no se deben escatimar recursos. Si existiera algún funcionario público que considerara el volcar todo lo financieramente posible para atender una crisis como un gasto innecesario, esa persona no tiene cabida en el servicio público dado que estima que vale más la economía que la salud.

En 2009, durante la pandemia provocada por el AH1N1, el entonces Presidente de la República, Felipe Calderón, se vio en la necesidad de relevar de sus cargos a dos funcionarios a quienes había encargado la instalación de un laboratorio que permitiera hacer muchas pruebas, además de llevar las estadísticas de contagios y mortalidad. El motivo de su separación fue que ninguno hizo caso a la instrucción aferrándose a un modelo matemático en lugar de la realidad. El resultado fue evidente: las cifras no cuadraban, ya que la base de datos creada con el llamado modelo “centinela” daba una cifra de muertos 10 veces menor a la real.

Uno de esos servidores públicos era Hugo López Gatell, quien al día de hoy es el vocero en lo que respecta a la pandemia por COVID 19. Desde luego, sus estimaciones siguen estando basadas en el modelo “centinela”, el cual ha sido criticado por científicos prestigiados de México y el extranjero por su baja fiabilidad respecto a las cifras reales.

La falta de habilidad en este caso se basa en muchas pruebas que nos han dejado el avance de la pandemia, declaraciones de expertos nacionales, críticas de medios internacionales y hasta reclamos por parte de aliados políticos. Independientemente de la preparación del Subsecretario López Gatell, que no se cuestiona, los resultados han dado una muestra puntual de su falta de pericia, compromiso o, especulativamente, del manejo político de una crisis sanitaria.

Para muestra tenemos la declaración dada por el propio Ejecutivo Federal en el sentido que el pico de la pandemia sería el 22 de mayo, para luego cambiarla por parte del Subsecretario al 15 de mayo, quien posteriormente reculó y señaló que el aumento máximo sería en el mes de junio, lo cual demuestra el nulo conocimiento de la situación tan grave que estamos viviendo.

Otro momento se dio cuando medios internacionales, particularmente The New York Times, The Wall Street Journal y El País, derivado de un análisis de expertos señalaron al gobierno mexicano por ocultar cifras de mortalidad del COVID 19. La respuesta del Subsecretario se dio casi de inmediato pero no atendiendo al fondo, sino manifestando que resultaba rara la coordinación de esos medios para “atacar” al gobierno mexicano. Desde luego, jamás se desmintieron esas acusaciones. Días después, el propio Subsecretario aceptó que no se estaban contabilizando las cifras de hospitales privados. La falta de control es evidente.

Finalmente, gobernadores de Baja California, Puebla y de la Ciudad de México, todos del partido gobernante, arremetieron contra el Subsecretario al pedirle que no oculte cifras, ya que, la contabilización en esas demarcaciones, superaban en mucho a los informados por López Gatell.

Por cierto, resulta alarmante que la tasa de mortalidad en nuestro país por la pandemia superen el 10% de los casos detectados, mientras que la tasa global es del 7%. Pero vayámonos al caso particular de EUA que tiene el mayor número de contagiados y muertos registra una tasa de 6.04%. Desde luego habrá quien señale que se trata de un país desarrollado, así que aterricemos otros ejemplos: Chile, con un número de casos similar al de México tiene una tasa de 1.1.%; Panamá, por su parte registra una tasa de mortalidad de 2.86%; y Brasil, que tiene 4.6 veces más casos que nuestro país, registra 6.8% de mortalidad.

Los números son fríos pero reflejan la realidad del tratamiento de la pandemia con todas las deficiencias que pudiera tener. La estrategia planteada en materia de salud no ha dado los resultados óptimos lo cual se convierte en algo terrible por una simple y sencilla razón: la vida de las y los mexicanos es la que está en juego.

Cuando se trata de la vida de la población no se deben escatimar recursos. Si existiera algún funcionario público que considerara el volcar todo lo financieramente posible para atender una crisis como un gasto innecesario, esa persona no tiene cabida en el servicio público dado que estima que vale más la economía que la salud.

En 2009, durante la pandemia provocada por el AH1N1, el entonces Presidente de la República, Felipe Calderón, se vio en la necesidad de relevar de sus cargos a dos funcionarios a quienes había encargado la instalación de un laboratorio que permitiera hacer muchas pruebas, además de llevar las estadísticas de contagios y mortalidad. El motivo de su separación fue que ninguno hizo caso a la instrucción aferrándose a un modelo matemático en lugar de la realidad. El resultado fue evidente: las cifras no cuadraban, ya que la base de datos creada con el llamado modelo “centinela” daba una cifra de muertos 10 veces menor a la real.

Uno de esos servidores públicos era Hugo López Gatell, quien al día de hoy es el vocero en lo que respecta a la pandemia por COVID 19. Desde luego, sus estimaciones siguen estando basadas en el modelo “centinela”, el cual ha sido criticado por científicos prestigiados de México y el extranjero por su baja fiabilidad respecto a las cifras reales.

La falta de habilidad en este caso se basa en muchas pruebas que nos han dejado el avance de la pandemia, declaraciones de expertos nacionales, críticas de medios internacionales y hasta reclamos por parte de aliados políticos. Independientemente de la preparación del Subsecretario López Gatell, que no se cuestiona, los resultados han dado una muestra puntual de su falta de pericia, compromiso o, especulativamente, del manejo político de una crisis sanitaria.

Para muestra tenemos la declaración dada por el propio Ejecutivo Federal en el sentido que el pico de la pandemia sería el 22 de mayo, para luego cambiarla por parte del Subsecretario al 15 de mayo, quien posteriormente reculó y señaló que el aumento máximo sería en el mes de junio, lo cual demuestra el nulo conocimiento de la situación tan grave que estamos viviendo.

Otro momento se dio cuando medios internacionales, particularmente The New York Times, The Wall Street Journal y El País, derivado de un análisis de expertos señalaron al gobierno mexicano por ocultar cifras de mortalidad del COVID 19. La respuesta del Subsecretario se dio casi de inmediato pero no atendiendo al fondo, sino manifestando que resultaba rara la coordinación de esos medios para “atacar” al gobierno mexicano. Desde luego, jamás se desmintieron esas acusaciones. Días después, el propio Subsecretario aceptó que no se estaban contabilizando las cifras de hospitales privados. La falta de control es evidente.

Finalmente, gobernadores de Baja California, Puebla y de la Ciudad de México, todos del partido gobernante, arremetieron contra el Subsecretario al pedirle que no oculte cifras, ya que, la contabilización en esas demarcaciones, superaban en mucho a los informados por López Gatell.

Por cierto, resulta alarmante que la tasa de mortalidad en nuestro país por la pandemia superen el 10% de los casos detectados, mientras que la tasa global es del 7%. Pero vayámonos al caso particular de EUA que tiene el mayor número de contagiados y muertos registra una tasa de 6.04%. Desde luego habrá quien señale que se trata de un país desarrollado, así que aterricemos otros ejemplos: Chile, con un número de casos similar al de México tiene una tasa de 1.1.%; Panamá, por su parte registra una tasa de mortalidad de 2.86%; y Brasil, que tiene 4.6 veces más casos que nuestro país, registra 6.8% de mortalidad.

Los números son fríos pero reflejan la realidad del tratamiento de la pandemia con todas las deficiencias que pudiera tener. La estrategia planteada en materia de salud no ha dado los resultados óptimos lo cual se convierte en algo terrible por una simple y sencilla razón: la vida de las y los mexicanos es la que está en juego.