/ domingo 8 de septiembre de 2019

La plata de Pachuca para el cura Morelos

El maestro Teodomiro Manzano reporta el único hecho militar de sangre y fuego que sucedió en Pachuca en la Guerra de Independencia. Las demás son tomas pacíficas de la plaza por uno u otro bando, veamos:

“1812 abril 23. Jueves. La ciudad de Pachuca guarnecida por Madera, Conde de Casa Alta y Villaldea, fue atacada por Serrano, Beristáin, Espinosa y otros jefes insurgentes. Aterrorizados por la muerte de tantos defensores y gente inocente, así como por el incendio de varias casas, el guardián del Colegio Católico de San Francisco a excitativa de los vecinos, intervino para arreglar una capitulación, pactándose la rendición con la entrega de la Real Hacienda, armas y municiones, obligándose los Insurgentes a respetar la vida de los españoles y defensores.

Con arreglo a estas condiciones se ocupó la plaza, recogiéndose 250 barras de plata, 50 tejos de oro, más de 600 fusiles y otros muchos objetos. Beristáin dice: Se tomaron 24 cañones, 160 fusiles, 30 pares de pistolas, lanzas, etc., 4 cajones de repuesto encartuchados, 2 de granadas cebados y 213 barras de plata”.

Aquí Beristáin reportado por Manzano, habla ya de 213 barras de plata, ya no las 250 que se dijeron al principio. Estas barras de plata eran una pequeña fortuna, y los insurgentes dijeron al principio que eran para el Cura Don José Ma. Morelos y Pavón.

Volvemos con Teodomiro Manzano:

“El comandante Madera había pedido auxilio a la hacienda de Tlahuelilpan y al acercarse el refuerzo, a las órdenes de Vicente Fernández, los insurgentes dieron por violada una capitulación a la que habían llegado en la toma de Pachuca y aprehendieron a 35 españoles, que remitieron a Sultepec a la Junta Suprema. De estos fueron fusilados 28 en el pueblo de Pantoja, porque quisieron burlar la escolta echándose sobre el armamento para resistir y fugarse como lo verificaron”.

El fusilamiento de estos españoles debió impresionar a la población de la ciudad de Pachuca, ya que era un hecho inusitado y cruento.

Seguramente estos hombres peninsulares eran empresarios, ricos comerciantes y con influencia política y social, de modo que así por vez primera y al parecer única, Pachuca percibió los sinsabores de la Guerra de Independencia.

Por otra parte, Osorno hizo el compromiso de entregar al generalísimo José María Morelos parte del botín que en barras de plata se obtuviera en la toma de Pachuca, a fin de financiar sus campañas en el sur, como para el mantenimiento del Congreso Constituyente, que aprobaría el 22 de octubre de 1814 la Constitución de Apatzingan.

Finalmente el “Siervo de la Nación” recibió ciento diez barras de plata, obtenidas de las entrañas de Pachuca, con las que pudieron financiarse algunas actividades insurgentes. Nos preguntamos, dónde quedaron las demás barras de plata. Se dice que un jefe insurgente pagó con una barra de plata unas lindas botas militares que le gustaron.

El maestro Teodomiro Manzano reporta el único hecho militar de sangre y fuego que sucedió en Pachuca en la Guerra de Independencia. Las demás son tomas pacíficas de la plaza por uno u otro bando, veamos:

“1812 abril 23. Jueves. La ciudad de Pachuca guarnecida por Madera, Conde de Casa Alta y Villaldea, fue atacada por Serrano, Beristáin, Espinosa y otros jefes insurgentes. Aterrorizados por la muerte de tantos defensores y gente inocente, así como por el incendio de varias casas, el guardián del Colegio Católico de San Francisco a excitativa de los vecinos, intervino para arreglar una capitulación, pactándose la rendición con la entrega de la Real Hacienda, armas y municiones, obligándose los Insurgentes a respetar la vida de los españoles y defensores.

Con arreglo a estas condiciones se ocupó la plaza, recogiéndose 250 barras de plata, 50 tejos de oro, más de 600 fusiles y otros muchos objetos. Beristáin dice: Se tomaron 24 cañones, 160 fusiles, 30 pares de pistolas, lanzas, etc., 4 cajones de repuesto encartuchados, 2 de granadas cebados y 213 barras de plata”.

Aquí Beristáin reportado por Manzano, habla ya de 213 barras de plata, ya no las 250 que se dijeron al principio. Estas barras de plata eran una pequeña fortuna, y los insurgentes dijeron al principio que eran para el Cura Don José Ma. Morelos y Pavón.

Volvemos con Teodomiro Manzano:

“El comandante Madera había pedido auxilio a la hacienda de Tlahuelilpan y al acercarse el refuerzo, a las órdenes de Vicente Fernández, los insurgentes dieron por violada una capitulación a la que habían llegado en la toma de Pachuca y aprehendieron a 35 españoles, que remitieron a Sultepec a la Junta Suprema. De estos fueron fusilados 28 en el pueblo de Pantoja, porque quisieron burlar la escolta echándose sobre el armamento para resistir y fugarse como lo verificaron”.

El fusilamiento de estos españoles debió impresionar a la población de la ciudad de Pachuca, ya que era un hecho inusitado y cruento.

Seguramente estos hombres peninsulares eran empresarios, ricos comerciantes y con influencia política y social, de modo que así por vez primera y al parecer única, Pachuca percibió los sinsabores de la Guerra de Independencia.

Por otra parte, Osorno hizo el compromiso de entregar al generalísimo José María Morelos parte del botín que en barras de plata se obtuviera en la toma de Pachuca, a fin de financiar sus campañas en el sur, como para el mantenimiento del Congreso Constituyente, que aprobaría el 22 de octubre de 1814 la Constitución de Apatzingan.

Finalmente el “Siervo de la Nación” recibió ciento diez barras de plata, obtenidas de las entrañas de Pachuca, con las que pudieron financiarse algunas actividades insurgentes. Nos preguntamos, dónde quedaron las demás barras de plata. Se dice que un jefe insurgente pagó con una barra de plata unas lindas botas militares que le gustaron.