/ miércoles 16 de diciembre de 2020

La solución requiere seriedad también

No cabe duda que la pandemia por COVID 19 ha sido uno de los escenarios más sombríos de la humanidad, en el que hasta los más poderosos económica, política o socialmente, tuvieron que sucumbir ante el encierro, la incertidumbre económica y, desde luego, el riesgo de contagiarse por un virus que no tiene una conducta única sino que en el momento menos esperado llega a complicar hasta la muerte.

En medio del momento tan complejo para todas y todos los ciudadanos del mundo, la luz era, indudablemente, la aparición de una vacuna que generará una inmunidad aceptable y que atajará cualquier comportamiento errático de la enfermedad, entendiendo que su mutación sigue siendo un elemento primordial de estudio para todos los científicos que se han volcado a la búsqueda de una cura certera.

A pesar de que la experiencia arrojaba que la vacuna llegaría, en el mejor de los casos, dos años después de iniciada la pandemia, la ciencia moderna demostró lo avanzado de su estado para comenzar, no sin apuros y ciertos cuestionamientos, en el desarrollo de varias vacunas desde distintos puntos del planeta.

Rusia, Reino Unido, Estados Unidos, han sido algunas de las naciones que han acelerado el proceso dando como resultado varias vacunas de diferentes laboratorios que, al menos hasta ahora, han demostrado cierta efectividad.

Respecto de nuestro país hay que decir que se ha colado como uno de los principales beneficiados no sólo en los ensayos de algunas compañías, sino en la prelación para la adquisición de dosis en medio de una de las situaciones más graves del mundo, en el que los contagiados se pueden hasta duplicar y la tasa de mortalidad se encuentra entre los primeros tres lugares a nivel global rozando muy de cerca el deshonroso primer sitio.

Así como ya se han aplicado las primeras dosis de las vacunas en otros países, en México se ha anunciado no sólo la adquisición de una cantidad considerable de ellas, sino, además ya se ha podido dar un esquema de vacunación completo que, en el papel, culminaría en el 2022.Como en otras regiones, la planeación apunta a vacunar primero a personal médico que se encuentra haciendo frente a esta silenciosa pero cruenta batalla.

Pareciera que después de las múltiples vicisitudes y el abandono a nuestros héroes vestidos de médicos, enfermeras y personal de salud en general, hoy la vacuna les otorga no sólo inmunidad sino una dosis de espíritu para seguir otorgando resultados magníficos.

Posteriormente, vendrán el grupo de la población vulnerable no sólo por edad sino por condiciones médicas preexistentes, para después dar lugar a una escalada en que las personas menores de 40 años tendrán que esperar más de un largo año para obtener la inmunidad.

En teoría todo tiene un rumbo claro, sin embargo, cuando analizamos la realidad del país y los resultados previos de las autoridades en el manejo de la pandemia, no podemos ocultar un dejo de preocupación porque la mala organización persiste y porque, por ejemplo la vacuna de Pfizer, requiere de dos aplicaciones con un lapso de 20 días entre una y otra, lo cual implica tener un control absoluto de las aplicaciones ara que nadie quede sin la doble dosis, ya que sólo así se garantiza inmunidad.

Así, con la incertidumbre aún en nuestras circunstancias, esperamos que la actuación de las autoridades sea auténticamente perfecta y no se vulnere un plan que podría salvar muchísimas vidas en un escenario de terror que hemos vivido en ya casi un año.

No cabe duda que la pandemia por COVID 19 ha sido uno de los escenarios más sombríos de la humanidad, en el que hasta los más poderosos económica, política o socialmente, tuvieron que sucumbir ante el encierro, la incertidumbre económica y, desde luego, el riesgo de contagiarse por un virus que no tiene una conducta única sino que en el momento menos esperado llega a complicar hasta la muerte.

En medio del momento tan complejo para todas y todos los ciudadanos del mundo, la luz era, indudablemente, la aparición de una vacuna que generará una inmunidad aceptable y que atajará cualquier comportamiento errático de la enfermedad, entendiendo que su mutación sigue siendo un elemento primordial de estudio para todos los científicos que se han volcado a la búsqueda de una cura certera.

A pesar de que la experiencia arrojaba que la vacuna llegaría, en el mejor de los casos, dos años después de iniciada la pandemia, la ciencia moderna demostró lo avanzado de su estado para comenzar, no sin apuros y ciertos cuestionamientos, en el desarrollo de varias vacunas desde distintos puntos del planeta.

Rusia, Reino Unido, Estados Unidos, han sido algunas de las naciones que han acelerado el proceso dando como resultado varias vacunas de diferentes laboratorios que, al menos hasta ahora, han demostrado cierta efectividad.

Respecto de nuestro país hay que decir que se ha colado como uno de los principales beneficiados no sólo en los ensayos de algunas compañías, sino en la prelación para la adquisición de dosis en medio de una de las situaciones más graves del mundo, en el que los contagiados se pueden hasta duplicar y la tasa de mortalidad se encuentra entre los primeros tres lugares a nivel global rozando muy de cerca el deshonroso primer sitio.

Así como ya se han aplicado las primeras dosis de las vacunas en otros países, en México se ha anunciado no sólo la adquisición de una cantidad considerable de ellas, sino, además ya se ha podido dar un esquema de vacunación completo que, en el papel, culminaría en el 2022.Como en otras regiones, la planeación apunta a vacunar primero a personal médico que se encuentra haciendo frente a esta silenciosa pero cruenta batalla.

Pareciera que después de las múltiples vicisitudes y el abandono a nuestros héroes vestidos de médicos, enfermeras y personal de salud en general, hoy la vacuna les otorga no sólo inmunidad sino una dosis de espíritu para seguir otorgando resultados magníficos.

Posteriormente, vendrán el grupo de la población vulnerable no sólo por edad sino por condiciones médicas preexistentes, para después dar lugar a una escalada en que las personas menores de 40 años tendrán que esperar más de un largo año para obtener la inmunidad.

En teoría todo tiene un rumbo claro, sin embargo, cuando analizamos la realidad del país y los resultados previos de las autoridades en el manejo de la pandemia, no podemos ocultar un dejo de preocupación porque la mala organización persiste y porque, por ejemplo la vacuna de Pfizer, requiere de dos aplicaciones con un lapso de 20 días entre una y otra, lo cual implica tener un control absoluto de las aplicaciones ara que nadie quede sin la doble dosis, ya que sólo así se garantiza inmunidad.

Así, con la incertidumbre aún en nuestras circunstancias, esperamos que la actuación de las autoridades sea auténticamente perfecta y no se vulnere un plan que podría salvar muchísimas vidas en un escenario de terror que hemos vivido en ya casi un año.