/ miércoles 25 de mayo de 2022

Integración continental sin caprichos

Roberto Manriquez, originario de Zacatecas, desde muy pequeño supo que en el pueblo en el que nació sólo había dos opciones: dedicarse al campo con lo precario de los salarios y extenuantes jornadas que implica o irse a trabajar a los Estados Unidos de América de forma ilegal.

Las oportunidades en su comunidad no sólo eran mínimas sino peligrosas por la llegada del crimen organizado, sin embargo, varias armadoras de vehículos de EUA se asentaron en la capital generando una cantidad importante de empleos de todo tipo, entre los que aplicó Roberto hace algunos años obteniendo el trabajo con todas las prestaciones y seguridad social, por lo que su panorama y el de su familia cambió ante la apertura de oportunidades en su región.

Buena parte de la inversión extranjera proviene de Estados Unidos de América y Canadá atendiendo a las mejores circunstancias de contratación y asentamiento que les da el Tratado México – Estados Unidos de América – Canadá. Ello ha permitido llevar desarrollo a muchas regiones del país con la posibilidad de que el entramado social se regenere otorgando una salida a más a cientos de miles de habitantes que claman por un empleo.

Ese tipo de circunstancias se ha dado en nuestro país durante varias décadas debido a la relación que tenemos con nuestros vecinos del norte, particular con los EUA, a quien le hemos exigido respeto e inclusión con un tratado igualitario porque saben que el comerciar con México implica tranquilidad y seriedad.

Por otro lado, México se ha convertido en un actor de peso en la región de América Latina, encabezando muchos esfuerzos por una integración comercial y política con países hermanos que pugnan por salir del subdesarrollo con propuestas sólidas y hermandad de sus pueblos, ya que la identificación cultural es grande.

La realidad es que siendo el fiel de la balanza, atendiendo a la historia diplomática de nuestro país, debemos actuar con mucha responsabilidad y respeto para lograr una integración continental real, en el que tanto norte como centro y sur, puedan intercambiar mercancías, oportunidades y políticas para mitigar males como el crimen organizado o la pobreza. En ese sentido no podemos permitir que se fraccione el continente con base en posturas políticas radicales que en nada ayudan.

Como país, dada nuestra relación con Estados Unidos y, sobre todo, el trato colaborativo que siempre hemos llevado no tenemos los más mínimos elementos para condicionar nuestra presencia en la Cumbre de las Américas con base en la permisión del acceso a países que, lamentablemente para sus poblaciones se han decantado por el camino del autoritarismo y la violación a los derechos humanos.

Tenemos una cancillería sensata, consciente y muy capaz como para impulsar la integración continental sin dejar pasar conductas reprobables y, al mismo tiempo, ser mediadores en un diálogo urgente para una región que se sume cada vez más en problemáticas sociales. Ese trabajo diplomático debe permear hasta el Titular del Ejecutivo para que asuma que siempre será mejor atajar los problemas desde dentro, con soluciones y diálogo y no con amenazas de romper esa unión que tanto necesitamos.


Roberto Manriquez, originario de Zacatecas, desde muy pequeño supo que en el pueblo en el que nació sólo había dos opciones: dedicarse al campo con lo precario de los salarios y extenuantes jornadas que implica o irse a trabajar a los Estados Unidos de América de forma ilegal.

Las oportunidades en su comunidad no sólo eran mínimas sino peligrosas por la llegada del crimen organizado, sin embargo, varias armadoras de vehículos de EUA se asentaron en la capital generando una cantidad importante de empleos de todo tipo, entre los que aplicó Roberto hace algunos años obteniendo el trabajo con todas las prestaciones y seguridad social, por lo que su panorama y el de su familia cambió ante la apertura de oportunidades en su región.

Buena parte de la inversión extranjera proviene de Estados Unidos de América y Canadá atendiendo a las mejores circunstancias de contratación y asentamiento que les da el Tratado México – Estados Unidos de América – Canadá. Ello ha permitido llevar desarrollo a muchas regiones del país con la posibilidad de que el entramado social se regenere otorgando una salida a más a cientos de miles de habitantes que claman por un empleo.

Ese tipo de circunstancias se ha dado en nuestro país durante varias décadas debido a la relación que tenemos con nuestros vecinos del norte, particular con los EUA, a quien le hemos exigido respeto e inclusión con un tratado igualitario porque saben que el comerciar con México implica tranquilidad y seriedad.

Por otro lado, México se ha convertido en un actor de peso en la región de América Latina, encabezando muchos esfuerzos por una integración comercial y política con países hermanos que pugnan por salir del subdesarrollo con propuestas sólidas y hermandad de sus pueblos, ya que la identificación cultural es grande.

La realidad es que siendo el fiel de la balanza, atendiendo a la historia diplomática de nuestro país, debemos actuar con mucha responsabilidad y respeto para lograr una integración continental real, en el que tanto norte como centro y sur, puedan intercambiar mercancías, oportunidades y políticas para mitigar males como el crimen organizado o la pobreza. En ese sentido no podemos permitir que se fraccione el continente con base en posturas políticas radicales que en nada ayudan.

Como país, dada nuestra relación con Estados Unidos y, sobre todo, el trato colaborativo que siempre hemos llevado no tenemos los más mínimos elementos para condicionar nuestra presencia en la Cumbre de las Américas con base en la permisión del acceso a países que, lamentablemente para sus poblaciones se han decantado por el camino del autoritarismo y la violación a los derechos humanos.

Tenemos una cancillería sensata, consciente y muy capaz como para impulsar la integración continental sin dejar pasar conductas reprobables y, al mismo tiempo, ser mediadores en un diálogo urgente para una región que se sume cada vez más en problemáticas sociales. Ese trabajo diplomático debe permear hasta el Titular del Ejecutivo para que asuma que siempre será mejor atajar los problemas desde dentro, con soluciones y diálogo y no con amenazas de romper esa unión que tanto necesitamos.