/ jueves 30 de septiembre de 2021

Haití se quebró en mil pedazos

Un poco de historia: en 1804 Haití fue el primer país independiente de Latinoamérica (se liberó de Francia) y es la única nación del mundo forjada por esclavos, pero el yugo Francés seguiría siendo un lastre, en 1825 el presidente haitiano Jean-Pierre Boyer firmó un acuerdo trágico “la Real Ordenanza de Carlos X” que consistía en un arancel del 50% de reducción a las importaciones francesas y una indemnización de 150.000.000 francos en oro, que equivalían a los ingresos anuales del país multiplicados por 10, eso condujo al país a deudas impagables.

Haití ocupa un tercio de la parte oeste de la Isla de la Española, al oeste de la República Dominicana, tiene 27.750 km2 de extensión territorial y cuenta con Bauxita, cobre, calcio, carbonato, oro, mármol y energía hidroeléctrica.

A pesar de sus recursos naturales y potencial turístico, la esperanza de vida promedio es de tan sólo 64 años; la ONU estima que 4,4 millones de haitianos, el 46 % de su población padece inseguridad alimentaria, un quinto de la población, cerca de dos millones de personas, se ha visto forzado a emigrar.

¿Por qué? la espiral de violencia y pobreza aún no ha tocado fondo, recordemos que en 2010 un terremoto cobró la vida de 316.000 personas, otros 350.000 resultaron heridas y más de 1,5 millones se quedaron sin hogar, según cifras oficiales, del duro golpe no se han levantado.

A esto se suma la inestabilidad política, el presidente de Haití, Jovenel Moïse, fue asesinado el pasado 7 de julio del 2021 en su residencia, después del magnicidio el primer ministro, Claude Joseph, declaró el estado de sitio en el país.

Moise había advertido de un golpe de Estado en marcha organizado por un grupo de familias que controlan los principales recursos, pero otros enemigos del presidente eran las bandas armadas al interior del país.

Trece días después del asesinato, se tiene un nuevo gobierno encabezado por Ariel Henry, quien asumió de forma oficial el cargo de primer ministro, apoyado por Naciones Unidas y las potencias extranjeras, tendrá control total dado que no hay parlamento desde enero 2020

La crisis migratoria es una consecuencia lógica, la tragedia del pueblo haitiano está siendo visible por las multitudes que buscan sobrevivir lejos de su país. Chile y Brasil son los principales países de donde salió la mayoría de los migrantes cuyo objetivo es Estados Unidos.

Han sido alentados bajo la creencia de que la política migratoria de Joe Biden resultaría más flexible que la de Trump, lo cual es en la práctica, totalmente falso pues se ha mantenido la activación del Título 42, que es una excepción en la ley de salud del país, que permite restringir la entrada de extranjeros por vía terrestre por motivos sanitarios (incluso para quienes tienen visa) y permite a las autoridades de Aduanas y Protección de Fronteras la deportación inmediata de indocumentados.

La fronteras están siendo colapsadas, en México con la llegada de 147.000 indocumentados entre enero y agosto, el triple de 2020, en Estados Unidos detuvieron 212.000 migrantes en julio, la primera vez que se supera la barrera de los 200.000 en 21 años, la Defensoría del Pueblo de Colombia informó que hay 19.000 migrantes (un número récord) varados en la ciudad de Necoclí, a la espera de cruzar a Panamá.

Dada la magnitud del problema, altos funcionarios se reunirán en el marco de la Asamblea General de la ONU para dialogar. La reflexión es la siguiente: las grandes potencias que han sometido a países en desarrollo (incluyendo a México) ahora deben “lidiar” con la migración, la solución debe ser de fondo, seguir endeudando a los países claramente no lo es.

Un poco de historia: en 1804 Haití fue el primer país independiente de Latinoamérica (se liberó de Francia) y es la única nación del mundo forjada por esclavos, pero el yugo Francés seguiría siendo un lastre, en 1825 el presidente haitiano Jean-Pierre Boyer firmó un acuerdo trágico “la Real Ordenanza de Carlos X” que consistía en un arancel del 50% de reducción a las importaciones francesas y una indemnización de 150.000.000 francos en oro, que equivalían a los ingresos anuales del país multiplicados por 10, eso condujo al país a deudas impagables.

Haití ocupa un tercio de la parte oeste de la Isla de la Española, al oeste de la República Dominicana, tiene 27.750 km2 de extensión territorial y cuenta con Bauxita, cobre, calcio, carbonato, oro, mármol y energía hidroeléctrica.

A pesar de sus recursos naturales y potencial turístico, la esperanza de vida promedio es de tan sólo 64 años; la ONU estima que 4,4 millones de haitianos, el 46 % de su población padece inseguridad alimentaria, un quinto de la población, cerca de dos millones de personas, se ha visto forzado a emigrar.

¿Por qué? la espiral de violencia y pobreza aún no ha tocado fondo, recordemos que en 2010 un terremoto cobró la vida de 316.000 personas, otros 350.000 resultaron heridas y más de 1,5 millones se quedaron sin hogar, según cifras oficiales, del duro golpe no se han levantado.

A esto se suma la inestabilidad política, el presidente de Haití, Jovenel Moïse, fue asesinado el pasado 7 de julio del 2021 en su residencia, después del magnicidio el primer ministro, Claude Joseph, declaró el estado de sitio en el país.

Moise había advertido de un golpe de Estado en marcha organizado por un grupo de familias que controlan los principales recursos, pero otros enemigos del presidente eran las bandas armadas al interior del país.

Trece días después del asesinato, se tiene un nuevo gobierno encabezado por Ariel Henry, quien asumió de forma oficial el cargo de primer ministro, apoyado por Naciones Unidas y las potencias extranjeras, tendrá control total dado que no hay parlamento desde enero 2020

La crisis migratoria es una consecuencia lógica, la tragedia del pueblo haitiano está siendo visible por las multitudes que buscan sobrevivir lejos de su país. Chile y Brasil son los principales países de donde salió la mayoría de los migrantes cuyo objetivo es Estados Unidos.

Han sido alentados bajo la creencia de que la política migratoria de Joe Biden resultaría más flexible que la de Trump, lo cual es en la práctica, totalmente falso pues se ha mantenido la activación del Título 42, que es una excepción en la ley de salud del país, que permite restringir la entrada de extranjeros por vía terrestre por motivos sanitarios (incluso para quienes tienen visa) y permite a las autoridades de Aduanas y Protección de Fronteras la deportación inmediata de indocumentados.

La fronteras están siendo colapsadas, en México con la llegada de 147.000 indocumentados entre enero y agosto, el triple de 2020, en Estados Unidos detuvieron 212.000 migrantes en julio, la primera vez que se supera la barrera de los 200.000 en 21 años, la Defensoría del Pueblo de Colombia informó que hay 19.000 migrantes (un número récord) varados en la ciudad de Necoclí, a la espera de cruzar a Panamá.

Dada la magnitud del problema, altos funcionarios se reunirán en el marco de la Asamblea General de la ONU para dialogar. La reflexión es la siguiente: las grandes potencias que han sometido a países en desarrollo (incluyendo a México) ahora deben “lidiar” con la migración, la solución debe ser de fondo, seguir endeudando a los países claramente no lo es.