/ martes 14 de diciembre de 2021

¿La confianza perdida?

La confianza hacia un político, a una organización o a una persona cercana, permite que las sociedades prosperen, mientras que su ausencia puede provocar división y conflicto. Es por eso que requerimos confiar y creer en nuestros líderes, en nuestra sociedad, en nuestros amigos aunque sea de distintas formas. La confianza no es un término desconocido en las democracias o en la vida política. Es frecuentemente solicitada sobre todo, cuando los ciudadanos estamos a punto de elegir a nuestros gobernantes. En el caso de nuestro país, las consecuencias de ver los niveles de confianza hacia la baja son de la mayor relevancia, pero a la vez es muy triste observarlos.

Por otro lado, tal y como lo señala Morris, son claros los retos que encara esta sociedad y el Estado de derecho (corrupción, feminicidios, abusos sobre derechos humanos) los cuales se expanden en un ambiente generalizado de muy alta desconfianza institucional que erosiona la autenticidad del régimen. Por lo tanto, conocer los factores a fondo, resulta de gran importancia para fortalecer la institucionalidad democrática.

En los últimos años se ha observado que los mexicanos experimentan un gran descontento con la clase política, basta con leer los comentarios de odio y molestia en redes sociales, no importa el partido político que represente, el resultado es de poca credibilidad hacia el trabajo desempeñado, incluso sin conocerlo. Pero, realmente sabemos ¿Cuáles son las causas que revelan la desconfianza de los ciudadanos en las instituciones políticas mexicanas?

A partir de la Encuesta Nacional de Cultura Política (2021) para el caso mexicano, la desconfianza se explica ampliamente a partir del deficiente desempeño que los habitantes de nuestro país atribuyen a sus representantes. Por un lado, el desprestigio de las autoridades tradicionales impulsa de manera puntual a las nuevas generaciones a una sensación de desconfianza hacia las instituciones políticas y la persistencia de valores no democráticos, vistos en la vida social y mayormente expuestos en las redes sociales, abonan en todo momento a esta crisis de percepción negativa.

No obstante el aumento de posibles explicaciones, no hay consenso sobre las verdaderas causas de la desconfianza institucional. Tampoco está claro si los ciudadanos observan diferencias de comportamiento significativas entre las instituciones (partidos, congreso o el presidente) o si les atribuyen responsabilidades diferentes. Este desinterés o percepción de nulo trabajo, puede resultar un peligro a la estructura institucional que es la base de una democracia real, sobre todo cuando en la arenga política, existe el impulso a la polarización social.

Las de chile seco

¿Quien gana la confianza? Quizá, quien practique la congruencia.

La confianza hacia un político, a una organización o a una persona cercana, permite que las sociedades prosperen, mientras que su ausencia puede provocar división y conflicto. Es por eso que requerimos confiar y creer en nuestros líderes, en nuestra sociedad, en nuestros amigos aunque sea de distintas formas. La confianza no es un término desconocido en las democracias o en la vida política. Es frecuentemente solicitada sobre todo, cuando los ciudadanos estamos a punto de elegir a nuestros gobernantes. En el caso de nuestro país, las consecuencias de ver los niveles de confianza hacia la baja son de la mayor relevancia, pero a la vez es muy triste observarlos.

Por otro lado, tal y como lo señala Morris, son claros los retos que encara esta sociedad y el Estado de derecho (corrupción, feminicidios, abusos sobre derechos humanos) los cuales se expanden en un ambiente generalizado de muy alta desconfianza institucional que erosiona la autenticidad del régimen. Por lo tanto, conocer los factores a fondo, resulta de gran importancia para fortalecer la institucionalidad democrática.

En los últimos años se ha observado que los mexicanos experimentan un gran descontento con la clase política, basta con leer los comentarios de odio y molestia en redes sociales, no importa el partido político que represente, el resultado es de poca credibilidad hacia el trabajo desempeñado, incluso sin conocerlo. Pero, realmente sabemos ¿Cuáles son las causas que revelan la desconfianza de los ciudadanos en las instituciones políticas mexicanas?

A partir de la Encuesta Nacional de Cultura Política (2021) para el caso mexicano, la desconfianza se explica ampliamente a partir del deficiente desempeño que los habitantes de nuestro país atribuyen a sus representantes. Por un lado, el desprestigio de las autoridades tradicionales impulsa de manera puntual a las nuevas generaciones a una sensación de desconfianza hacia las instituciones políticas y la persistencia de valores no democráticos, vistos en la vida social y mayormente expuestos en las redes sociales, abonan en todo momento a esta crisis de percepción negativa.

No obstante el aumento de posibles explicaciones, no hay consenso sobre las verdaderas causas de la desconfianza institucional. Tampoco está claro si los ciudadanos observan diferencias de comportamiento significativas entre las instituciones (partidos, congreso o el presidente) o si les atribuyen responsabilidades diferentes. Este desinterés o percepción de nulo trabajo, puede resultar un peligro a la estructura institucional que es la base de una democracia real, sobre todo cuando en la arenga política, existe el impulso a la polarización social.

Las de chile seco

¿Quien gana la confianza? Quizá, quien practique la congruencia.