/ miércoles 13 de enero de 2021

La realidad oculta de la vacunación

No cabe ninguna duda que los seres humanos nos regimos por ciclos, siendo el más común y marcado de ellos el que tiene que ver con la llegada de un nuevo año. Entre ritos y festejos, el cambio de año se convierte en uno de los festejos más ostentosos y estruendosos en prácticamente todas las partes del mundo. Este año, a pesar de las restricciones, mucha gente desde sus hogares se despidió del año 2020 pro considerarlo una auténtica calamidad y por ser uno de los más complicados en los últimos 100 años de la humanidad.

Esa visión nos podría orillar a pensar que, como por arte de magia, las condiciones negativas de un ciclo se borran inmediatamente con el comienzo de otro. Ese deseo se convierte en una necesidad cuando la pandemia ha arrasado con la economía y, peor aún, con cientos de miles de vidas que sufrieron los estragos del COVID 19.

Junto con ese deseo de culminación de una etapa complicada, de forma por demás coincidente, empezaron a surgir varias vacunas en contra del coronavirus, lo cual encendió una luz de esperanza como si de la noche a la mañana la solución pudiera implementarse y con ello cambiar radicalmente la situación.

Lo cierto es que aún con la existencia de varias vacunas que ya se están aplicando, vivimos la peor etapa de la pandemia. El aumento de contagios, el número de muertes sin detenerse, la ocupación hospitalaria al tope y las nuevas cepas que tienen como característica primordial la mayor facilidad de contagio, hacen suponer que aún estamos lejos de ver una solución. Justamente ello depende, además del confinamiento y medidas sanitarias, de la rapidez con que se aplique una vacuna, para lo cual se necesita una estrategia certera, seria y sin espacios para la discrecionalidad, es decir, con transparencia.

Lo peor que puede pasar en este momento es fincar falsas esperanzas y utilizar la vacunación como un elemento político. Aún con las elecciones en puerta, el pueblo mexicano requiere de veracidad y agilidad en la aplicación de vacunas, sin embargo, nos encontramos con declaraciones parciales que refuerzan la versión oficial omitiendo información respecto de la pésima estrategia de vacunación.

Recientemente, las de por sí ya muy cuestionadas autoridades encargadas de la estrategia contra el COVID19 informaron con bombo y platillo que México era el país de Latinoamérica que mayor número de vacunas había aplicado, sin embargo omitieron señalar que en cuanto a porcentaje de población somos los últimos países entre los que han comenzado con la vacunación.

Eso no es otra cosa que omitir información para mantener su versión de eficiencia, pero basta buscarle un poco para encontrar que nos encontramos en las penumbras de la lucha contra el COVID. No obstante que ya habíamos sido señalados como el país más ineficiente en la lucha contra la pandemia, hoy de forma preocupante para todas y todos los mexicanos, vemos cómo la vacunación se da a cuentagotas ante la existencia de un responsable y un verdadero estadista que proteja a la gente.

Es momento de eficientar el proceso, de dejar de centralizar los esfuerzos y de dar intervención a todos los gobernadores para que las vacunas lleguen de inmediato a la población, ya que con el 0.2 por ciento de personas vacunados estamos lejísimos del 70 por ciento requerido para que la vacuna funcione. Esperamos seriedad y honestidad a la brevedad.

No cabe ninguna duda que los seres humanos nos regimos por ciclos, siendo el más común y marcado de ellos el que tiene que ver con la llegada de un nuevo año. Entre ritos y festejos, el cambio de año se convierte en uno de los festejos más ostentosos y estruendosos en prácticamente todas las partes del mundo. Este año, a pesar de las restricciones, mucha gente desde sus hogares se despidió del año 2020 pro considerarlo una auténtica calamidad y por ser uno de los más complicados en los últimos 100 años de la humanidad.

Esa visión nos podría orillar a pensar que, como por arte de magia, las condiciones negativas de un ciclo se borran inmediatamente con el comienzo de otro. Ese deseo se convierte en una necesidad cuando la pandemia ha arrasado con la economía y, peor aún, con cientos de miles de vidas que sufrieron los estragos del COVID 19.

Junto con ese deseo de culminación de una etapa complicada, de forma por demás coincidente, empezaron a surgir varias vacunas en contra del coronavirus, lo cual encendió una luz de esperanza como si de la noche a la mañana la solución pudiera implementarse y con ello cambiar radicalmente la situación.

Lo cierto es que aún con la existencia de varias vacunas que ya se están aplicando, vivimos la peor etapa de la pandemia. El aumento de contagios, el número de muertes sin detenerse, la ocupación hospitalaria al tope y las nuevas cepas que tienen como característica primordial la mayor facilidad de contagio, hacen suponer que aún estamos lejos de ver una solución. Justamente ello depende, además del confinamiento y medidas sanitarias, de la rapidez con que se aplique una vacuna, para lo cual se necesita una estrategia certera, seria y sin espacios para la discrecionalidad, es decir, con transparencia.

Lo peor que puede pasar en este momento es fincar falsas esperanzas y utilizar la vacunación como un elemento político. Aún con las elecciones en puerta, el pueblo mexicano requiere de veracidad y agilidad en la aplicación de vacunas, sin embargo, nos encontramos con declaraciones parciales que refuerzan la versión oficial omitiendo información respecto de la pésima estrategia de vacunación.

Recientemente, las de por sí ya muy cuestionadas autoridades encargadas de la estrategia contra el COVID19 informaron con bombo y platillo que México era el país de Latinoamérica que mayor número de vacunas había aplicado, sin embargo omitieron señalar que en cuanto a porcentaje de población somos los últimos países entre los que han comenzado con la vacunación.

Eso no es otra cosa que omitir información para mantener su versión de eficiencia, pero basta buscarle un poco para encontrar que nos encontramos en las penumbras de la lucha contra el COVID. No obstante que ya habíamos sido señalados como el país más ineficiente en la lucha contra la pandemia, hoy de forma preocupante para todas y todos los mexicanos, vemos cómo la vacunación se da a cuentagotas ante la existencia de un responsable y un verdadero estadista que proteja a la gente.

Es momento de eficientar el proceso, de dejar de centralizar los esfuerzos y de dar intervención a todos los gobernadores para que las vacunas lleguen de inmediato a la población, ya que con el 0.2 por ciento de personas vacunados estamos lejísimos del 70 por ciento requerido para que la vacuna funcione. Esperamos seriedad y honestidad a la brevedad.