/ miércoles 19 de agosto de 2020

La educación a distancia

El regreso a las actividades en el mundo y en nuestro país, ha traído una serie de replanteamientos dignos de considerar de cara a la reanudación total en centros de trabajo y, sobre todo, escolares. Lo anterior considerando que el riesgo de hace unos meses ha vuelto con fuerza en algunos países que abrieron el confinamiento conforme vieron que el número de contagios y muertes disminuían.

Las medidas que se han retomado han sido, incluso, más enérgicas, ya que un rebrote generará un mayor número de problemas para los sistemas sanitarios de países que, además, ya tienen deficiencias cotidianas. En esa nueva realidad enmarcamos los sistemas educativos que se han visto impedidos a regresar a las aulas y deben experimentar nuevas estrategias para no seguir perdiendo días de clases.

En ese contexto, la labor de la SEP en conjunto con las instancias locales, será fundamental, ya que, el acierto de utilizar la red televisiva para hacer llegar los contenidos educativos necesarios es evidente, sin embargo, resta por saber cómo será ese contenido, lo que significa un reto para atraer la atención de las y los alumnos.

El poco tiempo que se tiene para generar contenidos tendrá que ser aprovechado, ya que no solo se trata de emitir lo necesario para ir desarrollando las materias, sino la forma en que se transmitirán y en voz de quién. Las y los maestros están capacitados para dar clases presenciales, sin embargo, su capacidad de adaptación tiene que ser mucha para entregar buenos resultados.

Además, se ha informado que se echará mano de conductores de Televisión Educativa que sean especialistas en docencia de los diferentes grados que se cubrirán a través de esta nueva forma de dar clases. El trabajo conjunto de expertos en medios de comunicación masiva y en pedagogía o conformación de contenidos educativos estará a prueba en un alumnado que ha dado muestras de obtener calificaciones muy bajas en pruebas globales. Ese rezago que teníamos en el aprendizaje hoy tiene que revertirse con métodos que, además, serán prácticamente elaborados a fuerza por la crisis que vivimos.

Otro aspecto que resulta fundamental y que tendrán que vigilar muy de cerca las autoridades, es la desesperación de algunas escuelas públicas y privadas que no han comprendido que las actividades presenciales, ya sea en cuanto alumnos, maestros o personal administrativo, solo pueden reanudarse cuando el semáforo esté en verde, de lo contrario implica un riesgo enorme a la salud y una propagación de contagios que no se podrá detener.

Aquellas autoridades escolares públicas o privadas que pretendan regresar a sus trabajadores a las aulas, deberán de fundar y motivar su orden, de tal manera que exista una necesidad absoluta para ello, de lo contrario será una omisión en la defensa de los derechos de salud y seguridad del personal. En la medida que las instrucciones en materia educativa sean pensadas y dúctiles será como llevemos a puerto un ciclo escolar que involucra a millones de niñas, niños y adolescentes que, de por sí, no la han pasado bien con la pandemia.

El regreso a las actividades en el mundo y en nuestro país, ha traído una serie de replanteamientos dignos de considerar de cara a la reanudación total en centros de trabajo y, sobre todo, escolares. Lo anterior considerando que el riesgo de hace unos meses ha vuelto con fuerza en algunos países que abrieron el confinamiento conforme vieron que el número de contagios y muertes disminuían.

Las medidas que se han retomado han sido, incluso, más enérgicas, ya que un rebrote generará un mayor número de problemas para los sistemas sanitarios de países que, además, ya tienen deficiencias cotidianas. En esa nueva realidad enmarcamos los sistemas educativos que se han visto impedidos a regresar a las aulas y deben experimentar nuevas estrategias para no seguir perdiendo días de clases.

En ese contexto, la labor de la SEP en conjunto con las instancias locales, será fundamental, ya que, el acierto de utilizar la red televisiva para hacer llegar los contenidos educativos necesarios es evidente, sin embargo, resta por saber cómo será ese contenido, lo que significa un reto para atraer la atención de las y los alumnos.

El poco tiempo que se tiene para generar contenidos tendrá que ser aprovechado, ya que no solo se trata de emitir lo necesario para ir desarrollando las materias, sino la forma en que se transmitirán y en voz de quién. Las y los maestros están capacitados para dar clases presenciales, sin embargo, su capacidad de adaptación tiene que ser mucha para entregar buenos resultados.

Además, se ha informado que se echará mano de conductores de Televisión Educativa que sean especialistas en docencia de los diferentes grados que se cubrirán a través de esta nueva forma de dar clases. El trabajo conjunto de expertos en medios de comunicación masiva y en pedagogía o conformación de contenidos educativos estará a prueba en un alumnado que ha dado muestras de obtener calificaciones muy bajas en pruebas globales. Ese rezago que teníamos en el aprendizaje hoy tiene que revertirse con métodos que, además, serán prácticamente elaborados a fuerza por la crisis que vivimos.

Otro aspecto que resulta fundamental y que tendrán que vigilar muy de cerca las autoridades, es la desesperación de algunas escuelas públicas y privadas que no han comprendido que las actividades presenciales, ya sea en cuanto alumnos, maestros o personal administrativo, solo pueden reanudarse cuando el semáforo esté en verde, de lo contrario implica un riesgo enorme a la salud y una propagación de contagios que no se podrá detener.

Aquellas autoridades escolares públicas o privadas que pretendan regresar a sus trabajadores a las aulas, deberán de fundar y motivar su orden, de tal manera que exista una necesidad absoluta para ello, de lo contrario será una omisión en la defensa de los derechos de salud y seguridad del personal. En la medida que las instrucciones en materia educativa sean pensadas y dúctiles será como llevemos a puerto un ciclo escolar que involucra a millones de niñas, niños y adolescentes que, de por sí, no la han pasado bien con la pandemia.