/ domingo 13 de agosto de 2017

Libros de la feria

Tulancingo, Hidalgo.-  En la pasada Feria Infantil y Juvenil del Libro celebrada en el Centro Cultural del Ferrocarril, he adquirido varios libros y he empezado a leerlos. Quiero compartir con ustedes los primeros libros donde me he sumergido. Como me llama mucho la atención la historia de México, compré uno que trata sobre el caudillo Pancho Villa, escrito por Pedro Ángel Palou. Realmente es interesante porque quien habla en el libro es el mismo Francisco Villa y va describiendo pasajes de su vida por supuesto con su punto de vista. Él ya sabe que en esos días lo van a matar, o sea que empieza a hablar más o menos unos diez días antes de que lo acribillen en Parral, Chihuahua, cerca de la Hacienda de El Canutillo, que es en donde en esos días finales vive con sus amigos y algunos familiares. Resulta que por un acuerdo con el Gobierno Federal, y el estatal de ese mencionado estado, se le ha otorgado la Hacienda de marras para que siembre, atienda sus hermosos caballos, tenga a sus mujeres y cuide a muchos niños que parece ser que algunos eran del revolucionario. Vive un mundo idílico, come como rey, pernocta con varias mujeres y realiza los trabajos agrícolas y ganaderos que siempre quiso y que nunca pudo por las actividades militares y de acoso en los que vivió sus recientes años. Hasta que llegó el periodista y Villa cayó por la boca, con sus declaraciones. En sus noches de desvelo, pensando que se acercaba su muerte, así lo dice Palou, en este libro llamado “No me dejen morir así. Recuerdos póstumos de Pancho Villa,” decía el General: “Pero también es otra noche en el recuerdo, cuando se está a salto de mata en la vida se vive de noche; sólo a los que fusilan se les despierta muy de mañana, madrugándolos: incluso en sus últimas horas.” “Alguna vez los orozquistas —eran unos cinco mil pelados contra mis apenas quinientos mal comidos Dorados— quisieron emboscarme para que dejara Parral, Me hablaron por teléfono cuando recibieron mi misiva negándome a abandonar la plaza por mi condición de soldado: Soy Francisco Lozoya de los tuyos; me agarraron en La Boquilla. Si me aguardas allí me disperso esta misma noche. Luego me di cuenta de que era una trampa, que quien hablaba era José Orozco, y le dije: —Órale pues desértate y aquí te espero —y le di las buenas noches. Me largué de Santa Bárbara esa noche, al Rancho de Los Obligados, como a cinco leguas. Y así me fui huyendo con los míos, a Las Catarinas, luego a la Hacienda del Almolar, a Las Nieves; allí me esperaba mi compadre Tomás Urbina con cuatrocientos hombres. Ya juntos éramos casi mil hombres y nos fuimos para Torreón por municiones. En Mapimí se nos anexó Raúl Madero con unos ferrocarrileros que traía como soldados. Quién iba a pensar que el entonces jefe de la División del Norte, el general Victoriano Huerta sería después un  usurpador. Él estaba en Torreón y me dio órdenes para irme para Gómez Palacio. Luego me escribió el Presidente Madero: Pancho: Te felicito por tu lealtad. Ojalá siempre sigas como hasta ahora. Pide los elementos que necesites al señor general Huerta y mayor gusto me proporcionas si operas de acuerdo con el mismo señor general.” Así en estas condiciones narra el General Villa, cómo fue su participación en la revolución. Va comentando durante todo el libro sus andanzas. Platica sobre su juventud y el problema que lo obligó a irse de su casa por defender el honor de su hermana. Cómo pasó una parte de su vida de bandolero robando ganado para venderlo, como supo de muchas carencias, sufrimientos, hambre y falta de hogar fijo y cómo conoció después a Don Abraham González, revolucionario amigo de Don Francisco I. Madero y quien lo convenció para que dedicara sus afanes a la revolución. Después cómo trató a Madero y cómo al triunfo de la Revolución maderista fue hostigado y acusado por Victoriano