/ domingo 27 de septiembre de 2020

La Justicia tiene nombre de mujer

CON CARO HABLANDO CLARO


El pasado fin de semana murió, a los 87 años, Ruth Bader Ginsburg, jueza de la Corte de Estados Unidos, una mujer progresista, icono del feminismo y punta de lanza de las mujeres juzgadoras, su muerte representa una sacudida política para Donald Trump ya que si postulara a un hombre para ocupar este espacio, representaría un retroceso en materia de igualdad, proponer a una mujer conservadora también es un retroceso.

Ruth dedicó su vida a la lucha por la igualdad, ideas que le fueron sembradas por su madre quien la impulsó a que estudiara, aunque tristemente murió el día de su graduación. La determinación de esta mujer la hicieron llegar al más alto tribunal como un ejemplo de tenacidad para otras mujeres en el mundo.

En el Poder Judicial, el papel de juzgar estuvo siempre reservado para los hombres, a las mujeres en cambio, les tocaba ser secretarias mecanógrafas o auxiliares. Desde hace unas décadas las mujeres hemos ido ganando espacios y hoy día hay ministras, magistradas, juezas y consejeras de la judicatura. En mi caso, tuve el honor a los 39 años de ser la primera mujer en presidir el Poder Judicial de mi querido estado de Hidalgo, donde me inicié como meritoria y mecanógrafa.

Ser juzgadora no es fácil, además de los obstáculos propios de un entorno machista, están los retos de combinar la vida laboral con ser esposa o madre. En muchas ocasiones las mujeres se resisten a aceptar una designación como jueza o magistrada porque ello implica irse a vivir a una ciudad diferente a donde residen y ello deriva en divorcios o problemas familiares. Estos obstáculos conocidos como “techo de cristal” han ocasionado que no exista paridad en la integración de los órganos jurisdiccionales, especialmente en espacios de relevancia, donde la perspectiva de género es determinante a la hora de juzgar.

Es fundamental que sigamos ganando terreno en la impartición de justicia, ello permitirá darle a la justicia una visión más igualitaria, incluyente, empática y transparente. Por algo la “justicia” tiene nombre de mujer

CON CARO HABLANDO CLARO


El pasado fin de semana murió, a los 87 años, Ruth Bader Ginsburg, jueza de la Corte de Estados Unidos, una mujer progresista, icono del feminismo y punta de lanza de las mujeres juzgadoras, su muerte representa una sacudida política para Donald Trump ya que si postulara a un hombre para ocupar este espacio, representaría un retroceso en materia de igualdad, proponer a una mujer conservadora también es un retroceso.

Ruth dedicó su vida a la lucha por la igualdad, ideas que le fueron sembradas por su madre quien la impulsó a que estudiara, aunque tristemente murió el día de su graduación. La determinación de esta mujer la hicieron llegar al más alto tribunal como un ejemplo de tenacidad para otras mujeres en el mundo.

En el Poder Judicial, el papel de juzgar estuvo siempre reservado para los hombres, a las mujeres en cambio, les tocaba ser secretarias mecanógrafas o auxiliares. Desde hace unas décadas las mujeres hemos ido ganando espacios y hoy día hay ministras, magistradas, juezas y consejeras de la judicatura. En mi caso, tuve el honor a los 39 años de ser la primera mujer en presidir el Poder Judicial de mi querido estado de Hidalgo, donde me inicié como meritoria y mecanógrafa.

Ser juzgadora no es fácil, además de los obstáculos propios de un entorno machista, están los retos de combinar la vida laboral con ser esposa o madre. En muchas ocasiones las mujeres se resisten a aceptar una designación como jueza o magistrada porque ello implica irse a vivir a una ciudad diferente a donde residen y ello deriva en divorcios o problemas familiares. Estos obstáculos conocidos como “techo de cristal” han ocasionado que no exista paridad en la integración de los órganos jurisdiccionales, especialmente en espacios de relevancia, donde la perspectiva de género es determinante a la hora de juzgar.

Es fundamental que sigamos ganando terreno en la impartición de justicia, ello permitirá darle a la justicia una visión más igualitaria, incluyente, empática y transparente. Por algo la “justicia” tiene nombre de mujer

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