/ miércoles 8 de septiembre de 2021

La importancia de la dignidad de los seres vivos

El pasado dos de septiembre, prácticamente en la primer sesión del pleno del primer periodo ordinaria de la LXV Legislatura del Congreso de la Unión, quedó de manifiesto lo que puede generar la construcción de acuerdos, el respeto al trabajo de todas y todos los legisladores, así como poner al pueblo de México por encima de cualquier interés partidista o de grupo que, muchas veces, se encuentra en contraposición a lo que las y los mexicanos necesitan.

Ese día aprobamos las reformas a la Ley General de Salud y a la Ley de Sanidad Animal para prohibir el uso de animales para pruebas de productos cosméticos, desde una visión de la dignidad de los seres vivos y de la preservación de nuestro entorno natural para que, con nuestra empatía transformemos las realidades poco a poco y nos convirtamos en una sociedad más completa, más sana, más pacífica y consciente de que el daño a nuestro planeta puede ser irreversible.

Los datos que nos llevaron a construir esta reforma son alarmantes cuando se ven en conjunto. Nada menos, en el mundo existen 115 millones de animales, de seres vivos, que son utilizados para este tipo de experimentaciones cosméticas, siendo 3 países de Latinoamérica, Brasil México y Argentina, los que encabezan esta lamentable lista.

Pero no basta con los números de las experimentaciones cuando nos damos cuenta que en 5 millones de esos animales se concluye su ciclo con mutilaciones, quemaduras, envenenamiento y muerte por aspirar gas, lo cual vulnera cualquier trato digno que merece cualquier ser vivo en el planeta. Ratones, conejos, cuyos, ratas, aves, peces y hasta cerdos, son reclutados especialmente para estos tratos atroces en aras de mantener la industria cosmética.

Y es que no sólo se trata de observar los resultados de esas experimentaciones, sino hacer conciencia que, durante toda su vida, esos animales se estancan en el sufrimiento permanente por los daños ocasionados por las sustancias suministradas. Incluso, estas pruebas escalan al grado de experimentar con animales en periodo de gestación para determinar el daño que ocasionan los cosméticos en sus fetos.

No debe pasar por alto que en la Declaración de Cambridge en 2012 se dio a conocer que, así como los seres humanos, los animales tienen sustratos neurológicos que, además de hacerlos sensibles al dolor, piensan y tienen una conciencia del daño producido. Tan es así que en la Declaración de Toulón se comenzó la discusión para elevar el estatus jurídico de los animales y dotarles de derechos que deben ser respetados sin ser menospreciados al no pertenecer al género humano.

Este tipo de iniciativas unen causas entre los legisladores y cientos de miles de activistas que, gracias a su esfuerzo, tesón y conocimiento de los temas, nos ayudan a construir mejores escenarios jurídicos para generar un nivel de protección más amplio cada vez, lo que permite una sociedad más sana, más empática y mas consciente de su entorno.

Desde luego, este tipo de cohesión y sensibilidad requerimos en otros temas de gran importancia como el suministro de medicamentos a niños, las mujeres violentadas, el trato digno a los adultos mayores, la eliminación de la discriminación en contra de nuestros pueblos originarios y muchos otros temas que implican dignidad y que la mayoría actual ha evadido por no estar dentro de sus intereses, sin embargo, confío en la altura de miras de todas y todos los legisladores que, con el ejemplo de casos como esta reforma, reflexionarán y lograrán que se lleguen a más acuerdos en favor del pueblo de México.

El pasado dos de septiembre, prácticamente en la primer sesión del pleno del primer periodo ordinaria de la LXV Legislatura del Congreso de la Unión, quedó de manifiesto lo que puede generar la construcción de acuerdos, el respeto al trabajo de todas y todos los legisladores, así como poner al pueblo de México por encima de cualquier interés partidista o de grupo que, muchas veces, se encuentra en contraposición a lo que las y los mexicanos necesitan.

Ese día aprobamos las reformas a la Ley General de Salud y a la Ley de Sanidad Animal para prohibir el uso de animales para pruebas de productos cosméticos, desde una visión de la dignidad de los seres vivos y de la preservación de nuestro entorno natural para que, con nuestra empatía transformemos las realidades poco a poco y nos convirtamos en una sociedad más completa, más sana, más pacífica y consciente de que el daño a nuestro planeta puede ser irreversible.

Los datos que nos llevaron a construir esta reforma son alarmantes cuando se ven en conjunto. Nada menos, en el mundo existen 115 millones de animales, de seres vivos, que son utilizados para este tipo de experimentaciones cosméticas, siendo 3 países de Latinoamérica, Brasil México y Argentina, los que encabezan esta lamentable lista.

Pero no basta con los números de las experimentaciones cuando nos damos cuenta que en 5 millones de esos animales se concluye su ciclo con mutilaciones, quemaduras, envenenamiento y muerte por aspirar gas, lo cual vulnera cualquier trato digno que merece cualquier ser vivo en el planeta. Ratones, conejos, cuyos, ratas, aves, peces y hasta cerdos, son reclutados especialmente para estos tratos atroces en aras de mantener la industria cosmética.

Y es que no sólo se trata de observar los resultados de esas experimentaciones, sino hacer conciencia que, durante toda su vida, esos animales se estancan en el sufrimiento permanente por los daños ocasionados por las sustancias suministradas. Incluso, estas pruebas escalan al grado de experimentar con animales en periodo de gestación para determinar el daño que ocasionan los cosméticos en sus fetos.

No debe pasar por alto que en la Declaración de Cambridge en 2012 se dio a conocer que, así como los seres humanos, los animales tienen sustratos neurológicos que, además de hacerlos sensibles al dolor, piensan y tienen una conciencia del daño producido. Tan es así que en la Declaración de Toulón se comenzó la discusión para elevar el estatus jurídico de los animales y dotarles de derechos que deben ser respetados sin ser menospreciados al no pertenecer al género humano.

Este tipo de iniciativas unen causas entre los legisladores y cientos de miles de activistas que, gracias a su esfuerzo, tesón y conocimiento de los temas, nos ayudan a construir mejores escenarios jurídicos para generar un nivel de protección más amplio cada vez, lo que permite una sociedad más sana, más empática y mas consciente de su entorno.

Desde luego, este tipo de cohesión y sensibilidad requerimos en otros temas de gran importancia como el suministro de medicamentos a niños, las mujeres violentadas, el trato digno a los adultos mayores, la eliminación de la discriminación en contra de nuestros pueblos originarios y muchos otros temas que implican dignidad y que la mayoría actual ha evadido por no estar dentro de sus intereses, sin embargo, confío en la altura de miras de todas y todos los legisladores que, con el ejemplo de casos como esta reforma, reflexionarán y lograrán que se lleguen a más acuerdos en favor del pueblo de México.