Huerta y llegó a parar en la Cárcel de Santiago Tlatelolco en la ciudad de México. Después, su huida de esa cárcel y más tarde su incorporación a la Revolución constitucionalista con Carranza a la muerte de Madero. Habla sobre todos sus colaboradores y sus cercanos, destacando al gran General Felipe Ángeles nuestro coterráneo. También menciona a sus enemigos y cómo perdió la batalla de Celaya ante Obregón. Después su incursión a Columbus y la cacería de la que fue objeto por parte de las fuerzas norteamericanas a mando de Pershing, el general americano que después destacó en la Primera Guerra Mundial, pero que nunca pudo encontrar ni apresar a Pancho Villa. Y finalmente narra el propio guerrillero genial, cómo es su asesinato: veinte hombres lo emboscaron en las calles de Parral, cuando iba con algunos cercanos a la fiesta de un bautizo y cómo dispararon tan de sorpresa que antes de que pudiera echar mano a su pistola, ya lo habían atravesado diez balas y su cochecito, que él iba manejando, ya tenía cientos de agujeros de tanta bala que le recetaron los enemigos. Todo se debió a que días antes dio una entrevista a un periodista de la capital que se llamaba Regino Hernández Llergo y que después sería un destacado comunicador fundador de revistas y muy influyente periodista a quien le dijo que él, Villa, estaba a favor de la candidatura para Presidente en las próximas elecciones, de Adolfo de la Huerta lo que enfureció a Obregón que ya tenía sus planes con Plutarco E. Calles y por eso dio por concluida la tregua y lo mandó matar. Prepararon el crimen durante varios meses y con la participación de varios traidores y enemigos de Villa. Bueno amigos y amigas lectores, así está este libro de apenas 188 páginas, muy  interesante. Después comentaré algún otro de los más de veinte que adquirí en la famosa Feria del Libro Infantil y Juvenil que organiza desde hace años el Gobierno Estatal y que este año fue exitosa y muy concurrida. Agosto de 2017

Tulancingo, Hidalgo.-  En la pasada Feria Infantil y Juvenil del Libro celebrada en el Centro Cultural del Ferrocarril, he adquirido varios libros y he empezado a leerlos. Quiero compartir con ustedes los primeros libros donde me he sumergido. Como me llama mucho la atención la historia de México, compré uno que trata sobre el caudillo Pancho Villa, escrito por Pedro Ángel Palou. Realmente es interesante porque quien habla en el libro es el mismo Francisco Villa y va describiendo pasajes de su vida por supuesto con su punto de vista. Él ya sabe que en esos días lo van a matar, o sea que empieza a hablar más o menos unos diez días antes de que lo acribillen en Parral, Chihuahua, cerca de la Hacienda de El Canutillo, que es en donde en esos días finales vive con sus amigos y algunos familiares. Resulta que por un acuerdo con el Gobierno Federal, y el estatal de ese mencionado estado, se le ha otorgado la Hacienda de marras para que siembre, atienda sus hermosos caballos, tenga a sus mujeres y cuide a muchos niños que parece ser que algunos eran del revolucionario. Vive un mundo idílico, come como rey, pernocta con varias mujeres y realiza los trabajos agrícolas y ganaderos que siempre quiso y que nunca pudo por las actividades militares y de acoso en los que vivió sus recientes años. Hasta que llegó el periodista y Villa cayó por la boca, con sus declaraciones. En sus noches de desvelo, pensando que se acercaba su muerte, así lo dice Palou, en este libro llamado “No me dejen morir así. Recuerdos póstumos de Pancho Villa,” decía el General: “Pero también es otra noche en el recuerdo, cuando se está a salto de mata en la vida se vive de noche; sólo a los que fusilan se les despierta muy de mañana, madrugándolos: incluso en sus últimas horas.” “Alguna vez los orozquistas —eran unos cinco mil pelados contra mis apenas quinientos mal comidos Dorados— quisieron emboscarme para que dejara Parral, Me hablaron por teléfono cuando recibieron mi misiva negándome a abandonar la plaza por mi condición de soldado: Soy Francisco Lozoya de los tuyos; me agarraron en La Boquilla. Si me aguardas allí me disperso esta misma noche. Luego me di cuenta de que era una trampa, que quien hablaba era José Orozco, y le dije: —Órale pues desértate y aquí te espero —y le di las buenas noches. Me largué de Santa Bárbara esa noche, al Rancho de Los Obligados, como a cinco leguas. Y así me fui huyendo con los míos, a Las Catarinas, luego a la Hacienda del Almolar, a Las Nieves; allí me esperaba mi compadre Tomás Urbina con cuatrocientos hombres. Ya juntos éramos casi mil hombres y nos fuimos para Torreón por municiones. En Mapimí se nos anexó Raúl Madero con unos ferrocarrileros que traía como soldados. Quién iba a pensar que el entonces jefe de la División del Norte, el general Victoriano Huerta sería después un  usurpador. Él estaba en Torreón y me dio órdenes para irme para Gómez Palacio. Luego me escribió el Presidente Madero: Pancho: Te felicito por tu lealtad. Ojalá siempre sigas como hasta ahora. Pide los elementos que necesites al señor general Huerta y mayor gusto me proporcionas si operas de acuerdo con el mismo señor general.” Así en estas condiciones narra el General Villa, cómo fue su participación en la revolución. Va comentando durante todo el libro sus andanzas. Platica sobre su juventud y el problema que lo obligó a irse de su casa por defender el honor de su hermana. Cómo pasó una parte de su vida de bandolero robando ganado para venderlo, como supo de muchas carencias, sufrimientos, hambre y falta de hogar fijo y cómo conoció después a Don Abraham González, revolucionario amigo de Don Francisco I. Madero y quien lo convenció para que dedicara sus afanes a la revolución. Después cómo trató a Madero y cómo al triunfo de la Revolución maderista fue hostigado y acusado por Victoriano Huerta y llegó a parar en la Cárcel de Santiago Tlatelolco en la ciudad de México. Después, su huida de esa cárcel y más tarde su incorporación a la Revolución constitucionalista con Carranza a la muerte de Madero. Habla sobre todos sus colaboradores y sus cercanos, destacando al gran General Felipe Ángeles nuestro coterráneo. También menciona a sus enemigos y cómo perdió la batalla de Celaya ante Obregón. Después su incursión a Columbus y la cacería de la que fue objeto por parte de las fuerzas norteamericanas a mando de Pershing, el general americano que después destacó en la Primera Guerra Mundial, pero que nunca pudo encontrar ni apresar a Pancho Villa. Y finalmente narra el propio guerrillero genial, cómo es su asesinato: veinte hombres lo emboscaron en las calles de Parral, cuando iba con algunos cercanos a la fiesta de un bautizo y cómo dispararon tan de sorpresa que antes de que pudiera echar mano a su pistola, ya lo habían atravesado diez balas y su cochecito, que él iba manejando, ya tenía cientos de agujeros de tanta bala que le recetaron los enemigos. Todo se debió a que días antes dio una entrevista a un periodista de la capital que se llamaba Regino Hernández Llergo y que después sería un destacado comunicador fundador de revistas y muy influyente periodista a quien le dijo que él, Villa, estaba a favor de la candidatura para Presidente en las próximas elecciones, de Adolfo de la Huerta lo que enfureció a Obregón que ya tenía sus planes con Plutarco E. Calles y por eso dio por concluida la tregua y lo mandó matar. Prepararon el crimen durante varios meses y con la participación de varios traidores y enemigos de Villa. Bueno amigos y amigas lectores, así está este libro de apenas 188 páginas, muy  interesante. Después comentaré algún otro de los más de veinte que adquirí en la famosa Feria del Libro Infantil y Juvenil que organiza desde hace años el Gobierno Estatal y que este año fue exitosa y muy concurrida. Agosto de 2017